Enfrenta tus miedos y serás feliz

La mayoría de nosotros pensamos que las personas o las cosas que tenemos en nuestras vidas nos vienen dadas en la mayoría de los casos porque nos hemos esforzado por conseguirlas y/o por la casualidad de que se hayan dado.

Pero solemos ignorar que tanto estamos nosotros haciendo para que se manifiesten todas las cosas que nos suceden.

En el caso de que se deba a nuestro esfuerzo está claro que sí pero en los otros casos es más difícil verlo.

Creemos que no tenemos nada que ver con lo que nos está pasando y esto dista mucho de ser cierto porque la realidad que todos percibimos es solamente la interpretación que cada uno hacemos de lo que está sucediendo.

Y esto lo hacemos pasando todo por nuestros propios filtros que están formados por nuestras creencias sobre como deben ser todas las cosas.

Así pensamos, por ejemplo, que si una persona tiene celos es porque le importamos y nos ama, cuando en realidad su propia inseguridad está demostrando que no se quiere a sí mismo y que por lo tanto no puede amar a nadie.

Si seguimos con este ejemplo, las personas que tienen esta creencia sentirán que su pareja no les quiere si no sienten celos y por este motivo se perderán relaciones fantásticas y sanas por sus propias interpretaciones de lo que está sucediendo con esas personas.

Así que mientras la creencia de que los sentimientos de posesión sean interpretados como amor, las personas que lo creen estarán buscando parejas que los tengan y descartando otro tipo de relaciones menos tóxicas y más saludables.

Son nuestras creencias las que definen como son nuestras vidas.

Si cuando éramos pequeños no nos dieron todo el amor que necesitamos creeremos que no nos merecemos que nos amen.

Y si creemos que no somos merecedores de amor aparecerán en nuestras vidas personas que por las circunstancias que sean no podrán amarnos.

Y nos quedaremos enganchados en ese tipo de relaciones que nos reafirmarán en esa creencia que tenemos desde niños de que no merecemos amor.

Enfrentarnos a esa creencia que es la que nos hace sufrir es la única manera de liberarnos de ella.

Traspasar el miedo que nos mantiene inmovilizados, y que aunque nos causa dolor nos mantiene en un terreno conocido y que controlamos, es necesario si queremos ser felices.

Amarnos a nosotros mismos nos lleva a enfrentar esos miedos.

A dejar atrás esas actitudes que desde niños nos llevan a protegernos del riesgo a sentirnos abandonados o rechazados si abrimos nuestro corazón y nos hacen daño.

Cuando nos sentimos merecedores de todo el amor que puedan darnos estamos preparados para dar y sentir el amor que nunca fuimos capaces de permitirnos dar y recibir.

Es entonces cuando nos sentiremos plenos y felices porque a pesar de saber que la persona que amamos puede decidir dejar de estar con nosotros seremos capaces de dejarla ir con amor y de cuidarnos y darnos todo el amor que necesitemos para sanar, después de un tiempo, el dolor que nos causaría la despedida.

Amarnos a nosotros mismos conlleva enfrentarnos a nuestros miedos más profundos pero la recompensa puedo aseguraros que merece la pena.

Rosa María de la Plaza
https://descubreelsentidodetuvida.com


Solo amándonos nos podrán amar

Tenemos que amarnos a nosotros mismos si queremos ser felices.

Es curioso como cuando comento esta frase casi todos dicen amarse así mismos.

Yo antes también pensaba que me quería por los mismos motivos que lo piensan los demás.

Pensamos que nos queremos porque nos proporcionamos cosas materiales: un viaje, un coche, un vestido, una cena con alguien especial, una sesión de spa, vamos al gimnasio, etc.

Aunque todas esas cosas forman parte de muestro bienestar y son necesarias no significan que al proporcionárnoslas nos estemos amando.

Tambien creemos que nos amamos cuando nos enfadamos y defendemos lo que nosotros pensamos ciegamente incluso en algunos casos llegando a las manos o a no volver a hablarnos y relacionarnos con alguien que queremos.

Muchos también confunden el amor a los demás con el proporcionarles seguridad y cosas materiales.

Pero el amor no tiene que ver con nada de eso.

El amor tiene que ver con la coherencia. Con pensar, sentir, hablar y actuar de la misma manera.

Con el aceptar al otro tal y como es y por lo tanto aceptarnos plenamente también a nosotros mismos.

Nos esforzamos en conocer al otro. 

En saber por qué hace, piensa, habla o siente de determinada manera.

