¿Tienes una relación tóxica?

Seguramente conoces a alguien que tenga o que haya vivido alguna relación como la que voy a comentar a continuación o tal vez seas tu quien la conozca de primera mano.

Hablo de las relaciones que ahora llaman tóxicas y que no son más que cualquiera en la que no te sientas cada dia mejor contigo mismo y seas feliz.

Aunque con esto no quiero decir que en cualquier relación todo sean risas y felicidad porque pensar eso es tener una mentalidad inmadura que aún cree que los finales felices de los cuentos son las únicas relaciones de verdadero amor. 

El amor nunca nos daña.

Al contrario siempre nos hará crecer a nosotros mismos y a la persona que tiene la relación con nosotros.

Desde luego que habrá momentos y se pasarán por situaciones en las que la vida nos mostrará que el amor no solo se trata de pasar buenos ratos sino de capear los no tan buenos y salir reforzados de ellos.

Pero esto no tiene nada que ver con las relaciones tóxicas en las que la frustración es la protagonista porque no se consigue sentir que la otra persona nos proporcione lo que creemos que necesitamos y nos merecemos.

Por cierto esto no solo sirve para aplicarlo en las relaciones de pareja sino para cualquier relación sea del tipo que sea y en las que no nos sintamos valorados o queridos en la misma proporción que lo sentimos nosotros hacia la otra persona.

Y como sentirse frustrado es sinónimo de ser infeliz conviene que sepamos lo que estas relaciones nos están mostrando para que aprendamos cuanto antes lo que nos vienen a enseñar y podamos continuar nuestro aprendizaje con relaciones más saludables.

Tal vez seas de los que piensas que con el tiempo todo eso que no te gusta cambiará. Pero ya te darás cuenta de que si cambia será para peor y no como tu esperas precisamente.

Si supiéramos que las relaciones son los espejos en los que nos vemos reflejados nosotros, las veríamos como lo que realmente son: verdaderos barómetros de lo que desconocemos de nosotros mismos.

Sin embargo al vivirlas desde la separación y creyendo que no tienen que ver con nosotros nos sentimos frustrados al ver lo diferentes que somos a ellos.

Y se nos pasa la vida no entendiendo nada de lo que pasa y resignados a sentirnos incomprendidos por esas personas a las que queremos y que no nos muestran apenas amor.

Cuando vivimos desde la separación ignoramos que aunque el otro nos muestre algo que percibimos como lo contrario, en realidad nos lo está mostrando desde la otra polaridad para que entendamos que nos encontramos en los dos extremos opuestos de lo que necesitamos aprender y que casi siempre será lo poco que nos amamos a nosotros mismos.

Por poner un ejemplo de una relación muy dura: cuando vemos una en la que hay una víctima y un maltratador no nos damos cuenta de que cada una de las partes se siente tan mal consigo mismo que en el caso del maltratado necesita de alguien que sea peor que el y que le castigue y el victimario necesita sentir que hay alguien peor que el y castigarle por el mismo motivo.

En realidad tanto el uno como el otro se están mostrando lo poco que se valoran y se aman ellos mismos.

Pero desde la separación nunca se entenderá la misión que están cumpliendo cada uno en la vida del otro porque lo que cada uno intentará en esta relación o en las siguientes en el caso de que se separen, será que alguien de fuera les proporcione ese valor y ese amor que no se dan a ellos mismos.

Desde la unidad aunque cada uno esté en el punto opuesto del otro se entiende que los dos tienen el mismo sentimiento de resentimiento con ellos mismos por no amarse y permitir que sea alguien de fuera el que les valore o les muestre ese amor que no sienten por si solos hacia ellos.

Se que la mayoría no siente que somos uno con todo y que lo que vivimos siempre nos está aportando información sobre nosotros mismos, pero el precio que pagamos por desconocer esto es bastante caro pues nos causa un enorme sufrimiento al sentirnos completamente frustrados porque no podemos cambiar las situaciones que vivimos. 

Pero conocer que los únicos que tenemos que cambiar somos nosotros mismos nos da la posibilidad de poder conseguirlo.

