Decir adiós es necesario

Si hay algo difícil de aprender es a desprendernos de las cosas que consideramos nuestras y que aunque no las usemos desde hace años conservamos por si acaso más adelante las vamos a necesitar.

En la mayoría de los casos ni tan siquiera recordamos que las tenemos allí, en algún lugar almacenadas y solo nos acordamos de ellas cuando ordenamos o limpiamos. Y las vemos entonces.

De esta manera nos encontramos con un montón de ropa que ya no nos sirve porque no tenemos ya esa talla pero no tiramos por si más adelante adelgazamos, con un montón de libros que compramos creyendo que íbamos a leer pero que ni llegamos a abrirlos, con ropas de casa que a pesar de estar muy usadas quizás necesitemos más adelante para hacer trapos o para tapar los muebles si pintamos, sartenes en las que todo se pega pero que nos pueden servir para que no se nos estropee la nueva que hemos comprado ya hace bastante tiempo, etc.

Lo mismo nos pasa con algunas situaciones: el trabajo por ejemplo.

Lo pasamos mal todos los días porque no nos gusta nuestro cometido o porque el ambiente nos desagrada y no somos capaces de buscar otro empleo contándonos mil disculpas: que si a donde voy a ir con la edad que tengo, que si como está la situación no voy a encontrar nada, que si en todos los sitios pasa lo mismo, que si en todos los trabajos hay que aguantar, etc.

El caso es que a pesar del esfuerzo que nos supone continuar yendo todos los días a pasarlo mal, dejarlo nos parece aún más insoportable.

Y también lo hacemos con las relaciones de todo tipo.

Tenemos familiares y amigos con los que nos sentimos a disgusto por la razón que sea y aguantamos reuniones o celebraciones a las que nos cuesta un sacrificio enorme asistir y permanecer.

Nos sucede lo mismo con las relaciones de pareja.

Mantenemos la relación porque no nos atrevemos a dejarla pero el amor ya hace mucho tiempo que no lo sentimos.

Sin embargo la sensación de hastío y de frustración cada día es más grande.

No es extraño comprobar que no solo se nos da una de estas circunstancias sino que lo más probable es que que se nos den todas a la vez.

La vida es así: nos muestra siempre como nos sentimos realmente a pesar de las justificaciones y las disculpas que nos pongamos para no movernos y salir de las situaciones en las que nos hemos metido nosotros mismos, a pesar de que cuando estamos desconectados de la conciencia culpabilicemos a los otros de todas nuestras desdichas.

Tenemos que aprender a soltar todo lo que ya no suma en nuestras vidas.

Las cosas, las situaciones o las personas que estuvieron y fueron necesarias en nuestras vidas en el pasado no necesariamente tienen que permanecer en el presente pues, en ocasiones, al igual que en el ejemplo de la ropa ya no nos sirven porque «ya no son de nuestra talla»

Cumplieron su cometido cuando las tuvimos pero ahora tenemos que soltarlas y dejarlas ir porque ya nos han aportado lo que necesitamos y nosotros a ellas también.

Creemos que si dejamos la relación causaremos sufrimiento a la otra persona y solo es una justificación para no afrontar el miedo que nos supone enfrentarnos a abandonar lo que conocemos.

Si somos sinceros reconoceremos que nuestra pareja no puede ser feliz en la relación si nosotros no lo somos y si continúa es porque tampoco se atreve a soltarnos por el mismo motivo.

Mantenernos parados no soluciona nada y solo nos hace sufrir.

Al contrario de lo que pensamos dejar una relacion que no funciona es un acto de amor hacia nosotros y hacia nuestra pareja pues le brindamos la oportunidad de que enfrente sus propios miedos y pueda ser feliz.

Tenemos que aprender que hay que soltar todo lo que ya no no es útil y dejar sitio para lo nuevo que tiene que llegar.

Un adiós es necesario para reencontrarnos con nosotros mismos y amarnos para llenar ese enorme vacio de amor que no recibimos de fuera y que la vida nos muestra para que sigamos creciendo y evolucionando.

Para que dejemos de centrar nuestra atención en lo que hay fuera y la dirijamos hacia nosotros.

Para que nos respetemos y nos amemos.

Para que seamos coherentes y podamos por fin ser felices.


¿Conoces los Decretos?

¿Sabéis que son los decretos o afirmaciones?