Fijamos siempre la atención fuera y evitamos el conocernos a nosotros mismos.

No nos tomamos tiempo para averiguar por qué pensamos, sentimos, hablamos o actuamos así nosotros.

Ignoramos que en muchas ocasiones somos incoherentes y justificamos esas incoherencias pensando que debemos que hacer cosas que nos disgustan a pesar de sentir que detestamos hacerlas.

Esa es la causa de nuestro sufrimiento y de que no podamos sentir la felicidad que es inherente a todos nosotros y que solo podemos sentir cuando somos coherentes y estamos en paz.

Nuestro mayor problema es lo que pensamos sobre como todo debería de ser.

Vemos siempre el peligro de que nos puedan hacer daño fuera y nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos.

Para empezar a estar en coherencia lo primero que debemos hacer es olvidarnos de quienes nos dijeron que somos y descubrirlo por nosotros mismos.

Para ello debemos de abrirnos a la posibilidad de que todas nuestras creencias son solo eso, algo que creemos porque otros nos han inculcado que son realidades inamovibles.

Nos hacen pensar que necesitamos la aprobación de los demás y la única aprobación que necesitamos es la que solo nosotros mismos nos podemos dar.

Dejar de pensar que la felicidad nos la tienen que proporcionar cosas externas a nosotros es completamente necesario si queremos dejar de vivir en la ilusión de lo que nos gustaría que fuese y empezar a vivir desde la realidad.

Sentirnos, entendernos y aceptarnos plenamente es el primer paso para empezar a ser coherentes.

Pensar, sentir, decir y actuar en coherencia es amarnos y amar también todo lo que hacemos.

Y aunque algunas cosas no nos gusten nos aceptaremos plenamente y podremos aceptar y amar tambien a los demás sin que ello signifique que nos quedemos en sus vidas.

Cuando aceptamos de verdad a otras personas sin querer cambiarlas en algunas ocasiones tendremos que soltarlas con amor y seguir nuestro camino sin ellas para protegernos y dejar de sufrir.

Y en eso consiste el amor.

Solo cuando nos amamos podemos amar a los demás.

Solo amándonos podrán amarnos.


¿Tienes una relación tóxica?

Seguramente conoces a alguien que tenga o que haya vivido alguna relación como la que voy a comentar a continuación o tal vez seas tu quien la conozca de primera mano.

Hablo de las relaciones que ahora llaman tóxicas y que no son más que cualquiera en la que no te sientas cada dia mejor contigo mismo y seas feliz.

Aunque con esto no quiero decir que en cualquier relación todo sean risas y felicidad porque pensar eso es tener una mentalidad inmadura que aún cree que los finales felices de los cuentos son las únicas relaciones de verdadero amor. 

El amor nunca nos daña.

Al contrario siempre nos hará crecer a nosotros mismos y a la persona que tiene la relación con nosotros.

Desde luego que habrá momentos y se pasarán por situaciones en las que la vida nos mostrará que el amor no solo se trata de pasar buenos ratos sino de capear los no tan buenos y salir reforzados de ellos.

Pero esto no tiene nada que ver con las relaciones tóxicas en las que la frustración es la protagonista porque no se consigue sentir que la otra persona nos proporcione lo que creemos que necesitamos y nos merecemos.

Por cierto esto no solo sirve para aplicarlo en las relaciones de pareja sino para cualquier relación sea del tipo que sea y en las que no nos sintamos valorados o queridos en la misma proporción que lo sentimos nosotros hacia la otra persona.

Y como sentirse frustrado es sinónimo de ser infeliz conviene que sepamos lo que estas relaciones nos están mostrando para que aprendamos cuanto antes lo que nos vienen a enseñar y podamos continuar nuestro aprendizaje con relaciones más saludables.

Tal vez seas de los que piensas que con el tiempo todo eso que no te gusta cambiará. Pero ya te darás cuenta de que si cambia será para peor y no como tu esperas precisamente.

Si supiéramos que las relaciones son los espejos en los que nos vemos reflejados nosotros, las veríamos como lo que realmente son: verdaderos barómetros de lo que desconocemos de nosotros mismos.

Sin embargo al vivirlas desde la separación y creyendo que no tienen que ver con nosotros nos sentimos frustrados al ver lo diferentes que somos a ellos.

Y se nos pasa la vida no entendiendo nada de lo que pasa y resignados a sentirnos incomprendidos por esas personas a las que queremos y que no nos muestran apenas amor.