Nos abre una puerta que jamás contemplamos que existiera y que nunca podremos ver si no conseguimos distanciarnos de la visión que tenemos de nosotros de victimas de lo que nos hacen siempre los demás o las circunstancias.

Tenemos que amarnos primero a nosotros mismos para encontrar alguien que nos ame.

Tenemos que ser primero lo que queremos que el otro nos refleje de nosotros.

Si nos amamos tendremos como compañeros de vida a personas que nos amen y nos mostrarán eso en su reflejo.

Si no lo hacemos volveremos a encontrarnos con alguien que no nos amará ni podrá darnos amor por sus propias circunstancias.

Para amarnos lo primero que tenemos que hacer es cuidar de nosotros mismos y apartarnos de las personas que nos hacen daño, sea cual sea su lugar en nuestras vidas.

Tratarnos a nosotros mismos con el mismo amor con el que tratamos a esas personas que nos hacen sufrir y con las que tenemos una paciencia infinita a pesar del dolor que nos causan.

Perdonarnos por todo lo que hemos permitido que nos hiciesen y por no haber sabido cuidarnos, respetarnos y amarnos.

Y a partir de ahí darnos a nosotros mismos ese amor que siempre esperamos que nos viniese de fuera para que nos confirmase lo que ahora ya no nos hace falta saber porque ya lo sentimos: que somos seres merecedores de todo el amor que recibamos simplemente por el solo hecho de haber nacido y sin que tengamos que hacer nada a cambio para merecerlo.

Y entoncesí veremos cómo fluye el amor en todos los sentidos y en todas las facetas de nuestras vidas.


Ni buenos ni malos, somos las dos cosas

Se que muchas de las personas que van a leer esto no estarán de acuerdo pero sinceramente yo no trato de convencer a nadie sino de compartir mis experiencias y estas me han enseñado que si solo aceptamos una parte de nosotros sufrimos.

Claro que a la mayoría de nosotros nos gusta ver y mostrar esa parte tan fantástica que tenemos y que nos convierte en unas buenas y bellas personas.

Pero todos deberíamos de aceptar también esa parte que menos nos agrada y que procuramos guardar para nosotros mismos aunque a veces explotemos y la mostremos cuando estamos descontrolados.

Eso también somos nosotros y procurar ocultarlo nos hace sufrir al no aceptarnos por completo.

Somos luz y sombra así que cuanto antes nos reconozcamos y aceptemos antes podremos cambiar aquello que no nos gusta o abrazar con amor aquello que aunque no podamos cambiar forma parte de nuestro ser.

El no querer mostrar esas partes resulta hasta lógico pues a nadie le gusta que le reconozcan en pensamientos, sentimientos o incluso en actos que a nosotros mismos nos resultan deplorables en otras personas.

Pero hacer eso que es socialmente bien visto no tendría la importancia que alcanza cuando mostramos tanto interés en ocultarlo que hasta nos engañamos a nosotros mismos creyendo incluso que eso tan desagradable no forma parte nuestra.

Cuando esto ocurre nos volvemos sumamente críticos con las personas que tienen todo aquello que nosotros nos ocultamos y no reconocemos e incluso pedimos las condenas más severas para ellos.

No nos damos cuenta que al hacer eso nos estamos castigando cruelmente a nosotros mismos.

Nos convertimos en severos jueces de nuestros propios seres al no aceptarnos plenamente.

Estamos aquí para conocernos y trabajar en nosotros mismos para ser cada vez mejores personas y para reconocer lo que realmente que somos.

Ese es el final del camino.

Porque al fin y al cabo somos humanos y no somos perfectos. 

Tenemos que aprender de nosotros mismos y si nos negamos a admitir que tenemos cosas que no nos gustan nunca nos reconoceremos en lo que verdaderamente somos: AMOR.

Trascender cosas nuestras es parte de la vida.

Sentirnos culpables por no aceptarnos nos hace sufrir y no nos beneficia en absoluto.

Aceptarnos plenamente nos permite ser felices.

