El amor está en todas partes

Seguro que os ha pasado más de una vez lo mismo que a mí: estais buscando algo durante mucho tiempo y después de un buen rato aparece justo al lado de donde has mirado un montón de veces.

¿Cómo no lo he visto en ninguna de las ocasiones que he mirado?

Pues la respuesta es que no lo he visto porque precisamente he pensado que estaría justo al lado y he fijado mi atención en ese punto únicamente.

El amor está en todas partes.

No me canso de decirlo.

No lo vemos porque no ponemos ahí nuestra atención.

¿Cómo vamos a encontrar amor si vamos fijándonos en las veces que no nos quieren o no nos dan lo que necesitamos?

Si lo que esperamos encontrar es alguien que no quiera comprometerse fijaremos nuestra atención en los detalles que nos muestren esa posible falta de compromiso.

En lo que pongamos nuestra atención notaremos que eso se magnifica.

Si estamos embarazadas veremos muchas mujeres embarazadas cuando antes apenas veíamos alguna.

Si estamos interesados en algún coche veremos montones de ese mismo modelo y veremos más del color que más nos gusta.

Si vamos buscando amor veremos el amor.

Si pensamos que el amor solo podemos verlo en una pareja solo lo buscaremos ahí y nos perderemos verlo en todo lo demás, como con las gafas.

Pero si creemos que el amor está en todas partes lo veremos continuamente.

Lo sentiremos continuamente y dejaremos de tener miedo.

No necesitaremos protegernos porque amar no es sinónimo de sufrir.

Lo que nos causa sufrimiento es lo que pensamos que nos puede suceder si confiamos plenamente en alguien y luego nos deja.

Si nos diésemos cuenta de que todo tiene un principio y un final y que no por eso se deja de disfrutar de las cosas o de las personas que se cruzan en nuestras vidas entenderíamos mejor que el amor es incompatible con la posesión.

Que precisamente cuanto más intentemos que alguien se quede le haremos la vida tan desagradable que estará deseando alejarse de nosotros para poder respirar y sentirse libre de poder ser el mismo.

Si queremos sentirnos vivos deberemos de correr riesgos.

Y el amor hay que vivirlo sin condiciones ni miedos.

Tan solo hay que permitirse sentir y disfrutar.

Y si llega el momento de la despedida, a pesar de la tristeza y el dolor que nos cause, sentir el agradecimiento de haber podido vivirlo con intensidad.


Cuando un@ cambia todo cambia


Desde el 15 de mayo estoy compartiendo todos los alimentos que tomo como os dije en el post de ese mismo día.

En el lancé mi propio retro: comer saludable para mejorar mi salud y creyendo, como así he confirmado, que también perdería peso aunque esto último no era el motivo principal.

Y llegó el día de pesarme.

Como ya os comenté tras mi enfermedad llegué a pesar 72 kilos. Confieso que durante ese tiempo además de poder moverme muy poco por la debilidad y otras secuelas que me causaba el tratamiento, mi alimentación dejó de ser saludable pues me fui relajando poco a poco por la ansiedad que todo eso me causaba.

Cuando ya mi salud me permitió recuperar la movilidad que me dejó dar largos paseos e incluso apuntarme al gimnasio, conseguí bajar de peso a los 68,500 kg.

Este ritmo se paró para mi el 11 de marzo cuando después de ir al hospital para realizarme las pruebas para mi revisión, tome la decisión de no salir de casa nada más que para comprar lo que necesitaba para comer.

Como nos sucedió a todos el 14 de marzo, el confinamiento paralizó la actividad que apenas unos meses antes había comenzado y de nuevo volví a comer no demasiado saludable y a no gastar energía en mi apartamento de apenas 30 m2.

Y aunque en estos días mi ánimo no decayó, porque soy bastante positiva, si me llevo tiempo asimilar la nueva situación.

Y empecé a retomar mis paseos diarios dentro de mi pequeño hogar.

Comencé de nuevo a darle trabajo al contador de pasos que instalé en mi móvil meses antes cuando empecé con mis largos paseos.

Y una vez asimilada la nueva situación lancé el reto de un cambio profundo en mi vida a través de mi alimentación que ya será para siempre y de acoger las nuevas cosas que irán viniendo después, pues esta nueva situación que nos trajo el covid 19 nos va a traer a todos un antes y un después.

Así que subir a la báscula y ver que he bajado a 65,600 me ha confirmado que pasito a pasito iré recuperando mi peso natural a la vez que toda yo me recupero y me desintoxico de todo lo que antes metía en mi cuerpo y no me convenía.

No tengo prisa, no es necesario que me sacrifique, como hice en otras ocasiones años atrás cuando subía de peso y hacía regímenes que me hacían sentir ansiedad y me dejaban hambrienta.

Ahora mis comidas son mucho más variadas y además deliciosas.

Comprendí que cuando te amas y cuidas de ti todo vuelve a su ser de una manera serena y maravillosa.

Ya no tengo la ansiedad que me llevaba a ir a buscar comida al frigorífico mientras veía la televisión después de cenar.

Me siento completamente llena con mi alimentación natural y en la que no peso mis raciones. Solo utilizo lo que mi conciencia y mi cuerpo me pide.

Llegó el cambio a mi vida y los cambios traen novedades.

Viejas cosas se van para dar lugar a las nuevas que llegan.

Y en mi caso no me refiero solo a los alimentos sino también a creencias, ideas, pensamientos, programas de televisión, personas y todo lo que se irá de mi vida porque ya no me será útil y que al igual que la grasa irán desapareciendo.