Algunos probablemente no sepáis de lo que hablo y otros quizás hayáis oído hablar de ellos pero lo que la mayoría ignora es que a pesar de que no lo sabemos nos pasamos el día entero decretando.

Lo hacemos desde la no conciencia y el resultado de lo que estamos decretando es el reflejo de lo que estamos viviendo.

Aunque nos parece que tenemos mala suerte o que no nos merecemos todo aquello que nos resulta molesto, en realidad todo es el resultado de lo que estamos decretando para nosotros durante muchos años muchas veces al día.

Todo lo que es fuera es un reflejo de lo que hay dentro, esto es lo que nos dice la Ley de Correspondencia.

Y os preguntaréis: Pero si yo nunca he decretado tener una mala relación de pareja entonces, ¿cómo es que siempre tengo relaciones en las que no me valoran ni me aman?

Pues precisamente porque aunque conscientemente quieres una relación sana en el fondo de tu corazón piensas que no mereces que te quieran.

¿Quieres comprobarlo?

¿Cuántas veces te descubres pensando que eres tont@, por no decir otra palabra malsonante, inmediatamente después de darte cuenta de que te has equivocado?

Este solo es un pequeño ejemplo de lo mal que llegamos a tratarnos cuando no nos amamos y pretendemos que alguien de fuera nos de lo que no somos capaces de darnos a nosotros mismos.

El universo nos muestra, a través de nuestra vida, que necesitamos conectar con nosotros y aceptarnos plenamente antes de poder subir nuestra vibración y poder encontrar alguien que también se ame y pueda amarnos de igual manera.

Desde niños sentimos que si queremos que nos acepten y nos quieran tenemos que renunciar a ser nosotros mismos y agradar a los demás.

De esta manera empezamos a desconectarnos de nosotros y a poner nuestra atención en lo que sienten los demás.

Los decretos o afirmaciones, como también se los conocen, nos ayudan a transformar la visión que tenemos de nosotros y que para nada es real.

¡SOMOS LOS AUTÉNTICOS CREADORES DE NUESTRAS VIDAS!

Nuestro presente es el resultado de lo que decretamos para nosotros en el pasado.

Por lo tanto debemos elegir lo que deseamos que en un futuro se nos muestre, ahora.

¡EL PRESENTE ES EL ÚNICO MOMENTO EN EL QUE PODEMOS ACTUAR PARA CAMBIAR LAS COSAS!

Voy a compartir con vosotros unas poderosas afirmaciones o decretos que yo utilizo y que lograrán que las creencias limitantes que nos causan dolor desaparezcan, que cambiarán nuestra forma de ver la vida y conseguirán que dejemos de sufrir.

Publicaré decretos para tener salud, abundancia, éxito, amor propio y amor de pareja .

Cada semana Decretos de uno de estos cinco temas.

Para que funcionen debemos pronunciarlos en voz alta varias veces al día, sintiendo que lo que estamos decretando es cierto y lo tenemos ya en nuestra vida.

Es conveniente que después de repetirlos varias veces agradezcamos diciendo: gracias, gracias, gracias y finalicemos diciendo: así es.

Aunque no creamos en las Leyes Universales, realmente existen y así es como funciona el Universo.

Podemos ignorarlas pero seguirán ahí.

Según la Ley de Atracción estamos atrayendo siempre a todo lo que tiene una vibración semejante a la nuestra.

Por lo tanto todo lo que tenemos en nuestras vidas lo atraemos nosotros aunque solemos prestar atención siempre a lo de fuera y culpabilizar a las personas o a las situaciones vividas de todas las cosas que nos molestan o nos hacen sufrir.

El Universo nos muestra siempre lo que realmente sentimos así que si queremos que nuestra vida cambie es necesario que hagamos un reseteo en nuestras creencias que son las que a través de nuestros pensamientos crean las emociones que nos causan los sentimientos que nos llevan a crear lo que percibimos y así cambiando nuestro presente cambiemos nuestro futuro.

No nos mentimos cuando decretamos porque en realidad todo lo que afirmamos ya está ahí para nosotros, solo tenemos que alcanzar la vibración necesaria para que se materialice y lo podamos ver.

Como en este mes celebramos el día de los enamorados empiezo con estos Decretos para todos aquellos de vosotros que quieren conseguir una pareja sana.

Deseo que os gusten y os sirvan para seguir creciendo y para ser cada día la mejor versión de vosotros mismos y que así entre todos consigamos dejar un mundo mejor al que nos encontramos al llegar aquí.