En este mundo dual en el que vivimos nada tiene solamente una cara, sino las dos polaridades. 

Así que ni buenos ni malos somos las dos cosas y cuanto antes lo reconozcamos antes nos brindaremos a nosotros mismos la oportunidad de poder ser felices.


Olvídate de ser perfect@

Es inútil pretender ser perfecto.

Somos humanos y tenemos cosas buenas y cosas que no lo son tanto.

Aceptar esto es aceptar también una parte importante de lo que somos.

Se nos olvida que lo somos si pretendemos ser perfectos.

¿Quién nos ha dicho que lo podemos ser?

Si somos humanos es porque debemos serlo porque aunque creamos lo contrario todo es perfecto.

Si esto no fuese así hubiésemos nacido de otra manera y seríamos otra cosa.

Pero no: somos humanos y cuanto antes aceptemos esa parte nuestra antes nos irá mejor.

El pensar que podemos ser perfectos nos causa sufrimiento.

Solemos creer que las cosas son solamente de una manera y que hacerlas de otra no estará bien.

Eso nos lleva a cometer errores pues lo que les ha servido a unos no nos tiene porque funcionar a otros, así que lo mejor que podemos hacer es abrir nuestra mente y escuchar a nuestro corazón.

Es intrínseco del ser humano el aprender de nuestros propios errores.

Es más me atrevería a decir que gracias a eso nos sentimos más vivos.

Creo que una vida totalmente lineal sería muy aburrida.

No podríamos superarnos y valorar todas aquellas cosas que conseguimos por nosotros mismos que al fin y al cabo son las que mayores satisfacciones nos proporcionan.

Además equivocarnos es parte del plan de nuestra vida.

Venimos a esta vida a disfrutarla pero también a aprender y a superarnos. 

A ser cada vez mejores personas y a comprender lo que en realidad somos y lo que nos hace felices.

Para mi la vida es como un juego en el que todo está embrollado y en el que tienes que ir descubriendo lo que de verdad importa.

Y para ello necesitamos equivocarnos.

Necesitamos quitar todo eso que nos hacen creer que necesitamos para ser felices y que en realidad nos lleva a sufrir.

Los errores que cometemos al contrario de lo que pensamos nos enseñan cosas y no son la causa de nuestro sufrimiento sino las oportunidades que nos brinda la vida para salir de esa rueda en la que estamos metidos y en la que ignoramos que participamos.

Nuestros errores nos llevan a ver que ese no es nuestro camino.

Que la felicidad no nos la puede proporcionar nada ni nadie que venga de fuera de nosotros.

Que nosotros ya somos felices de por sí pero tenemos que salir de ese círculo vicioso en el que nos mantenemos creyendo que las cosas materiales y los demás son los que nos causarán felicidad.

La felicidad no se puede proporcionar solo se puede compartir.

Y a mi modo de ver en esto consiste estar vivo: descubrir el juego y vivir sabiendo que estás jugando.

Pero eso sí ahora siendo consciente de ello.

De esta manera la vida toma otra dimensión muy diferente a la que podemos percibir cuando desde el desconocimiento creemos que para ser felices debemos ser perfectos.

Así los errores y los problemas se convierten en oportunidades para conocernos mejor y en retos para comprobar que somos mucho más valiosos y tenemos mucho más poder de lo que nosotros pensamos.

Y que las únicas limitaciones que nos han llevado a no conseguir lo que nos merecemos han sido las que nos hemos puesto a nosotros mismos por lo que creíamos que éramos.

Así comprendemos que somos mucho más que humanos, pero eso ya lo intuíamos, ¿verdad?

Cuando descubrí esto cambió por completo mi vida.

Así que ahora ya lo sabes:

Solo siendo imperfectos llegaremos a sentir esa felicidad que ya venía de serie con nosotros cuando llegamos a este mundo.


Desapego VS ilusión

Seguramente a la mayoría os ha pasado alguna vez y a muchos unas cuantas lo que voy a compartir hoy con vosotros.

Reconozco que me ha sucedido varias veces.

