¿Prefieres sobrevivir o sentirte viv@?

Estoy viva o eso creo porque aún estoy por aqui.

¿Pero realmente sé en qué consiste estar viva?

Durante bastantes años de mi existencia nunca me preocupé por esto y me limité simplemente a dejar pasar el tiempo e ir viviendo las experiencias vitales que en cada momento tenía, sin preguntarme en ningún momento si esas experiencias me aportaban algo a mi.

Nunca fui consciente de ser algo más de lo que me habían enseñado que era: alguien que no podía hacer absolutamente nada por cambiar las cosas que se me iban presentando y que en demasiadas ocasiones me causaban dolor. 

Alguien a la deriva de lo que el mundo y las personas que se presentaban en mi vida quisieran hacer conmigo.

Alguien que se sentía ajena a esa vida de la que era protagonista y que ponía en manos de  cualquier persona que pensaba que era más inteligente y era más valiosa e importante que yo.

No me hacía preguntas. No buscaba tampoco respuestas.

Supongo que por el dolor de descubrir que ese personaje que me había inventado y que parecía tan fuerte y que podía con todo lo que le echaran, en realidad no existía.

Tuve que sufrir mucho para conseguir bajar la guardia y acabar con él.

Ya no me ayudaba como desde niña pensé que lo hacía.

Ahora sé que lo necesité entonces para evitarme sufrimiento al descubrir que no me amaban como yo necesitaba que lo hicieran. 

Pero ese personaje me impedía sentir porque mi cabeza justificaba a través de mi razón lo que mi corazón era incapaz de asimilar desde la visión de una niña pequeña.

Y así durante años fui evitando sentir.

Pero no solamente lo hice con lo que me causaba dolor. También lo hacía cuando sentía amor, por el miedo a que me volvieran a hacer daño de nuevo. 

Y así fueron pasando los años hasta que de repente después de muchas experiencias dolorosas descubrí que para vivir es necesario sentir. 

Porque ¿de que me sirve estar viva si no siento que lo estoy?

Si me limito a seguir dejando que pase el tiempo haciendo lo que siempre he hecho, si impido con mi razón lo que verdaderamente me ilusiona por no escuchar a mi corazón,  entonces simplemente continuaré sobreviviendo pero nunca llegaré a sentirme realmente viva.

Solo rindiéndome y admitiendo mi fragilidad llegué a conocer mi verdadero poder.

Entonces y solo entonces fui consciente de que siempre fui lo que creí que era pero esa nunca fue la realidad. 

Solo fue mi interpretación de lo que me estaba sucediendo nada más.

Admitir que la historia que siempre me había contado jamás fue real fue el primer paso para poder cambiarlo todo. 

El pasado, el presente y por supuesto mi futuro.

El pasado nunca podré cambiarlo, es cierto, pero pude volver a interpretarlo con una nueva visión más real de lo que sucedió. 

El presente vivido con consciencia crea para mi unas experiencias distintas con las que puedo aprender, crecer y mejorar y que además crearán un futuro totalmente diferente en el que al igual que en el presente puedo disfrutar de sentir en que consiste para mi estar viva.

Rosa María de la Plaza
https://descubreelsentidodetuvida.com

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¿Es amor o dependencia?

Amar no tiene nada que ver con poseer.

Amar es liberar a la otra persona de la obligación de quedarse con nosotros para que no suframos, si para ser feliz tiene que seguir su camino sin nosotros.

Aferrarnos a alguien poco tiene que ver con el amor sino con el querer que nos amen para no notar el terrible vacío que sentimos cuando creemos que necesitamos que alguien de fuera nos procure el amor que nosotros no somos capaces de darnos a nosotros mismos.

Creemos que somos seres incompletos y que necesitamos a otra persona para ser felices pero eso es tan solo una creencia que no es real.

Muchas personas son completamente felices sin tener pareja.

Por lo tanto esa creencia, al igual que otras muchas que deberíamos replantearnos, no es cierta.

Tan solo nos limita pues nos hace estar prestando nuestra atención fuera de nosotros e ignorar lo que realmente sentimos y necesitamos.