Gracias, gracias, gracias

Así es.


La soledad nos acerca al amor

Aunque parezca incoherente lo que digo creo que la única manera de poder amar y permitirnos ser amados empieza por pasar tiempo en soledad.

Creemos que tenemos que tener una pareja para sentirnos plenos y no tener pareja no significa estar incompletos, sino que es una opción donde no se busca ni se espera nada, solamente se vive.

Tampoco es mejor no tener pareja que tenerla.

Es necesario que nos desprendemos de algunas creencias que nos limitan, nos cohartan y nos impiden ser quienes realmente somos.

Nos han hecho creer que el respetar, aceptar y disfrutar de la vida que queremos es ser egoístas y nada más lejos de la realidad.

No todos somos iguales ni tenemos las mismas inquietudes y por lo tanto todos vemos la vida de distintas maneras.

Por eso aferrarnos a las creencias que nos llevan a pensar que debemos hacer cosas que no resuenan con nosotros nos llevarán directamente al sufrimiento.

Sentimos la presión de lo que se espera de nosotros y nos aguantamos con preguntas maliciosas sobre nuestra vida sintiendo la incomodidad que nos produce el apartarnos de «lo normal» sintiéndonos en ocasiones hasta culpables por no hacer lo que se espera de nosotros.

Pero no todos somos felices teniendo un trabajo seguro, comprando un coche y una casa, casándonos y teniendo una familia.

O puede que lo queramos pero no en el tiempo en el que los demás lo esperan y deseemos lograr otras cosas antes de comprometernos con otras personas.

Creo que todos deberíamos de pasar un tiempo solos para conocernos a fondo y para plantearnos todas esas preguntas que todos nos hacemos sobre qué estamos haciendo aquí y qué queremos hacer con nuestra vida.

Solo así tendremos la oportunidad de ser felices y contribuir a la felicidad de otros.

A formar parte del crecimiento del mundo en el que vivimos a partir de nuestro propio crecimiento personal.

Todos nosotros somos amor y venimos a aportar a este mundo cosas diferentes y necesarias todas ellas pues el universo es perfecto.

Y para lograrlo cada uno necesitamos pasar por nuestras propias experiencias.

Disfrutar de uno mismo es esencial para poder amar.

Todos deberíamos tener tiempo para estar con nosotros mismos y hacer las cosas que realmente nos hacen felices.

Lo peor que podemos hacer es estar con alguien para no quedarnos solos.

De esta manera nos haremos daño y causaremos sufrimiento a otras personas y también a nosotros .

Y dejaremos tras nuestro paso un mundo igual o peor al que nos encontramos.

Enseñaremos con nuestras experiencias que vivir es sufrir cuando la vida nos está mostrando continuamente que es todo lo contrario.

El universo nos pone delante situaciones que nosotros interpretamos como desastres pues nos enfrentan a salir de las vivencias en las que nos colocamos por seguir lo que nos dictaban nuestras creencias, sobre cómo deberían ser las cosas y por no escuchar nuestras propias necesidades. 

Siempre estamos a tiempo de poder cambiar lo que no nos funciona e intentar ser felices.

Pero en la mayoría de las ocasiones nos quedamos parados y no hacemos nada por cambiar la situación que nos produce dolor y así nos causamos sufrimiento.

Nos disculpamos con mil excusas para no dar el único paso que deberíamos dar si nos amamos a nosotros mismos y a las personas que comparten nuestra vida y a las que decimos que queremos.

La única manera de parar todo eso que nos causa dolor es soltar esa situación y empezar de nuevo.

Pensamos que si lo hacemos causaremos dolor y es todo lo contrario.

Quedándonos es cuando sufrimos y causamos sufrimiento a otros.

Marchándonos es cuando mostramos a los demás como deben de amarse a ellos mismos no permitiéndose seguir aguantando esa situación que les causa dolor.

Si nos amamos no permitiremos que nadie nos trate mal y no nos de todo lo que nos merecemos.

Esa es la única forma de enseñar a los demás que todos somos amor y que debemos conectar con nosotros mismos para recordarlo.

Mantenernos en relaciones dolorosas nos aleja de lo que somos y nos lleva directamente al sufrimiento.

Atender nuestras emociones y salir de esas relaciones nos acerca a lo que verdaderamente somos y solo así seremos coherentes y estaremos en paz.

La soledad es necesaria para conectar con nosotros mismos, conocernos y saber lo que hemos venido a hacer en esta vida.