Hasta que descubrí que hay otra manera de vivir y que a mi nadie me había hablado de ello.

Pero vamos al tema.

Solemos pensar que cuando tenemos cualquier cosa lo mejor que puede sucedernos es que nos dure para siempre.

Y, claro está, si nos resulta agradable mucho más.

Esto por supuesto nos da seguridad sobre todo cuando es algo que de perderlo supondría para nosotros un descalabro como puede ser una relación o un trabajo.

Por ese motivo tendemos a querer poseer todo aquello a lo que damos importancia para el resto de nuestras vidas.

Por eso nos apegamos a nuestras parejas, nuestros familiares más queridos, nuestros trabajos, nuestras casas, etc.

Y algunas no precisamente son beneficiosas para nosotros pero no nos atrevemos a soltarlas por la inseguridad y el dolor que pensamos nos causaría perderlas.

Pero suele suceder que cuando nos apegamos a alguien o a algo no vemos clara la realidad y nos metemos en historias que al principio nos parecen maravillosas pero que no tardando mucho nos hacen sufrir.

Y así aguantamos en relaciones, en trabajos o en situaciones que nos hacen sufrir sin hacer nada por evitarlas.

Si conseguiesemos desapegarnos de las situaciones que vivimos, seríamos capaces de discernir entre lo que sucede realmente y lo que nosotros pensamos que está sucediendo.

Y esto nos llevaría a contemplar la realidad y a disfrutarla mientras comprobamos si lo queremos mantener en nuestra vida o a decidir que eso no nos encaja y preferimos soltarlo.

Pero como no sabemos vivir sin apegarnos nos mantenemos en la ilusión de que las cosas «no son como nos parecen» o que «cambiarán más adelante» y nos quedamos en situaciones que nos amargan la vida.

Y de esta manera, aunque algunas personas sean capaces de cortarlas, un gran número nos quedamos paralizados y no somos capaces de salir de lío en el que nos hemos metido nosotros solos inconscientemente.

El desapego al contrario de lo que muchos  creen no tiene nada que ver con la frialdad sino con disfrutar las cosas desde la realidad que estamos viviendo.

Simplemente el desapego nos hace vivir con los pies en la tierra y no vivir en la ilusión de lo que quisiéramos que fuera.

Si lo conociéramos no nos quedaríamos situaciones en las que después de mucho dolor nos hacemos conscientes de que esa ilusión que estabamos viviendo solo era eso una ilusión y que dista mucho de lo que pensábamos que era.

Cuando practicamos el desapego nos damos cuenta de lo que está sucediendo y solo participamos si nos interesa disfrutar de las situaciones que vivimos y evitamos el sufrimiento porque aceptamos la realidad.

Está claro que mantener una mala relación o las malas elecciones que hagamos en esta vida son nuestra responsabilidad asi como el cuidar de nosotros mismos y procurarmos felicidad es nuestro deber.

Por lo tanto mantenernos en situaciones que nos causan sufrimiento es nuestra decisión y soltar lo que nos hace sufrir también lo es.

Aunque desde luego podemos obviar esto y mantenernos en la queja de que la culpa es de los demás y que nosotros no podemos hacer nada por cambiarlo.

Pero el eludir la responsabilidad de nuestra propia vida es la principal causa de nuestro sufrimiento.

Asi que desapégate y deja de esperar que la felicidad venga de fuera de tí.

Sigue mi consejo: mantente solo en las situaciones que te hagan sentir bien y suelta lo que te haga sentir mal.

Deja de esperar que las personas o las situaciones cambien y acéptalas como son.

Y si tienes que dejarlas ir porque que te causan dolor suéltalas.

¡Solo así serás feliz!


¿Por qué te conformas con lo que no te mereces?

Párate un momento y respóndete a estas tres preguntas:

¿Llevas tiempo sintiéndote mal y necesitas expresar como te sientes?

¿Estás cansad@ de esperar a que las cosas mejoren y quieres dejar de sufrir?

Y por último la que para mí es la más importante,

¿Crees que tu puedes hacer algo para cambiar tu vida?