Se espera que cuando seamos adultos formemos una pareja y tengamos hijos y no todos queremos lo mismo ni lo necesitamos y así nos encontramos enredados en experiencias que nos aportan desasosiego pero de las que somos incapaces de salir porque nos sentimos culpables.

Pero a cambio de que otras personas no sufran por lo que nosotros hicimos creyendo que era lo que teníamos que hacer, nos negamos a nosotros mismos causándonos el mayor sufrimiento que nos pueden hacer.

Y nos pasamos la vida culpando de nuestras desgracias a la persona que nos refleja todos los días lo infelices que nos estamos haciendo quedándonos en esa situación y no haciendo nada para salir de ella.

Pero además curiosamente a la otra persona le sucede lo mismo con nosotros y tampoco es capaz de encontrar una salida a su sufrimiento.

Y los dos esperando que el otro cambie para que ser felices.

Atrapados en el sueño de que más adelante tal vez las cosas cambien.

Y temiendo que en algún momento el otro les abandone y les enfrente con la realidad.

Eso es dependencia pero no es amor.

Amar a alguien significa permitirle ser como es.

Aceptarle tal y cual es.

Pero para poder lograrlo primero tenemos que hacerlo con nosotros mismos.

Nunca lograremos amar a alguien si lo hacemos desde la necesidad de sentirnos incompletos si nos falta alguien que nos ame y nos haga felices.

Solo si nos amamos a nosotros mismos y somos felices podremos amar plenamente a alguien y compartir nuestra felicidad.

En eso consiste amar.

Y tu, ¿amas o dependes?


Se coherente y serás feliz

El complicarnos la vida parece que es algo que los seres humanos hacemos con bastante facilidad.

Estar en coherencia con lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos nos lleva directamente a ese estado en el que la felicidad no se busca porque se es consciente de que ya está.

Ser felices es nuestro estado natural. Sin embargo algunas creencias que tenemos nos llevan a vivir situaciones que nos hacen sufrir.

Creencias que hicimos nuestras pero que en realidad no lo son.

Tan solo nos dijeron que era así y nosotros lo creímos y jamás nos planteamos que no lo fuera.

Lo que nos dicen las personas que son importantes para nosotros nos marca nuestra vida.

Las costumbres y normas de la sociedad en la que vivimos  también.

En las sociedades en las que las mujeres cuidan de la familia es muy difícil que alguna mujer se plantee que puede conseguir lo que ella quiera, aunque afortunadamente algunas hay.

Cuando en tu familia te han dicho que lo que a ti te apasiona nunca te dará el dinero que necesitarás para vivir, es muy difícil que el trabajo que tengas de adulto te haga feliz.

Pero hay personas que se salen de lo «normal» y se arriesgan a ser coherentes con ellas mismas y con lo que sienten.

Que se plantean sus creencias y deciden que no van con ellas y las cambian.

Y donde los otros dicen que no pueden esas personas lo convierten en un puedo si lo intento.

Y las creencias las ponen en duda y comprueban si son ciertas o no.

¿Quién dice que alguien no pueda conseguir lo que se proponga?

Tan solo alguien que nunca lo intentó.

Alguien que sigue las creencias que le inculcaron y que nunca fue feliz porque impidió con ello que su verdadero ser se mostrase.

Sentir una cosa y hacer lo contrario apaga nuestro ser.

Pensar de una forma y hablar de otra nos ahoga.

Cambiar lo que somos por lo que deberíamos de ser acaba con nuestra vida.

Tan solo seremos felices cuando volvamos a ser como cuando éramos niños y no nos habían inculcado lo que según otros deberíamos de hacer o de ser.

Cuando pensábamos que la magia era posible y que podríamos conseguir lo que deseáramos.

Porque en realidad cada uno de nosotros somos magos y la vida se nos muestra como nosotros creemos que es.

Si pensamos que tenemos limitaciones las tendremos de cualquier tipo pero si pensamos que conseguiremos lo que nos hace felices conseguiremos cualquier cosa que nos propongamos.

Esa es la realidad.

Aprende esto y cambiarás tu vida.