Solo a partir de aquí nos mostraremos coherentes y seremos felices con las decisiones que tomemos para completar de una manera plena y amorosa nuestra vida ya sea con pareja o sin ella.


El amor no es lo que creemos

La mayor causa de nuestro sufrimiento es la incoherencia entre lo que sentimos, pensamos y hacemos.

Pero para dejar de ser incoherentes deberíamos plantearnos algunas de las creencias, que pensamos que son nuestras pero que realmente no lo son, y que son las que nos limitan.

Una ellas, por ejemplo, es que el verdadero amor es para siempre.

Esta idea romántica del amor fundamentada en novelas y películas idealizadas está basada tan solo en la tranquilidad que nos proporciona el pensar que alguien de fuera va a proporcionarnos lo que nosotros necesitamos para ser felices.

También en la creencia de que si estamos solos nos falta una mitad que nos complete.

Ignoramos que no nos hace falta nada para ser perfectos tal y como somos.

En el universo todo es perfecto así que por lo tanto todos lo somos, aún con nuestras pequeñas o grandes cosas que nos avergonzaría reconocer si tuviésemos que hacerlo delante de alguien.

Todas esas cosas que tenemos cada uno de nosotros tienen un porqué que todos desconocemos y que sirven para cosas que ignoramos pero que son necesarias para nuestro crecimiento personal y para el de otros.

Todos dejamos huellas unos en los otros de alguna manera y estas son las que nos permiten crecer y desarrollarnos.

Tenemos la creencia de los problemas o las crisis son de las peores cosas que nos pueden suceder cuando en realidad son las oportunidades que el universo nos brinda para que consigamos ser mejores personas.

El amor no tiene porque durar para toda la vida con la misma persona.

El forzarnos a quedarnos en situaciones dolorosas para nosotros solo nos hace sufrir porque continuamente estaremos constatando lo poco que nos amamos a nosotros mismos.

El amor no tiene que ver con nada de eso.

Tendríamos que reconocer que todos somos amor y por lo tanto nada de lo que hagamos deja de serlo. Tanto lo que reconocemos como bueno como lo que tachamos de malo.

Todo lo que sucede a nuestro alrededor es neutro.

Son nuestras creencias las que crean los pensamientos que tenemos sobre lo que sucede las que van creando nuestra realidad.

Cuando alguien nos abandona nos está mostrando algo de nosotros mismos que debemos sanar pero si nos apegamos a lo que creemos que está pasando y ponemos nuestra atención en el sufrimiento que nos está causando el otro al dejarnos solos, nunca llegaremos a ver lo que esa situación nos está enseñando, pues nos veremos como las víctimas de lo que estaremos interpretando que sucede.

Lo mismo sucede cuando somos nosotros los que dejamos una relación, solo que en esta ocasión será la otra persona la que deba de aprenderlo y nosotros ya estaremos haciendo nuestra parte para al dar el paso de abandonar esa relación que ya no nos conviene y que debemos soltar para nuestro mayor crecimiento.

Aprendiendo a amarnos a nosotros enseñamos a los demás a que también hagan lo mismo.

Esta es la única realidad.

Todos vamos buscando algo que nos falta y lo proyectamos en alguien de fuera pero nunca lo encontraremos ahí porque ese vacío que sentimos solo lo conseguiremos llenar cuando conectemos con nosotros mismos, con nuestro verdadero ser.

Solo conectando con lo que somos y aceptándonos plenamente conseguiremos saber que el amor no tiene que ver con lo que creemos que es y descubriremos que la vida es mucho más sencilla de lo que nosotros mismos nos la hacemos.

Vivir es amar. Amar es vivir.

Solo necesitamos conectar con lo que somos para comprenderlo.


Abre tu corazón

Es difícil dejar entrar a otra persona en tu corazón.

Abrirte a compartir tus miedos, tus sueños, tus sentimientos, tus anhelos te deja expuesta ante el otro totalmente desnuda.

Pero no la desnudez del cuerpo que aunque nos cueste en un principio mostrar, pues todos tenemos partes de las que no estamos orgullosos, tras comprobar que la otra persona ni tan siquiera se ha fijado en ellas o si lo ha hecho no le da la importancia que a nosotros nos atormenta, nos permite relajarnos y disfrutar de él.

Esa desnudez a la que me refiero te deja totalmente desarmada delante del otro y a su merced para que en el caso de que lo quiera dañarnos en lo más profundo de nuestra alma y destruirnos si no tenemos una buena autoestima.