Pues no lo dudes estás en el sitio correcto.

¡Y hoy quiero compartir contigo una buena noticia!

A pesar de que seguramente tu crees lo contrario, tienes el poder de cambiar tu vida.

Es más, tu eres la única persona que puede hacerlo.

Créeme cuando te digo que, aunque tu no lo tengas consciente, el problema es que piensas que te mereces lo que tienes.

Si no fuese así no estarías viviendo estas experiencias por que el universo siempre nos refleja lo que pensamos y sentimos en realidad.

Así que aunque aparentemente pensemos que tenemos una buena autoestima y nos amamos esto dista mucho de ser así.

Estoy además convencida de que esto que te digo te resuena y algo en tu interior te dice que es cierto lo que te digo y hasta adivino las reacciones que tendrás al leer este texto.

Estas tres reacciones pueden ser posibles aunque la última de ellas muchos de vosotros no llegaréis a leerla, es más bastantes no habrán llegado ni a leer hasta aquí y luego os diré porqué.

Ahora veamos las tres posibles reacciones:

Puede que estés de acuerdo y quieras continuar leyendo algo más, algo que por cierto me encantaría porque sería un primer pequeño paso para poder cambiar y ser feliz.

O bien te reirás y dirás que escribo tonterías que no merecen que pierdas tu tiempo leyendo y entonces puede que actúes de dos formas diferentes: continuar leyendo con escepticismo o dejar leer esto ahora mismo.

Y la tercera reacción será probablemente la que ha tenido la mayoría de las personas que no han llegado a leer este texto completo y que por lo tanto no tienen ninguna intención de cambiar nada de sus vidas porque el seguir quejándose de sus circunstancias de alguna manera les satisface.

Estas personas no están interesadas en este tipo de publicaciones y si llegan a sus manos las cierran con mucha irritación en cuanto perciben que esta es realmente su situación y que son ellos mismos la causa de su sufrimiento.

Y lo hacen así porque si reconocen que este es su caso, tendrán que dejar esa actitud tan negativa de continua queja en la que se sienten cómodos y comenzar a actuar.

Y coger las riendas y responsabilizarse de sus vidas, es saltar al vacío porque nunca lo han hecho pues se han quedado en lo conocido, en pensar que son los demás y las circunstancias los que causan su sufrimiento.

Y eso les dará mucho miedo y se perderán la posibilidad de acabar de una vez por todas de esa manera que tienen de ver la vida que no es real y que al contrario de lo que ellos creen es la causa de su propio sufrimiento y el de las personas con las que tiene alguna relación y a las que ama.

Espero que esté no sea tu caso y me gustaría decirte algo que ignoras

¡Tu eres mucho más de lo que piensas!

Y esa es la única realidad.


Deja de causarte dolor

La mayoría cree que cuando sufre la causa de su dolor siempre es algo de fuera.

Así una persona o alguna situación se convierten en el motivo de su sufrimiento.

Esto que a priori les libera de la responsabilidad de ser la causa de su propio sufrimiento y sufrir aún más por ello al culpabilizarse de su dolor, a la vez les impide el poder liberarse del mismo y ver la vida de otra manera y en consonancia con lo que realmente está sucediendo en sus vidas.

Mirad, las cosas que suceden o lo que hacen otras personas nunca pueden hacernos daño si pensamos que no tienen que ver con nosotros.

Y justo esa es la clave de todo: lo que pensamos.

Tenemos una visión egocéntrica de lo que sucede a nuestro alrededor.

Esto nos lleva a creer que todo gira alrededor de nosotros y que todo lo que nos sucede es por la razón que nosotros pensamos.

Y así hacemos de sucesos que nada tienen que ver con nosotros personalmente, como más adelante os mostraré, verdaderos dramas de nuestras vidas.

La realidad es que tenemos un montón de creencias que nos llevan a interpretar los diferentes sucesos de nuestras vidas como si fuésemos impotentes ante las diversas situaciones que se nos presenten y que mientras mantengamos esas creencias que se han convertido en los grandes pilares en los que construimos nuestra experiencia vital, nunca advertiremos que lo que nos sucede tiene mucho más que ver con nosotros que con todo lo que identificamos como las causas de nuestro sufrimiento.

