Si hay algo difícil de aprender es a desprendernos de las cosas que consideramos nuestras y que aunque no las usemos desde hace años conservamos por si acaso más adelante las vamos a necesitar.
En la mayoría de los casos ni tan siquiera recordamos que las tenemos allí, en algún lugar almacenadas y solo nos acordamos de ellas cuando ordenamos o limpiamos. Y las vemos entonces.
De esta manera nos encontramos con un montón de ropa que ya no nos sirve porque no tenemos ya esa talla pero no tiramos por si más adelante adelgazamos, con un montón de libros que compramos creyendo que íbamos a leer pero que ni llegamos a abrirlos, con ropas de casa que a pesar de estar muy usadas quizás necesitemos más adelante para hacer trapos o para tapar los muebles si pintamos, sartenes en las que todo se pega pero que nos pueden servir para que no se nos estropee la nueva que hemos comprado ya hace bastante tiempo, etc.
Lo mismo nos pasa con algunas situaciones: el trabajo por ejemplo.
Lo pasamos mal todos los días porque no nos gusta nuestro cometido o porque el ambiente nos desagrada y no somos capaces de buscar otro empleo contándonos mil disculpas: que si a donde voy a ir con la edad que tengo, que si como está la situación no voy a encontrar nada, que si en todos los sitios pasa lo mismo, que si en todos los trabajos hay que aguantar, etc.
El caso es que a pesar del esfuerzo que nos supone continuar yendo todos los días a pasarlo mal, dejarlo nos parece aún más insoportable.
Y también lo hacemos con las relaciones de todo tipo.
Tenemos familiares y amigos con los que nos sentimos a disgusto por la razón que sea y aguantamos reuniones o celebraciones a las que nos cuesta un sacrificio enorme asistir y permanecer.
Nos sucede lo mismo con las relaciones de pareja.
Mantenemos la relación porque no nos atrevemos a dejarla pero el amor ya hace mucho tiempo que no lo sentimos.
Sin embargo la sensación de hastío y de frustración cada día es más grande.
No es extraño comprobar que no solo se nos da una de estas circunstancias sino que lo más probable es que que se nos den todas a la vez.
La vida es así: nos muestra siempre como nos sentimos realmente a pesar de las justificaciones y las disculpas que nos pongamos para no movernos y salir de las situaciones en las que nos hemos metido nosotros mismos, a pesar de que cuando estamos desconectados de la conciencia culpabilicemos a los otros de todas nuestras desdichas.
Tenemos que aprender a soltar todo lo que ya no suma en nuestras vidas.
Las cosas, las situaciones o las personas que estuvieron y fueron necesarias en nuestras vidas en el pasado no necesariamente tienen que permanecer en el presente pues, en ocasiones, al igual que en el ejemplo de la ropa ya no nos sirven porque «ya no son de nuestra talla»
Cumplieron su cometido cuando las tuvimos pero ahora tenemos que soltarlas y dejarlas ir porque ya nos han aportado lo que necesitamos y nosotros a ellas también.
Creemos que si dejamos la relación causaremos sufrimiento a la otra persona y solo es una justificación para no afrontar el miedo que nos supone enfrentarnos a abandonar lo que conocemos.
Si somos sinceros reconoceremos que nuestra pareja no puede ser feliz en la relación si nosotros no lo somos y si continúa es porque tampoco se atreve a soltarnos por el mismo motivo.
Mantenernos parados no soluciona nada y solo nos hace sufrir.
Al contrario de lo que pensamos dejar una relacion que no funciona es un acto de amor hacia nosotros y hacia nuestra pareja pues le brindamos la oportunidad de que enfrente sus propios miedos y pueda ser feliz.
Tenemos que aprender que hay que soltar todo lo que ya no no es útil y dejar sitio para lo nuevo que tiene que llegar.
Un adiós es necesario para reencontrarnos con nosotros mismos y amarnos para llenar ese enorme vacio de amor que no recibimos de fuera y que la vida nos muestra para que sigamos creciendo y evolucionando.
Para que dejemos de centrar nuestra atención en lo que hay fuera y la dirijamos hacia nosotros.
Para que nos respetemos y nos amemos.
Para que seamos coherentes y podamos por fin ser felices.