Nunca podremos estar seguros de que la persona que amamos no vaya a dañarnos.

Incluso puede que no lo haga al principio y lo pueda hacer más adelante pero si buscamos seguridad para no sufrir nunca podremos experimentar el amor como lo que realmente es.

La aceptación completa por parte del otro solo la conseguiremos si nos abrimos y nos mostramos tal y como somos y claro que esto conlleva el riesgo de sentirnos vulnerables.

Pero no hacerlo nos lleva a protegernos y a poner barreras para que el otro no pueda ver dónde nos puede doler.

Ignoramos que al hacer esto estamos sacrificando una parte muy importante de nosotros mismos y a la vez no nos permitimos que nos puedan amar.

Tampoco podemos amar a otra persona si no somos capaces de vencer el miedo que nos causa el enfrentarnos a mostrarnos tal y como somos.

Dos personas no podrán nunca amarse si no desnudan su alma el uno para el otro. Podrán tener una relación del tipo que sea pero no experimentarán el amor en ella.

El mantener barreras por protegernos de sufrir nos hace no poder disfrutar de amar y sentirnos amados.

¿Que paradójico resulta, verdad?

Sufrir en el presente pues no podemos disfrutar plenamente de la relación para hipoteticamente no sufrir en el futuro si nos hacen daño.

Estas cosas tenemos los seres humanos.

Nos complicamos solos la vida por no aceptarla como es.

Por empeñarnos en querer asegurarnos la felicidad ni tan siquiera llegamos a sentirla.

Yo creo que correr el riesgo de sufrir (o no) en el futuro me merece la pena y a pesar de haber tenido experiencias dolorosas en el amor, me niego a no poder amar y sentirme amada.

Si el otro me hace daño, nunca será por mí, sino que lo hará por él mismo y ese será su problema.

El mío será el amarme a mi misma y dejar ir esa relación que no me conviene porque el amor nunca es sufrimiento.

El amor es libertad, aceptación y crecimiento. El amor te invita a vivir y sentir lo maravilloso que es sentirse vivo.

Tengo muy claro que perder la oportunidad de vivirlo es mi responsabilidad.

Permitirme amar y que me amen es mi deber y mi obligación pues nadie más que yo es responsable de mi propia felicidad.

Prefiero llorar por haber amado y haberme sentido amada que perderme la oportunidad de sentir y vivir el amor.


Lo que se fue no era para ti

En la vida siempre se abren etapas y se cierran.

El cambio es constante por lo que aferrarnos a que las cosas sean como nos gustaría que fuesen es absurdo y además nos causa sufrimiento.

Cuando algo se va de nuestras vidas no podemos hacer nada por evitarlo así que lo mejor es aceptar que esa etapa ya pasó y que se nos presenta una nueva que nos aportará nuevas cosas que necesitamos en ese momento presente en el que nos encontramos.

Lo que sucedió en el pasado es lo que en ese momento necesitábamos pero ya no nos hace falta.

Ya aprendimos lo que nos aportó y quedarnos enganchados en ello no nos llevará a ninguna parte.

Aceptar la vida como viene nos hace sentirnos bien con nosotros mismos.

Aferrarnos al pasado interrumpe el fluir natural de la vida y eso nos causa sufrimiento.

Durante el tiempo que estemos vivos nos acompañarán muchas personas que nos aportarán lo que necesitamos en los momentos que se crucen en nuestras vidas.

Y cuando ya no las necesitemos harán algo o lo haremos nosotros mismos y eso será la causa por lo que esas personas dejarán de acompañarnos.

Todo tiene un comienzo y todo tiene un final.

No tenemos que sentirnos tristes por soltar lo que ya no está en nuestra vida, lo que se fue ya no era para ti.

Disfruta el presente y lo que llegue después ya se verá.

Relájate y deja que la vida siga actuando.

Y recuerda: el final de un ciclo es también el inicio de otro.


Te amo y te dejo ir

La primera vez que te vi no sabía hasta que punto ibas a afectar mi vida.

Se que si apareciste en mi vida no se debió a una casualidad sino a que teníamos que  encontrarnos para aprender algo el uno del otro y tenía curiosidad por saber que sería.

Lo que te he aportado yo a ti ni lo sé ni me importa pues tiene que ver solo contigo, pero lo que he aprendido yo ha sido importante para mí.