Es verdad que algunas de nuestras acciones van dirigidas a que alguien en concreto tenga una determinada reacción y eso también sucede en relación inversa.

Pero con la experiencia de nuestros años ya vividos habremos aprendido que esto no siempre nos ha dado el resultado que esperábamos sin saber además el porqué.

Y la razón tiene que ver con lo pensamos que está sucediendo pero no con lo que realmente está pasando.

Veamos un ejemplo de lo que quiero deciros:

Cuando intentamos que una persona reaccione de una determinada manera con una de nuestras acciones, ésta reaccionará según piense sobre lo que le está sucediendo y así nos podemos encontrar con que interprete que le estamos intentando ayudar y quiera escucharnos (otra cosa será lo que luego haga) o con que piense que le estamos intentando fastidiar o manipular y reaccione sin tan siquiera querer escucharnos o que incluso se enfade con nosotros o tenga una reacción incluso violenta.

¿Os suena?Seguro que sí.

Y ahora viene algo más difícil de reconocer:

¿Por qué intentamos que la otra persona cambie? ¿Es realmente por su bien o por el nuestro?

Si somos sinceros tendremos que reconocer que siempre es por sentirnos mejor nosotros aunque lo justifiquemos con que el beneficio será para el otro.

Esta es la única verdad: lo que los demás hacen o dicen tiene que ver más con ellos mismos que con nosotros y al igual que las diversas situaciones que se nos presentan (despidos, enfermedades, desamores, etc.) simplemente suceden.

Ahora démoslo la vuelta: todo lo que hacemos y decimos tiene que ver con nosotros mismos y no con los demás.

Solo cuando abandonemos esa visión egocéntrica podremos distanciarnos emocionalmente y podremos dejar de sufrir.

Solo cuando aceptemos que todo lo que sucede nos lleva a que prestemos nuestra atención en nosotros mismos y nos aceptemos completamente con nuestras luces y nuestras sombras dejaremos el dolor que sentimos por las interpretaciones que hacemos de lo que nos acontece.

Solo cuando dejemos de prestar nuestra atención fuera y la centremos en nosotros mismos dejaremos de ser los causantes de nuestro propio dolor.


Nunca hagas lo que no te apetezca

Dicen que cuando tienes una experiencia impactante y dolorosa no vuelves a ser la misma y es cierto.

Cuando atraviesas una etapa de esas te zarandea la vida de tal manera que se caen muchas cosas que nunca te hicieron falta y que habías puesto ahí con la convicción de que te protegían.

Cuando esto sucede se aclaran muchas cosas y caen de repente muchas creencias que ya no tienen cabida en tu vida.

Reconoces que estás creencias nunca fueron tuyas que simplemente las habías aceptado como algo real y les habías dado un valor muy importante en tu vida.

Tan importante que no te dejaban vivir y disfrutar de estar viva y conseguían todo lo contrario que sintieras la vida con montones de obligaciones y condicionamientos.

La liberación que sientes cuando te das cuenta de que nunca tienes que hacer nada que no te apetezca y que lo único que importa es que seas honesta contigo misma y con los demás solamente siendo como eres, te permite a partir de ese momento darte el permiso de ser.

¿El qué?

Lo que quiera que seas.

Sin tener que justificarlo sin tener que explicar nada a nadie.

Sin tener que esperar nada de nadie tampoco porque ya no necesitas la aprobación ni sentirte querida por nadie.

Dejas de necesitar hacer juicios a los demás porque entiendes que cada uno debe encontrar su manera de vivir por si mismo y puede equivocarse tantas veces como necesite al igual que te sucede a ti porque solamente pasando por esto aprendemos y cerramos ciclos para pasar a los siguientes.

Terminas aceptando que no tienes que ser perfecta para gustarte y gustar a los demás y eso te permite relajarte y equivocarte tantas veces como necesites pues la única persona con la que en realidad competías no era otra más que tu misma.