Cuando vivimos desde la separación ignoramos que aunque el otro nos muestre algo que percibimos como lo contrario, en realidad nos lo está mostrando desde la otra polaridad para que entendamos que nos encontramos en los dos extremos opuestos de lo que necesitamos aprender y que casi siempre será lo poco que nos amamos a nosotros mismos.

Por poner un ejemplo de una relación muy dura: cuando vemos una en la que hay una víctima y un maltratador no nos damos cuenta de que cada una de las partes se siente tan mal consigo mismo que en el caso del maltratado necesita de alguien que sea peor que el y que le castigue y el victimario necesita sentir que hay alguien peor que el y castigarle por el mismo motivo.

En realidad tanto el uno como el otro se están mostrando lo poco que se valoran y se aman ellos mismos.

Pero desde la separación nunca se entenderá la misión que están cumpliendo cada uno en la vida del otro porque lo que cada uno intentará en esta relación o en las siguientes en el caso de que se separen, será que alguien de fuera les proporcione ese valor y ese amor que no se dan a ellos mismos.

Desde la unidad aunque cada uno esté en el punto opuesto del otro se entiende que los dos tienen el mismo sentimiento de resentimiento con ellos mismos por no amarse y permitir que sea alguien de fuera el que les valore o les muestre ese amor que no sienten por si solos hacia ellos.

Se que la mayoría no siente que somos uno con todo y que lo que vivimos siempre nos está aportando información sobre nosotros mismos, pero el precio que pagamos por desconocer esto es bastante caro pues nos causa un enorme sufrimiento al sentirnos completamente frustrados porque no podemos cambiar las situaciones que vivimos. 

Pero conocer que los únicos que tenemos que cambiar somos nosotros mismos nos da la posibilidad de poder conseguirlo.

Nos abre una puerta que jamás contemplamos que existiera y que nunca podremos ver si no conseguimos distanciarnos de la visión que tenemos de nosotros de victimas de lo que nos hacen siempre los demás o las circunstancias.

Tenemos que amarnos primero a nosotros mismos para encontrar alguien que nos ame.

Tenemos que ser primero lo que queremos que el otro nos refleje de nosotros.

Si nos amamos tendremos como compañeros de vida a personas que nos amen y nos mostrarán eso en su reflejo.

Si no lo hacemos volveremos a encontrarnos con alguien que no nos amará ni podrá darnos amor por sus propias circunstancias.

Para amarnos lo primero que tenemos que hacer es cuidar de nosotros mismos y apartarnos de las personas que nos hacen daño, sea cual sea su lugar en nuestras vidas.

Tratarnos a nosotros mismos con el mismo amor con el que tratamos a esas personas que nos hacen sufrir y con las que tenemos una paciencia infinita a pesar del dolor que nos causan.

Perdonarnos por todo lo que hemos permitido que nos hiciesen y por no haber sabido cuidarnos, respetarnos y amarnos.

Y a partir de ahí darnos a nosotros mismos ese amor que siempre esperamos que nos viniese de fuera para que nos confirmase lo que ahora ya no nos hace falta saber porque ya lo sentimos: que somos seres merecedores de todo el amor que recibamos simplemente por el solo hecho de haber nacido y sin que tengamos que hacer nada a cambio para merecerlo.

Y entoncesí veremos cómo fluye el amor en todos los sentidos y en todas las facetas de nuestras vidas.


Ni buenos ni malos, somos las dos cosas

Se que muchas de las personas que van a leer esto no estarán de acuerdo pero sinceramente yo no trato de convencer a nadie sino de compartir mis experiencias y estas me han enseñado que si solo aceptamos una parte de nosotros sufrimos.

Claro que a la mayoría de nosotros nos gusta ver y mostrar esa parte tan fantástica que tenemos y que nos convierte en unas buenas y bellas personas.

Pero todos deberíamos de aceptar también esa parte que menos nos agrada y que procuramos guardar para nosotros mismos aunque a veces explotemos y la mostremos cuando estamos descontrolados.

Eso también somos nosotros y procurar ocultarlo nos hace sufrir al no aceptarnos por completo.

Somos luz y sombra así que cuanto antes nos reconozcamos y aceptemos antes podremos cambiar aquello que no nos gusta o abrazar con amor aquello que aunque no podamos cambiar forma parte de nuestro ser.

El no querer mostrar esas partes resulta hasta lógico pues a nadie le gusta que le reconozcan en pensamientos, sentimientos o incluso en actos que a nosotros mismos nos resultan deplorables en otras personas.