La verdad es que la mayoría de las cosas que he aprendido contigo ya las sabía pero reconozco que las había dejado aparcadas en la confusión que me produjeron estos últimos cuatro años en los que me han sucedido tantas cosas.

Tras enfrentarme a mi enfermedad y gracias a Dios superarla, y tras pasar la pandemia que todos hemos vivido me acostumbré a estar sola.

Me había convencido de que esta era la mejor forma en la que podía pasar el resto de mi vida.

Y me acomodé en esa situación que me aportaba seguridad y la tranquilidad de saber que no volvería a sufrir por amor como anteriormente me había sucedido en varias ocasiones.

Olvidando que me estaba perdiendo muchas cosas.

Pero mientras te iba conociendo me fui ilusionando de nuevo y me volví a sentir viva.

Volví a sentirme vulnerable.

En principio reconozco que me dio miedo, pero decidí jugármela por el simple hecho de no querer perderme el sentirme viva de nuevo.

Sentir el placer de tu mano cuando me agarrabas, de caminar abrazada a ti, de besarte, de contarte mis cosas y que me contaras las tuyas, de esperar tu saludo por la mañana y tu llamada por la noche, de esperarte ilusionada en la estación cuando venías a verme, de bailar pegados mirándonos a los ojos, de volver a tener sexo, todas estas cosas me hicieron querer volver a sentirme viva de nuevo.

Abandonar la seguridad que me producía la rutina en la que me encontraba me dio la posibilidad de volver a sentir que puedo amar y sentirme amada y eso que ya había desistido sentir en pareja, me diste la oportunidad de recordarlo y de darme cuenta de que lo quiero tener presente en mi vida y que para mi es muy importante.

Te conté que después de haber tenido varias relaciones  tóxicas ahora me merecía vivir algo bonito y me lo diste.

Gracias por los días que me hiciste vivir.

En muy poco tiempo me has ofrecido una historia tan bonita como te pedí aunque el final no lo haya sido.

Pero ningún final es bonito ¿verdad? Solo los de las películas que se quedan sin contar toda la historia.

Decidiste no seguir lo que estábamos empezando y yo, aunque en un principio no entendí nada y no lo pasé bien, después de unos días me hice consciente de que tu decisión no tiene que ver conmigo sino que tiene que ver únicamente contigo y tu manera de pensar y de sentir.

Gracias por enseñarme desde el amor lo que yo necesitaba sentir y recordar.

Acepto tu decisión y te dejo ir de mi vida deseando que consigas lo que deseas para la tuya y que seas muy feliz.

Y como me amo a mi misma, te suelto y me abro a conocer a otra persona que pueda darme amor y recibir el mío y me deseo también lo mismo para mí.


Cuando nos dejan

Cuando comenzamos una relación casi siempre ponemos nuestra atención en lo que está sucediendo en el plano físico y nos olvidamos de lo que está sucediendo también en otros planos que tienen que ver más con lo que en realidad somos.

Cuando vamos profundizando algo más al conocer a esa persona que nos mantiene hechizados en nuestros pensamientos aparecen unos sentimientos de querer estar con ella y a la vez un miedo terrible a que se desilusione de nosotros y nos deje.

Esto nos llevará a intentar protegernos de ese posible sufrimiento y a la mayoría les impedirá poder conocer como es realmente el amor (aunque se mantengan en la relación toda la vida) pues el miedo les llevará a no permitirse ser como realmente son impidéndoles así disfrutar de la relación plenamente.

En otros casos les hará salir corriendo despavoridos perdiéndose así la posibilidad de ser amados y de ser feliz en pareja.

En realidad las relaciones de pareja nos enfrentan a nuestros miedos más profundos con la intención de que sanemos las heridas que nos acompañan desde la niñez y que no nos permiten que podamos desarrollarnos ni personal ni espiritualmente.

El enfrentarnos a la posibilidad de que nos dejen nos enfrenta al rechazo y el abandono que sentimos de muy pequeños y que nos llevó a buscar la manera de protegernos del dolor que nos produjo el no sentirnos amados por las personas más importantes de nuestra vida.

Cuando esto nos sucedió sentimos que era culpa nuestra el que no nos amaran pues de alguna manera sentimos que es antinatural el que nuestros padres no nos amen y por lo tanto algo que está en nosotros debe de ser la causa de ello.