Admites que todo lo que ha sucedido en tu vida te ha llevado a ser quien eres en este momento y abrazas con amor todas esas vivencias que te han hecho crecer y amarte como te amas ahora.

Te perdonas por todas las veces que te fallaste a ti al no permitirte ser tu misma e intentar agradar a los demás con la esperanza de que te amaran.

Y empiezas a sentirte por fin en paz…


Se coherente y serás feliz

El complicarnos la vida parece que es algo que los seres humanos hacemos con bastante facilidad.

Estar en coherencia con lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos nos lleva directamente a ese estado en el que la felicidad no se busca porque se es consciente de que ya está.

Ser felices es nuestro estado natural. Sin embargo algunas creencias que tenemos nos llevan a vivir situaciones que nos hacen sufrir.

Creencias que hicimos nuestras pero que en realidad no lo son.

Tan solo nos dijeron que era así y nosotros lo creímos y jamás nos planteamos que no lo fuera.

Lo que nos dicen las personas que son importantes para nosotros nos marca nuestra vida.

Las costumbres y normas de la sociedad en la que vivimos  también.

En las sociedades en las que las mujeres cuidan de la familia es muy difícil que alguna mujer se plantee que puede conseguir lo que ella quiera, aunque afortunadamente algunas hay.

Cuando en tu familia te han dicho que lo que a ti te apasiona nunca te dará el dinero que necesitarás para vivir, es muy difícil que el trabajo que tengas de adulto te haga feliz.

Pero hay personas que se salen de lo «normal» y se arriesgan a ser coherentes con ellas mismas y con lo que sienten.

Que se plantean sus creencias y deciden que no van con ellas y las cambian.

Y donde los otros dicen que no pueden esas personas lo convierten en un puedo si lo intento.

Y las creencias las ponen en duda y comprueban si son ciertas o no.

¿Quién dice que alguien no pueda conseguir lo que se proponga?

Tan solo alguien que nunca lo intentó.

Alguien que sigue las creencias que le inculcaron y que nunca fue feliz porque impidió con ello que su verdadero ser se mostrase.

Sentir una cosa y hacer lo contrario apaga nuestro ser.

Pensar de una forma y hablar de otra nos ahoga.

Cambiar lo que somos por lo que deberíamos de ser acaba con nuestra vida.

Tan solo seremos felices cuando volvamos a ser como cuando éramos niños y no nos habían inculcado lo que según otros deberíamos de hacer o de ser.

Cuando pensábamos que la magia era posible y que podríamos conseguir lo que deseáramos.

Porque en realidad cada uno de nosotros somos magos y la vida se nos muestra como nosotros creemos que es.

Si pensamos que tenemos limitaciones las tendremos de cualquier tipo pero si pensamos que conseguiremos lo que nos hace felices conseguiremos cualquier cosa que nos propongamos.

Esa es la realidad.

Aprende esto y cambiarás tu vida.


Lo que el cáncer me enseñó (1)

En este pasado enero se cumplieron dos años desde que me operaron de una metástasis con tres tumores en el hígado que se me produjo  después del cáncer de colón del que también me operaron apenas un año antes como ya os conté en su momento.

Ya hace año y medio que terminé con la quimioterapia y las frecuentes revisiones siempre me dan buenas noticias.

Deciros que desde que empecé los tratamientos para vencer a esta enfermedad, he vivido muchas experiencias de todo tipo que me han llevado a sentir las más profundas emociones y que a pesar del miedo a que podría pasar, la incertidumbre de no saber si podría con ello o no o el terror a enfrentarme a mi propia muerte, también han traído cosas muy positivas a mi vida y que me apetece compartir con vosotros.

Puedo decir que estos años me han hecho renacer, que mi vida ha cambiado a mucho mejor que la que vivía antes.

Ante una experiencia así aprendes a darle importancia a lo que realmente la tiene y a soltar mucho lastre que llevas y que no es tuyo ni tu puedes resolver.

Al fin y al cabo bastante tienes con lo que tienes tú en ese momento.