Y a las nuevas cosas que están por llegar y que serán las que necesito ahora en esta etapa para que mi vida me siga enseñando nuevas cosas, nuevas experiencias con las que seguir aprendiendo y ser cada vez una mejor versión de mi misma.

La cosa empezó así:


Llegan tiempos de cambio

Esta nueva situación que estamos viviendo con el coronavirus está sacando de nosotros cosas que quizá no se hubieran visto de otra manera.

Está claro que cuando la vida nos confronta con una situación que nos impacta nos hace que nos replanteemos toda nuestra existencia.

Sobre todo nos sucede cuando lo que nos pone por delante es la noticia de nuestra propia muerte o la de alguien muy querido y que llega de repente cuando no se la esperaba.

Pero también sucede cuando hay un cambio importante en nuestras vidas y que en cierta forma podríamos interpretar como una muerte menor, pues cualquier pérdida significativa para nosotros lleva aparejada su consiguiente duelo para que podamos superarla.

Así la pérdida de un amor, la del trabajo, la de la clase social a la que hasta ese momento perteneciamos antes de perder la empresa o el trabajo que teníamos pueden convertirse en esa situación que nos impacta y que nos llevan a plantearnos cosas que nunca antes pensamos.

En esta ocasión además de las cosas anteriores hemos podido enfrentarnos a la pérdida de nuestra libertad.

La de decidir que queremos hacer marcandonos hasta la hora en la que podemos salir a la calle entre otras cosas y la de movimiento que nos impide hacer cualquier cosa fuera de los límites de la puerta de nuestra casa.

También nos ha enfrentado al encierro, al no poder salir ni siquiera a pasear de nuestras casas durante más de dos meses y que de esta manera se han convertido en nuestras propias celdas de reclusión e incluso de aislamiento en muchos casos.

Por todas estas cosas que nos ha forzado a vivir el covid 19 para muchos está siendo motivo de sufrimiento.

No ya solo por las numerosas enfermedades y muertes de las que estamos todos rodeados y hemos sentido de una u otra manera, sino por la desesperación que supone el querer volver atrás, a desear que no suceda algo que no pueden evitar y que les paraliza por completo al no poder aceptar los cambios que les vienen y nos vienen a todos a partir de ahora.

El querer volver al pasado nos lleva a no aceptar nuestro presente y por lo tanto a sufrir. Y cuanto antes nos demos cuenta de esto antes podremos vivir con plenitud todo lo que la vida nos vaya presentando.

El oponer resistencia, no solo nos dejará agotados al gastar toda nuestra energía en algo tan absurdo como querer empujar el tiempo hacia atrás sino que lo más probable es que nos lleve directos a la depresión y otras enfermedades.

Sin embargo para algunas personas todas estas cosas han sido el aliciente que necesitaban para dar un gran salto al vacío en sus vidas. Para arriesgarse y apostar por algo diferente.

Algo que les hace vibrar y que jamás hubieran intentado hacer antes de que esta enfermedad les hubiera puesto contra las cuerdas.

Yo tengo dos casos muy cerca. Noto la ilusión en sus palabras cuando hablo con ellas.

Las siento emocionarse al transmitirme que en su corazón sienten el alivio de haber perdido ese trabajo que nunca les gustó pero que mantenían porque les proporcionaba su sustento y que ahora les permite poder soñar y empezar de nuevo.

Una nueva forma de vivir es lo que nos está proponiendo el universo en este momento.

Una nueva forma de sentirnos vivos y de vivir con plenitud lo que nos queda de vida a los que ya nos encontramos aquí y para los que vendrán en el futuro.

Volver a vivir como lo hacíamos antes del 14 de marzo no va a ser posible al menos durante un largo tiempo y cuanto antes lo aceptemos antes dejaremos de sufrir.

Y cuanto antes venzamos nuestros miedos al cambio y dejemos de protegernos de los cambios que ya estamos viviendo antes podremos dejar que la vida nos sorprenda con cosas que pueden ser inluso mejores que las que conocimos antes.


No creas nada de lo que te digan

Cuando venimos a este mundo nos encontramos con una serie de creencias que nos son impuestas y que integramos e incluso llegamos a defender cuando nos dicen algo que va en contra de ellas, sin habernos cuestionado nunca si eso en realidad es algo que realmente pensamos por nosotros mismos.

Estas creencias, que en muchos casos nos limitan, hacen de nosotros personas que realmente no somos y nos llevan a sufrir las consecuencias de no ser quienes realmente hemos venido a ser.

Hemos venido a brillar, a ser felices, a vivir una experiencia única y a compartir además todo esto con los demás y mejorar y crecer cada uno individualmente y también entre todos.

El reprimir nuestra verdadera esencia nos apaga y nos lleva a vivir una vida frustrada y llena de resentimiento con nosotros mismos y con el mundo en general.

Plantearnos esas creencias que los demás consiguieron que hiciésemos nuestras porque ellos mismos jamás se atrevieron a poner en duda, nos liberarán de ataduras que tan solo reprimen nuestra propia manera de sentirnos vivos y que nos llevan a vivir (más bien sobrevivir diría yo) una existencia pensada por otros con unos intereses que no tienen nada que ver con nosotros y lo que vinimos a hacer aquí.

Cuando por algún motivo creas que no puedes conseguir algo que te hace realmente feliz plantéate por qué crees que no podrás lograrlo.

Seguramente descubrirás que ese pensamiento que te lleva a ni tan siquiera intentarlo, está basado en una creencia que te hicieron llegar de alguna manera pero que nunca fue comprobada por ti, tan solo te hicieron creer que era cierta y tu aceptaste que así era.