Pero hacer eso que es socialmente bien visto no tendría la importancia que alcanza cuando mostramos tanto interés en ocultarlo que hasta nos engañamos a nosotros mismos creyendo incluso que eso tan desagradable no forma parte nuestra.

Cuando esto ocurre nos volvemos sumamente críticos con las personas que tienen todo aquello que nosotros nos ocultamos y no reconocemos e incluso pedimos las condenas más severas para ellos.

No nos damos cuenta que al hacer eso nos estamos castigando cruelmente a nosotros mismos.

Nos convertimos en severos jueces de nuestros propios seres al no aceptarnos plenamente.

Estamos aquí para conocernos y trabajar en nosotros mismos para ser cada vez mejores personas y para reconocer lo que realmente que somos.

Ese es el final del camino.

Porque al fin y al cabo somos humanos y no somos perfectos. 

Tenemos que aprender de nosotros mismos y si nos negamos a admitir que tenemos cosas que no nos gustan nunca nos reconoceremos en lo que verdaderamente somos: AMOR.

Trascender cosas nuestras es parte de la vida.

Sentirnos culpables por no aceptarnos nos hace sufrir y no nos beneficia en absoluto.

Aceptarnos plenamente nos permite ser felices.

En este mundo dual en el que vivimos nada tiene solamente una cara, sino las dos polaridades. 

Así que ni buenos ni malos somos las dos cosas y cuanto antes lo reconozcamos antes nos brindaremos a nosotros mismos la oportunidad de poder ser felices.


Olvídate de ser perfect@

Es inútil pretender ser perfecto.

Somos humanos y tenemos cosas buenas y cosas que no lo son tanto.

Aceptar esto es aceptar también una parte importante de lo que somos.

Se nos olvida que lo somos si pretendemos ser perfectos.

¿Quién nos ha dicho que lo podemos ser?

Si somos humanos es porque debemos serlo porque aunque creamos lo contrario todo es perfecto.

Si esto no fuese así hubiésemos nacido de otra manera y seríamos otra cosa.

Pero no: somos humanos y cuanto antes aceptemos esa parte nuestra antes nos irá mejor.

El pensar que podemos ser perfectos nos causa sufrimiento.

Solemos creer que las cosas son solamente de una manera y que hacerlas de otra no estará bien.

Eso nos lleva a cometer errores pues lo que les ha servido a unos no nos tiene porque funcionar a otros, así que lo mejor que podemos hacer es abrir nuestra mente y escuchar a nuestro corazón.

Es intrínseco del ser humano el aprender de nuestros propios errores.

Es más me atrevería a decir que gracias a eso nos sentimos más vivos.

Creo que una vida totalmente lineal sería muy aburrida.

No podríamos superarnos y valorar todas aquellas cosas que conseguimos por nosotros mismos que al fin y al cabo son las que mayores satisfacciones nos proporcionan.

Además equivocarnos es parte del plan de nuestra vida.

Venimos a esta vida a disfrutarla pero también a aprender y a superarnos. 

A ser cada vez mejores personas y a comprender lo que en realidad somos y lo que nos hace felices.

Para mi la vida es como un juego en el que todo está embrollado y en el que tienes que ir descubriendo lo que de verdad importa.

Y para ello necesitamos equivocarnos.

Necesitamos quitar todo eso que nos hacen creer que necesitamos para ser felices y que en realidad nos lleva a sufrir.

Los errores que cometemos al contrario de lo que pensamos nos enseñan cosas y no son la causa de nuestro sufrimiento sino las oportunidades que nos brinda la vida para salir de esa rueda en la que estamos metidos y en la que ignoramos que participamos.

Nuestros errores nos llevan a ver que ese no es nuestro camino.

Que la felicidad no nos la puede proporcionar nada ni nadie que venga de fuera de nosotros.

Que nosotros ya somos felices de por sí pero tenemos que salir de ese círculo vicioso en el que nos mantenemos creyendo que las cosas materiales y los demás son los que nos causarán felicidad.

La felicidad no se puede proporcionar solo se puede compartir.

Y a mi modo de ver en esto consiste estar vivo: descubrir el juego y vivir sabiendo que estás jugando.

Pero eso sí ahora siendo consciente de ello.

De esta manera la vida toma otra dimensión muy diferente a la que podemos percibir cuando desde el desconocimiento creemos que para ser felices debemos ser perfectos.