Centra tu atención en tí

Nos enseñarán a buscar culpables fuera de nosotros para cada una de las cosas que nos suceden y acabamos poniendo nuestra atención siempre fuera y viviendo desde la inconsciencia nuestra propia existencia.
Poner la atención en nosotros mismos en lo que sentimos, pensamos y hacemos nos lleva a ser cada vez más coherentes y a percibir la felicidad que ya está en nosotros pero que las interpretaciones que hacemos a través de nuestro ego, desde el miedo, no nos permiten sentir.
Cuando vivimos conscientemente interpretamos todo lo que nos sucede de una manera totalmente diferente.
Ser conscientes de nosotros mismos y nuestra propia existencia nos permite percibir la vida de una manera más real y nos conduce directamente a ser plenamente felices.


Soltando a nuestros hijos

Nuestros hijos son las personas que más alegrías y más disgustos nos proporcionarán a lo largo de nuestras vidas, pero también son las que más dependerán de nosotros y las que más exigirán de nuestra responsabilidad y amor más incondicional.

No hay ninguna regla que nos asegure que nuestros hijos serán perfectos así que deberemos de utilizar nuestra intuición, nuestro sentido común y todo el amor que sentimos por ellos para lograr que la aventura de ser padres y madres no se convierta en la peor de nuestras pesadillas.

La vida nos enseña a ser padres cuando lo somos y la experiencia de serlo no nos asegura que con los hijos siguientes lo hagamos mejor pues los que tenemos varios hijos sabemos de primera mano que ninguno de ellos tiene que ver con el anterior y que lo que nos sirvió con cada uno de ellos no nos sirvió para el que vino después.

En mi caso tengo tres hijas y cada una tiene un carácter y una personalidad completamente distintas y en su educación he tenido de actuar de diferentes maneras con cada una.

Además, ahora que son mayores, cada una de ellas tiene una relación diferente conmigo al igual que yo también tengo una distinta con cada una de ellas.

Pero lo que me ocurrió con las tres cuando se separaron de mi para volar por su cuenta, siempre fue lo mismo.

Pensé que no era el momento adecuado y me sentí mal cuando se fueron.

Había oído hablar del síndrome del nido vacío y nunca pensé que me fuese a pasar a mí.

Y la verdad es que no me sucedió porque para mi el ser madre no se convirtió nunca en mi propósito de vida.

Yo siempre sentí que era algo más que una madre aunque durante muchos años me dediqué al cuidado de mis hijas y al de nuestro hogar, además de trabajar en mi empleo remunerado.

Siempre sentí que necesitaba hacer más cosas aunque ese no era el momento adecuado para hacerlas.

Y ese momento llegó cuando la última de mis hijas se marchó a vivir con su pareja dejándome sola en la que había sido durante años nuestra casa.

Y aunque al principio me sentí mal, como cuando cada una de las anteriores se marcharon, tuve que aceptar la gran lección que cada una de ellas me enseñó: que las cosas nunca serían como yo quisiera que fuesen y que tendría que aceptar que esto era así si no quería sufrir.

También tuve que aprender a vivir sola, pues aunque durante años estuve sin pareja, nunca viví sola hasta que mi hija menor se fue de casa.

Evidentemente yo no estuve de acuerdo con las decisiones que tomaron cada una de ellas en su momento porque consideraba que eran muy jóvenes y que aún no era el momento para que se marchasen.

Pero debí de reconocer que, aunque era verdad que eran muy jóvenes, para mi nunca hubiera sido el momento adecuado por muchos años que tuvieran, porque a lo que verdaderamente tenía miedo era a soltar esa responsabilidad que sentía por mis hijas y también que aún no estaba preparada para sentir el dolor que me producía a mi misma al pensar que no estaban preparadas para tomar las decisiones hasta entonces había tomado yo.

En cierta forma lo tenía controlado y cuando cada una se iba de casa desaparecía la sensación de seguridad que sentía cuando las decisiones las tomaba solo yo.

Soltar del todo a los hijos es duro y creo que el dolor que nos supone cuando ese momento llega, solo puede superarse si nos preparamos para ello.

Es un acto de amor que requiere sacrificio por nuestra parte pues dejarlos solos lleva aparejada nuestra renuncia a intervenir en sus vidas para siempre como hasta entonces lo habíamos hecho.

El decicarme a las cosas que me gustaba hacer y para las que entonces tenía tiempo me ayudó a aceptar lo que todos los padres y madres tenemos que asumir antes o después: nuestros hijos no son posesiones nuestras.

