Desde el 15 de mayo estoy compartiendo todos los alimentos que tomo como os dije en el post de ese mismo día.
En el lancé mi propio retro: comer saludable para mejorar mi salud y creyendo, como así he confirmado, que también perdería peso aunque esto último no era el motivo principal.
Y llegó el día de pesarme.
Como ya os comenté tras mi enfermedad llegué a pesar 72 kilos. Confieso que durante ese tiempo además de poder moverme muy poco por la debilidad y otras secuelas que me causaba el tratamiento, mi alimentación dejó de ser saludable pues me fui relajando poco a poco por la ansiedad que todo eso me causaba.
Cuando ya mi salud me permitió recuperar la movilidad que me dejó dar largos paseos e incluso apuntarme al gimnasio, conseguí bajar de peso a los 68,500 kg.
Este ritmo se paró para mi el 11 de marzo cuando después de ir al hospital para realizarme las pruebas para mi revisión, tome la decisión de no salir de casa nada más que para comprar lo que necesitaba para comer.
Como nos sucedió a todos el 14 de marzo, el confinamiento paralizó la actividad que apenas unos meses antes había comenzado y de nuevo volví a comer no demasiado saludable y a no gastar energía en mi apartamento de apenas 30 m2.
Y aunque en estos días mi ánimo no decayó, porque soy bastante positiva, si me llevo tiempo asimilar la nueva situación.
Y empecé a retomar mis paseos diarios dentro de mi pequeño hogar.
Comencé de nuevo a darle trabajo al contador de pasos que instalé en mi móvil meses antes cuando empecé con mis largos paseos.
Y una vez asimilada la nueva situación lancé el reto de un cambio profundo en mi vida a través de mi alimentación que ya será para siempre y de acoger las nuevas cosas que irán viniendo después, pues esta nueva situación que nos trajo el covid 19 nos va a traer a todos un antes y un después.
Así que subir a la báscula y ver que he bajado a 65,600 me ha confirmado que pasito a pasito iré recuperando mi peso natural a la vez que toda yo me recupero y me desintoxico de todo lo que antes metía en mi cuerpo y no me convenía.
No tengo prisa, no es necesario que me sacrifique, como hice en otras ocasiones años atrás cuando subía de peso y hacía regímenes que me hacían sentir ansiedad y me dejaban hambrienta.
Ahora mis comidas son mucho más variadas y además deliciosas.
Comprendí que cuando te amas y cuidas de ti todo vuelve a su ser de una manera serena y maravillosa.
Ya no tengo la ansiedad que me llevaba a ir a buscar comida al frigorífico mientras veía la televisión después de cenar.
Me siento completamente llena con mi alimentación natural y en la que no peso mis raciones. Solo utilizo lo que mi conciencia y mi cuerpo me pide.
Llegó el cambio a mi vida y los cambios traen novedades.
Viejas cosas se van para dar lugar a las nuevas que llegan.
Y en mi caso no me refiero solo a los alimentos sino también a creencias, ideas, pensamientos, programas de televisión, personas y todo lo que se irá de mi vida porque ya no me será útil y que al igual que la grasa irán desapareciendo.
Y a las nuevas cosas que están por llegar y que serán las que necesito ahora en esta etapa para que mi vida me siga enseñando nuevas cosas, nuevas experiencias con las que seguir aprendiendo y ser cada vez una mejor versión de mi misma.