Y mantenemos ese pensamiento de adultos y cada vez que tenemos una experiencia que nos enfrente con el abandono y que se puede dar en cualquier tipo de relación (de amistad, de compañeros, de familia o de pareja) saldrá ese niñ@ herido que todos tenemos y que nos llevará a ese lugar dentro de nosotros mismos en el que nos sentimos seguros para no sufrir al sentirnos rechazados.

Lo peor de todo esto es que lo ignoramos y no nos daremos cuenta de que es lo que está sucediendo cuando por ejemplo un amigo al que tenemos mucho cariño nos critique y lo único de lo que seremos conscientes es de nuestro malestar y nuestro enfado sin reparar que nos está llevando directamente a que podamos enfrentarnos a esa herida aún abierta desde nuestra más tierna infancia.

Y eso precisamente es lo que nos propone una relación de pareja: la posibilidad de enfrentarnos a esas heridas y de que podamos sanarlas.

A la posibilidad de que podamos abrir nuestro corazón para entender al otro, para ayudarle a que sane esas heridas y de que el otr@ haga lo mismo y nos ayude a curar y sanar las nuestras.

A crecer en compañía y a conocer el verdadero amor. Ese del que nunca nos hablaron y del que creimos que nunca fuimos merecedores.

Pero para llegar a él debemos rendirnos y admitir que aunque hasta ahora las experiencias que hallamos tenido no nos han mostrado ese amor, si nos han enseñado, cada una de una manera distinta, en que consiste el sentirnos amados y el poder amar, aun cuando en la mayoría de los casos lo habrán hecho desde todo lo contrario, es decir mostrándonos lo que no es amar.

Porque nadie puede amar si nunca se sintió amado.

Solo puede intentarlo protegiéndose por si le hieren pero eso no es amor.

Amar es ver al otro como realmente es y aceptarlo plenamente sin querer cambiarle.

Amar es aprender a vivir en la incertidumbre de no saber si la otra persona permanecerá para siempre con nosotros pero sabiendo que si decide irse, no tendrá que ver con nosotros,  sino con sus propios miedos y con su capacidad o su forma de poder sanarlos.

Y sabiendo también que nosotros podremos recuperarnos de su pérdida y seguir nuestro propio camino para sanar los nuestros.

Somos amor pero lo ignoramos.

Pero la vida es crecimiento y éste nos lleva a que lo comprendamos.


Enfrenta tus miedos y serás feliz

La mayoría de nosotros pensamos que las personas o las cosas que tenemos en nuestras vidas nos vienen dadas en la mayoría de los casos porque nos hemos esforzado por conseguirlas y/o por la casualidad de que se hayan dado.

Pero solemos ignorar que tanto estamos nosotros haciendo para que se manifiesten todas las cosas que nos suceden.

En el caso de que se deba a nuestro esfuerzo está claro que sí pero en los otros casos es más difícil verlo.

Creemos que no tenemos nada que ver con lo que nos está pasando y esto dista mucho de ser cierto porque la realidad que todos percibimos es solamente la interpretación que cada uno hacemos de lo que está sucediendo.

Y esto lo hacemos pasando todo por nuestros propios filtros que están formados por nuestras creencias sobre como deben ser todas las cosas.

Así pensamos, por ejemplo, que si una persona tiene celos es porque le importamos y nos ama, cuando en realidad su propia inseguridad está demostrando que no se quiere a sí mismo y que por lo tanto no puede amar a nadie.

Si seguimos con este ejemplo, las personas que tienen esta creencia sentirán que su pareja no les quiere si no sienten celos y por este motivo se perderán relaciones fantásticas y sanas por sus propias interpretaciones de lo que está sucediendo con esas personas.

Así que mientras la creencia de que los sentimientos de posesión sean interpretados como amor, las personas que lo creen estarán buscando parejas que los tengan y descartando otro tipo de relaciones menos tóxicas y más saludables.

Son nuestras creencias las que definen como son nuestras vidas.

Si cuando éramos pequeños no nos dieron todo el amor que necesitamos creeremos que no nos merecemos que nos amen.

Y si creemos que no somos merecedores de amor aparecerán en nuestras vidas personas que por las circunstancias que sean no podrán amarnos.

Y nos quedaremos enganchados en ese tipo de relaciones que nos reafirmarán en esa creencia que tenemos desde niños de que no merecemos amor.

Enfrentarnos a esa creencia que es la que nos hace sufrir es la única manera de liberarnos de ella.

Traspasar el miedo que nos mantiene inmovilizados, y que aunque nos causa dolor nos mantiene en un terreno conocido y que controlamos, es necesario si queremos ser felices.