Desde mi punto de vista mi tarea como madre es la de enseñar a mis hijas a que sean buenas personas y que se valgan por si mismas con responsabilidad, cuando llegue el momento de que lo hagan.

Y aquí termina mi misión. El resto lo tienen que poner ellas porque a partir de entonces son ellas las que tienen que tomar sus propias decisiones.

Tener un hijo es un acto de amor en si mismo y ese amor que sentimos por cada criatura que traemos a este mundo nunca se acaba aunque lo sintamos de manera diferente con el paso de los años.

Nunca dejarán de ser nuestros hijos aunque no los veamos las veces que nosotros quisiéramos, aunque no tengan la vida que a nosotros nos gustaría que tuvieran, aunque amen a otras personas y tengan sus propias familias, siempre sentirán por sus padres y madres ese amor especial que nosotros también sentimos por ellos aunque tengamos nuestras propias vidas que nos llenen por completo y ahora ellos solo sean una parte importante más de ellas.

Nuestros hijos, al igual que nosotros, nunca podrán dejar de amarnos y de necesitarnos pero lo harán de otra manera.

Al igual que nosotros necesitan vivir su propia experiencia de vida y acertar y equivocarse como nosotros hacemos para aprender las lecciones que hemos aprendido y que nos quedan aún por aprender, y que son las que nos han llevado a estar bien con nosotros mismos y a ser felices.

Y en esa experiencia los papeles principales los ocupan ellos y y las personas que han elegido que estén en sus vidas, al igual que nosotros hicimos en su momento.

Son sus parejas, sus propios hijos y sus amigos los que a partir de ahora les enseñarán lo que deben aprender en su propia experiencia.

Al igual que nosotros deberemos continuar aprendiendo en la nuestra, que ahora recupera ese papel principal que durante tanto tiempo compartimos con ellos y que ahora incluirá además a más personas con las que compartiremos más tiempo y nuevas experiencias.

Nunca dejaremos de ser la madre o el padre de…. pero tampoco dejaremos de ser nosotros mismos cada uno de nosotros.

Cuando somos padres nos abandonamos en cierta forma a nosotros mismos y ahora que no están nuestros hijos volvemos a reencontrarnos con nuestro ser de una manera más serena y más rica por todas las experiencias vividas.

Nuestra vida se vuelve diferente y viviremos otras que al igual que las anteriores nos seguirán enriqueciendo.

El amor de nuestros hijos jamás se irá mientras estemos vivos y aún después perdurará en ellos cada vez que piensen en nosotros y nos recuerden cuando ya no estemos con ellos.

Es el ciclo de la vida. Es sabia y pone a cada uno en su lugar y en las circunstancias que necesitamos para que aprendamos lo que debemos saber en esta experiencia que vinimos a vivir.

Y para que este ciclo no se rompa, y para que no suframos nosotros y hagamos que sufran nuestros hijos, solamente debemos soltarles y permitir que vivan su propia experiencia y por supuesto continuar viviendo la nuestra, solo que de otra manera pues ahora podremos dedicarnos más tiempo a nosotros mismos y a nuestra propia vida.


No permitas que sufrir forme parte de tu vida

Llevo un tiempo en el que ya no me emociono cuando agradezco a la vida todo lo que me proporciona.

Es más se me olvida muchas veces hacerlo y cuando lo hago no siento realmente estar agradecida.

Supongo que será por lo de mi enfermedad.

Llevo un año y medio luchando con el cáncer y después de dos intervenciones y dieciséis ciclos de quimioterapia (aún me quedan dos) tengo que reconocer que me cuesta sentirme agradecida con la vida por lo que me está brindando últimamente.

Es cierto que aunque se complicó parece que en esta ocasión todo va bien.

Pero después de pensar que todo estaba solucionado tras la primera intervención y los primeros ciclos de quimio, que en la primera revisión te digan que tienes una metástasis te hace estar en una pseudorealidad que a veces hasta te hace daño.

Por que en realidad no se lo que va a suceder y en ese no saber también está la posibilidad de que no vuelva a mi cuerpo nunca más esta enfermedad.

Y a pesar de haber crecido mucho personal y espiritualmente y de haber pasado momentos también muy buenos tengo la necesidad de sincerarme y de contaros que en mi vida no todo es bonito.