Así los errores y los problemas se convierten en oportunidades para conocernos mejor y en retos para comprobar que somos mucho más valiosos y tenemos mucho más poder de lo que nosotros pensamos.

Y que las únicas limitaciones que nos han llevado a no conseguir lo que nos merecemos han sido las que nos hemos puesto a nosotros mismos por lo que creíamos que éramos.

Así comprendemos que somos mucho más que humanos, pero eso ya lo intuíamos, ¿verdad?

Cuando descubrí esto cambió por completo mi vida.

Así que ahora ya lo sabes:

Solo siendo imperfectos llegaremos a sentir esa felicidad que ya venía de serie con nosotros cuando llegamos a este mundo.


Desapego VS ilusión

Seguramente a la mayoría os ha pasado alguna vez y a muchos unas cuantas lo que voy a compartir hoy con vosotros.

Reconozco que me ha sucedido varias veces.

Hasta que descubrí que hay otra manera de vivir y que a mi nadie me había hablado de ello.

Pero vamos al tema.

Solemos pensar que cuando tenemos cualquier cosa lo mejor que puede sucedernos es que nos dure para siempre.

Y, claro está, si nos resulta agradable mucho más.

Esto por supuesto nos da seguridad sobre todo cuando es algo que de perderlo supondría para nosotros un descalabro como puede ser una relación o un trabajo.

Por ese motivo tendemos a querer poseer todo aquello a lo que damos importancia para el resto de nuestras vidas.

Por eso nos apegamos a nuestras parejas, nuestros familiares más queridos, nuestros trabajos, nuestras casas, etc.

Y algunas no precisamente son beneficiosas para nosotros pero no nos atrevemos a soltarlas por la inseguridad y el dolor que pensamos nos causaría perderlas.

Pero suele suceder que cuando nos apegamos a alguien o a algo no vemos clara la realidad y nos metemos en historias que al principio nos parecen maravillosas pero que no tardando mucho nos hacen sufrir.

Y así aguantamos en relaciones, en trabajos o en situaciones que nos hacen sufrir sin hacer nada por evitarlas.

Si conseguiesemos desapegarnos de las situaciones que vivimos, seríamos capaces de discernir entre lo que sucede realmente y lo que nosotros pensamos que está sucediendo.

Y esto nos llevaría a contemplar la realidad y a disfrutarla mientras comprobamos si lo queremos mantener en nuestra vida o a decidir que eso no nos encaja y preferimos soltarlo.

Pero como no sabemos vivir sin apegarnos nos mantenemos en la ilusión de que las cosas «no son como nos parecen» o que «cambiarán más adelante» y nos quedamos en situaciones que nos amargan la vida.

Y de esta manera, aunque algunas personas sean capaces de cortarlas, un gran número nos quedamos paralizados y no somos capaces de salir de lío en el que nos hemos metido nosotros solos inconscientemente.

El desapego al contrario de lo que muchos  creen no tiene nada que ver con la frialdad sino con disfrutar las cosas desde la realidad que estamos viviendo.

Simplemente el desapego nos hace vivir con los pies en la tierra y no vivir en la ilusión de lo que quisiéramos que fuera.

Si lo conociéramos no nos quedaríamos situaciones en las que después de mucho dolor nos hacemos conscientes de que esa ilusión que estabamos viviendo solo era eso una ilusión y que dista mucho de lo que pensábamos que era.

Cuando practicamos el desapego nos damos cuenta de lo que está sucediendo y solo participamos si nos interesa disfrutar de las situaciones que vivimos y evitamos el sufrimiento porque aceptamos la realidad.

Está claro que mantener una mala relación o las malas elecciones que hagamos en esta vida son nuestra responsabilidad asi como el cuidar de nosotros mismos y procurarmos felicidad es nuestro deber.

Por lo tanto mantenernos en situaciones que nos causan sufrimiento es nuestra decisión y soltar lo que nos hace sufrir también lo es.

Aunque desde luego podemos obviar esto y mantenernos en la queja de que la culpa es de los demás y que nosotros no podemos hacer nada por cambiarlo.

Pero el eludir la responsabilidad de nuestra propia vida es la principal causa de nuestro sufrimiento.

Asi que desapégate y deja de esperar que la felicidad venga de fuera de tí.

Sigue mi consejo: mantente solo en las situaciones que te hagan sentir bien y suelta lo que te haga sentir mal.

Deja de esperar que las personas o las situaciones cambien y acéptalas como son.

Y si tienes que dejarlas ir porque que te causan dolor suéltalas.

¡Solo así serás feliz!