Amarnos a nosotros mismos nos lleva a enfrentar esos miedos.

A dejar atrás esas actitudes que desde niños nos llevan a protegernos del riesgo a sentirnos abandonados o rechazados si abrimos nuestro corazón y nos hacen daño.

Cuando nos sentimos merecedores de todo el amor que puedan darnos estamos preparados para dar y sentir el amor que nunca fuimos capaces de permitirnos dar y recibir.

Es entonces cuando nos sentiremos plenos y felices porque a pesar de saber que la persona que amamos puede decidir dejar de estar con nosotros seremos capaces de dejarla ir con amor y de cuidarnos y darnos todo el amor que necesitemos para sanar, después de un tiempo, el dolor que nos causaría la despedida.

Amarnos a nosotros mismos conlleva enfrentarnos a nuestros miedos más profundos pero la recompensa puedo aseguraros que merece la pena.

Rosa María de la Plaza
https://descubreelsentidodetuvida.com


Solo amándonos nos podrán amar

Tenemos que amarnos a nosotros mismos si queremos ser felices.

Es curioso como cuando comento esta frase casi todos dicen amarse así mismos.

Yo antes también pensaba que me quería por los mismos motivos que lo piensan los demás.

Pensamos que nos queremos porque nos proporcionamos cosas materiales: un viaje, un coche, un vestido, una cena con alguien especial, una sesión de spa, vamos al gimnasio, etc.

Aunque todas esas cosas forman parte de muestro bienestar y son necesarias no significan que al proporcionárnoslas nos estemos amando.

Tambien creemos que nos amamos cuando nos enfadamos y defendemos lo que nosotros pensamos ciegamente incluso en algunos casos llegando a las manos o a no volver a hablarnos y relacionarnos con alguien que queremos.

Muchos también confunden el amor a los demás con el proporcionarles seguridad y cosas materiales.

Pero el amor no tiene que ver con nada de eso.

El amor tiene que ver con la coherencia. Con pensar, sentir, hablar y actuar de la misma manera.

Con el aceptar al otro tal y como es y por lo tanto aceptarnos plenamente también a nosotros mismos.

Nos esforzamos en conocer al otro. 

En saber por qué hace, piensa, habla o siente de determinada manera.

Fijamos siempre la atención fuera y evitamos el conocernos a nosotros mismos.

No nos tomamos tiempo para averiguar por qué pensamos, sentimos, hablamos o actuamos así nosotros.

Ignoramos que en muchas ocasiones somos incoherentes y justificamos esas incoherencias pensando que debemos que hacer cosas que nos disgustan a pesar de sentir que detestamos hacerlas.

Esa es la causa de nuestro sufrimiento y de que no podamos sentir la felicidad que es inherente a todos nosotros y que solo podemos sentir cuando somos coherentes y estamos en paz.

Nuestro mayor problema es lo que pensamos sobre como todo debería de ser.

Vemos siempre el peligro de que nos puedan hacer daño fuera y nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos.

Para empezar a estar en coherencia lo primero que debemos hacer es olvidarnos de quienes nos dijeron que somos y descubrirlo por nosotros mismos.

Para ello debemos de abrirnos a la posibilidad de que todas nuestras creencias son solo eso, algo que creemos porque otros nos han inculcado que son realidades inamovibles.

Nos hacen pensar que necesitamos la aprobación de los demás y la única aprobación que necesitamos es la que solo nosotros mismos nos podemos dar.

Dejar de pensar que la felicidad nos la tienen que proporcionar cosas externas a nosotros es completamente necesario si queremos dejar de vivir en la ilusión de lo que nos gustaría que fuese y empezar a vivir desde la realidad.

Sentirnos, entendernos y aceptarnos plenamente es el primer paso para empezar a ser coherentes.

Pensar, sentir, decir y actuar en coherencia es amarnos y amar también todo lo que hacemos.

Y aunque algunas cosas no nos gusten nos aceptaremos plenamente y podremos aceptar y amar tambien a los demás sin que ello signifique que nos quedemos en sus vidas.

Cuando aceptamos de verdad a otras personas sin querer cambiarlas en algunas ocasiones tendremos que soltarlas con amor y seguir nuestro camino sin ellas para protegernos y dejar de sufrir.

Y en eso consiste el amor.

Solo cuando nos amamos podemos amar a los demás.

Solo amándonos podrán amarnos.