Relativizar todo me abrió un mundo nuevo desconocido y que siempre había estado allí pero que me había escondido mi propia manera de pensar y de creer en que consistía estar viva.

Aprendí que yo solamente tenía que responsabilizarme de mi y de mi propia vida y que debia permitir que los demás se hicieran responsables de las suyas porque al fin y al cabo a eso hemos venido principalmente cada uno de nosotros a este mundo.

Y cuando lo aprendí comencé a descansar. Dejé de sentirme mal por las cosas que les sucedían a las personas que quiero y que yo no podía resolver.

Es una de las lecciones más importantes y difíciles que me costó aprender pero que una vez aprendida me ha aportado mucha paz porque he dejado de sentirme culpable de no poder proteger a mis personas más queridas.

También me permitió dejar de preocuparme de lo que ocurría fuera y centrarme en mí y darme así cuenta de que nunca me había prestado atención, que siempre puse como prioridad en mi vida a las personas que me importaban y que me olvidé por completo de mí.

Y eso me llevó a aprender que cuando no te amas a ti primero no puedes amar a nadie porque lo que das no es amor sino otras muchas cosas que no tienen que ver con el amor como preocupación, frustración, dependencia, etc. y que a la otras personas les lleva a ver las cosas como las ves tu y a que sigan perpetuando esta forma de ver la vida tan irreal y que solo aporta malestar y sufrimiento.

Me costó mucho entenderlo sobre todo con mis hijas.

Para una madre o un padre aprender a soltar por completo a un hijo y dejarle responsabilizarse de sus propias decisiones es muy duro cuando piensas que el amor tiene que ver más con la sobreprotección que con el verdadero amor.

Sobre todo cuando las decisiones que toman no son acertadas e intuyes a donde le llevarán a medio o largo plazo.

Lo primero que te sale es evitarle el sufrimiento que crees que puede tener.

Pero cuando aprendes que los padres tenemos la misión de educar y cuidar de nuestros hijos y de procurarles las herramientas y/o habilidades para que afronten y se responsabilicen de sus propias vidas, te das cuenta que privarles de que lo hagan haciéndote responsable de ellos de por vida es negarles la oportunidad de que crezcan sanos y de que sean felices.

No tenemos derecho a privar a nadie de su libertad a equivocarse y a aprender de sus propios errores.

No tenemos el derecho de responsabilizar a otros de los que nos pasa a nosotros mismos.

Creo que la gran lección que tenemos que aprender cada uno de nosotros es a responsabilizarnos de nuestras propias vidas y permitir que los demás lo hagan con las suyas.

Eso no quiere decir que cuando alguien me pida mi ayuda yo no se la dé, sino que me permito dejarle la libertad de que tome sus propias decisiones y que también me permito el no sentirme culpable de lo que le está sucediendo y de que no puedo librarle de ello, porque se que eso que le sucede tiene que ver única y exclusivamente con esa persona en concreto y que lo que necesita es aprender de ello para continuar evolucionando en su propia experiencia.

Esta es una de las grandes lecciones que me aportó el cáncer: responsabilizarme de mi vida es amarme a mi misma y permitir que los demás se responsabilicen de la suya, a pesar de que desde mi punto de vista se estrellen, es amarles a ellos también.


Centra tu atención en tí

Nos enseñarán a buscar culpables fuera de nosotros para cada una de las cosas que nos suceden y acabamos poniendo nuestra atención siempre fuera y viviendo desde la inconsciencia nuestra propia existencia.
Poner la atención en nosotros mismos en lo que sentimos, pensamos y hacemos nos lleva a ser cada vez más coherentes y a percibir la felicidad que ya está en nosotros pero que las interpretaciones que hacemos a través de nuestro ego, desde el miedo, no nos permiten sentir.
Cuando vivimos conscientemente interpretamos todo lo que nos sucede de una manera totalmente diferente.
Ser conscientes de nosotros mismos y nuestra propia existencia nos permite percibir la vida de una manera más real y nos conduce directamente a ser plenamente felices.