Que tengo momentos duros como cualquiera y que los llevo lo mejor que puedo por que soy humana y tengo debilidades.

Los tóxicos que me curan tambien me causan secuelas que incluso puede que se queden para siempre.

El cansancio me impide hacer mi vida normal.

Pero me niego a sufrir.

El dolor está presente y no lo puedo evitar.

Lo acepto como parte de la vida pero el sufrimiento no permito que sea parte de ella.

Que no esté sufriendo se debe a que sé que soy yo la que me causaría ese sufrimiento por los pensamientos que yo proyectase si me quedase en la queja y en el sin sentido de echar la culpa a la vida o a cualquier otra cosa que se me ocurriera por esto que me está tocando vivir.

Disfruto de lo que la vida me presenta y también lo hago cuando como en este momento me siento más vulnerable.

¿Acaso está vulnerabilidad no es mía?

No tengo la necesidad de ocultarla porque no necesito demostrar que soy fuerte.

Soy muy fuerte y también soy muy vulnerable.

No es incompatible una cosa con la otra.

No tengo necesidad de ocultar nada de mi porque no soy perfecta.

Nadie lo es.

Tengo cosas que me encantan y cosas que no me gusta ver cuando me las reflejan los demás pero que reconozco que son mías y aunque no me gusten las abrazo y las acepto porque soy yo y también me proporcionan cosas positivas aunque al principio no fuese capaz de verlas.

El estar triste o enfadado es algo normal y no hay porque rechazar u ocultar estos sentimientos.

Dejarlos salir nos lleva a sentirnos en paz al ser coherentes con nosotros mismos.

A mi en este momento me cuesta agradecer a la vida todo lo que me da y me permito sentirlo porque asi estoy siendo coherente.

Se que tal vez esté siendo injusta con ella porque me proporciona muchas cosas que le tengo que agradecer pero en este momento no me sale y no tengo porque mentirme porque en el fondo si le miento a la vida me estaría mintiendo a mi misma y prefiero no hacerlo y no sufrir.

Se que más adelante volveré a sentir ese agradecimiento y así se lo haré saber y volveré a sentirme como ahora en paz porque estaré siendo coherente como lo soy ahora.

La vida está llena de momentos de todo tipo y nosotros debemos pasar por ellos.

Pero es nuestra decisión como lo hacemos.

Si nos sinceramos con nosotros mismos los pasaremos en paz aunque sean dolorosos.

Si no lo hacemos así nos causaremos a nosotros mismos y a los que más amamos sufrimiento.

Y yo no quiero esto ni para mi ni para las personas que amo.

Ya sufrí lo suficiente antes de aprender esta lección.

Sé que para amarme debo permitirme ser y ser conlleva aceptar y amar todo lo que hay en mi, incluida mi enfermedad y todos los sentimientos que me proporciona lo que vivo en cada momento.

Se que terminaré amando y agradeciendo todo esto que ahora me está tocando vivir aunque ahora se me escape de las manos a pesar de todo lo bueno que me está proporcionando también.

Como siempre os digo nada es solamente bueno o solamente malo. Todo tiene de todo.

Y no creáis que tiene que ver con mi completa curación que por supuesto que es lo que me gustaría que sucediera.

Es algo que va más allá.

No sé qué va a suceder en el futuro y tampoco me preocupa en este momento.

Lo que si sé es que lo que suceda, quiero vivirlo desde la conciencia de saber que son mis pensamientos los que harán que yo me sienta feliz y en paz o por el contrario que sean la causa de mi sufrimiento.

Sólo así podré disfrutar de esta experiencia que decidí vivir y que me está aportando mucho más de lo que me esperaba.


¿El enamoramiento es el verdadero amor?

Que nos atraiga una persona es el primer paso hacia lo que puede ser una relación de pareja si la atracción es correspondida.

Pero esa fuerte atracción que sentimos por alguien al principio de la relación y que nos mantendrá en el séptimo cielo mientras dure, no pasa de ser una primera etapa: el enamoramiento.

Además será la que determine si la relación puede llegar a más o si cuando pase y por fin abramos los ojos concluiremos que nuestro camino y el de la otra persona tienen que continuar por separado.

Es cierto que este periodo es el que más nos atrae porque principalmente el cuerpo se nos revoluciona por entero y durante un tiempo más o menos largo nos convertimos en seres diferentes.

Es por este motivo que muchas personas se refieran al enamoramiento como si se tratara del verdadero amor y piensen que tenga que ser eso lo que se sienta continuamente en una relación amorosa.

Incluso hay personas que van buscando relaciones cortas que no pasen de esa primera etapa para que esas sensaciones nunca se acaben.

Cuando nos enamoramos vivimos un permanente sueño.

Nos ilusionamos con esa persona que apenas conocemos y pensamos que eso tan fuerte que sentimos por ella puede perdurar en el tiempo y por lo tanto convertirse en el amor de nuestras vidas.

Claro que todo esto lo pensamos cuando nuestra ilusión nos lleva a idealizar a esa persona que vemos tan interesada en nosotros y que tanto nos atrae.

Casi todos nos comportamos de manera diferente cuando estamos en sociedad a como lo hacemos cuando estamos solos o con gente muy cercana como nuestra propia familia por ejemplo.

Solemos mostrar socialmente nuestra parte más atrayente. La que más nos gusta pues lo que pretendemos es agradar y caer bien en general.

Pero esa parte nuestra que no mostramos porque no nos resulta agradable no podemos ocultarla durante mucho tiempo porque en realidad, aunque nos moleste aceptarlo es parte de nosotros.

Las partes que nos gustan y las que nos desagradan somos nosotros y querer ocultar cualquiera de ellas es señal de que no nos aceptamos plenamente y será nuestro mayor motivo de sufrimiento, aunque las personas que no sean conscientes de la realidad se empeñen en encontrar culpables de ese sufrimiento siempre a alguien de fuera.

Por este motivo cuando vamos conociendo al otro llegamos a ver esas partes que se empeña en ocultarnos y el otro ve esas mismas partes de nuestro ser que nosotros también nos empeñamos en que no conozca.

Y el embrujo del enamoramiento empieza a desaparecer y comenzamos a ver a la otra persona de otra manera. Ya no es tan maravillosa y nos comenzamos a plantear si tendremos futuro con ella.

Y claro a la otra parte le sucede lo mismo.

Esto puede hacer que nos posicionemos donde no debemos hacerlo, es decir en protegernos ante lo que percibimos como ataques por parte del otro cuando lo que en realidad lo que nos está mostrando es lo mismo que le mostramos nosotros que no es otra cosa que el miedo que nos producirá su rechazo si como vamos percibiendo llega a ver esa parte tan horrible para nosotros y que ya empezamos a mostrar.

Pero no nos preocupemos porque esto tiene solución aunque para llegar a ella tendremos que plantearnos primero ¿qué es el amor para nosotros?

Porque la mayoría no nos lo planteamos y creemos que es lo que vemos en las películas porque en general lo que la mayoría de nosotros hemos vivido en nuestras casas no son relaciones precisamente de amor sino de dependencia o de interés y esto nos lleva a idealizar esos finales felices de historias de amores difíciles que nos hacen pensar que serán felices y comerán perdices para siempre como en los cuentos.

Y lo primero que nos deberiamos plantear es si de verdad necesitamos a otra persona para ser felices.

Por que si la respuesta es sí, entonces tendremos un problema porque atraeremos a nuestras vidas a personas que piensen igual que nosotros y tendremos una relación en la que creeremos que es responsabilidad del otro el que seamos felices sin darnos cuenta de que el otro también esperará lo mismo de nosotros y lo que conseguiremos será una relación llena de reproches de uno hacia el otro porque nunca nadie nos podrá dar al igual que nosotros no podremos nunca darle lo que realmente necesitamos cada uno de nosotros que no es más que amarnos a nosotros mismos y no depender de que nadie nos ame para ser felices.

Asi que antes de tener una relación de amor con alguien deberíamos tener una relación de amor con nosotros mismos.

¿Y como se consigue eso?

Pues iremos por partes pues este post se está alargando y creo que con lo que ya he planteado en el es suficiente de momento para que hagamos una profunda reflexión sobre esto.

En el próximo blog contestaré a esta pregunta.

Espero que os interese.