Nos enseñan a buscar culpables fuera de nosotros para cada una de las cosas que nos suceden y acabamos poniendo nuestra atención siempre fuera y viviendo desde la inconsciencia nuestra propia existencia.
Poner la atención en nosotros mismos en lo que sentimos, pensamos y hacemos nos lleva a ser cada vez más coherentes y a percibir la felicidad que ya está en nosotros pero que las interpretaciones que hacemos a través de nuestro ego, desde el miedo, no nos permiten sentir.
Cuando vivimos conscientemente interpretamos todo lo que nos sucede de una manera totalmente diferente.
Nos hacemos conscientes de que la vida nunca nos pidió nada de lo que nosotros creíamos.
Descubrimos que todas las obligaciones que creíamos tener y que nos impedían ser lo que realmente somos eran las que nos llevaron a ser tan infelices porque nos limitaban y no nos dejaban desarrollarnos.
Nunca la vida nos pidió que nos sacrificamos por nada ni por nadie si eso nos causaba dolor.
Jamás nos pidió que toleráremos situaciones denigrantes aunque las personas que nos las causaran fuesen las que más amamos.
Descubrimos que todas esas situaciones y experiencias solo estaban allí para que nos hiciésemos conscientes del sufrimiento que nos causábamos a nosotros mismos por no cuidar de nosotros y amarnos, era la principal lección que la vida nos estuvo todo el tiempo enseñando.
Pero sólo dejando de buscar culpables de todo lo que nos pasa podemos concentrarnos en lo que verdaderamente nos está sucediendo y cambiar aquello que ya no necesitamos que esté en nuestro presente.
Es nuestra responsabilidad cuidar de nosotros mismos y delegar esa responsabilidad en los demás, además de ser injusto para las otras personas nos lleva a sufrir pues jamás conseguiremos que alguien lo haga.
Solo sabremos cubrir nuestras necesidades a través del autoconocimiento y para ello tenemos que dejar de buscar culpables y centrarnos en nuestras propias experiencias y las emociones que nos producen para encontrarnos con nosotros mismos abrazarnos y darnos todo ese amor que buscamos fuera.
Ser conscientes de nosotros mismos y nuestra propia experiencia nos permite percibir la vida de una manera más real y nos conduce directamente a ser plenamente felices.
Cada uno de nosotros tenemos la vida que creemos merecer.
Son nuestras creencias las que nos hacen interpretar todo lo que nos sucede y al darnos la explicación que nuestro cerebro, a través de nuestros pensamientos procesa, nos hace creer que esa es la realidad.
Pero no existe una sola realidad, cada uno tenemos la nuestra y como desconocemos este hecho nos empecinados en que tenemos razón y en que las cosas tienen que ser como pensamos que son y no entendemos porque los demás no lo ven tan claro como lo vemos nosotros.
Y es que todo, absolutamente todo tiene que ver con nosotros mismos.
Esta es la manera en que el universo, la vida, Dios o como queramos cada uno llamarlo, nos hace ver que somos mucho más poderosos de lo que pensamos.
Y el que nos hagamos preguntas es el principio de todo.
Cuando comenzamos a ser conscientes de que seguir echando la culpa de lo que nos sucede o la responsabilidad de que nos hagan felices a alguien ajeno lo único que nos lleva es a sufrir, empezamos a preguntarnos si nosotros tendremos algo que ver en el asunto.
Al principio esta pregunta sobre nuestra intervención en lo que nos pasa es muy escéptica y enseguida descartamos que lo que tenemos enfrente tenga nada que ver con nosotros.
No entendemos absolutamente nada principalmente porque llevamos toda la vida defendiéndonos de cualquier cosa que pensamos que nos va a hacer sufrir.
Pero al hacerlo, estamos centrando nuestra atención en todo lo externo y eso que nos evita el responsabilizarnos de nosotros mismos y de nuestras acciones también nos aleja cada vez más de nosotros mismos y de nuestro enorme poder para crear la vida que queremos, ahora ya desde la consciencia.
Reconocer que todo lo que nos sucede es parte de nuestro proceso de autoconocimiento nos acerca a lo que realmente es la vida.
El encuentro con nosotros mismos a través de los otros nos enseña que todos somos lo mismo y no estamos solos como percibimos desde la realidad inconsciente que nos muestran nuestras creencias.
Permítete el reconocer lo que las situaciones y las personas te están mostrando sobre ti mism@ y tu vida se transformará por completo.
Acéptate y ámate con tus luces y tus sombras y podrás comenzar a ser feliz.
Cuando estamos interesados en tener una relación con alguien y la otra persona no o cuando nos dejan tras una relación, solemos pensar que hay algo en nosotros que a la otra persona no acaba de convencerle o directamente no le gusta.
Esto que en un principio puede parecer así pues incluso la otra persona puede que nos lo diga, no es la razón por la que realmente se alejan.
Esta es la interpretación que solemos todos hacer cuando prestamos la atención fuera en lugar de mantenerla en nosotros mismos y en como nos sentimos con respecto a todo lo que nos sucede.
Cuando comprendamos que la vida nos pone delante múltiples experiencias para que sanemos las heridas que nos causan tanto dolor, antes las curaremos y dejaremos de culpabilizar a los otros de nuestras desdichas.
Pero el desconocimiento de como funciona la vida nos lleva a diversas interpretaciones sobre lo que nos está sucediendo que siempre tienen que ver con que los demás no nos valoran o nos quieren y nunca con la auténtica realidad.
Esa realidad que tanto dolor nos causa que nos impide ver lo que los demás interpretamos que nos muestran y que nada tiene que ver con lo que verdaderamente está sucediendo.
En realidad todos interpretamos lo que vivimos de acuerdo a las creencias que, basadas en lo que nos enseñaron nuestros antecesores y nos continúan mostrando a través de la televisión, el cine, la literatura, el teatro, etc. creemos que es la vida.
Pero tenemos que trascender esa visión inmadura que tenemos y abrir nuestra mente a que hay otra realidad que está sucediendo y que al ignorarla nos lleva a repetir las experiencias que no logramos asimilar hasta que así lo hacemos.
No hay algo en nosotros que sea la causa de que no nos amen. Siempre tiene que ver con la otra persona y su propio proceso de vida y lo que le remueve la experiencia que siente y que le está llevando a sanar las heridas que tiene.
Lo mismo nos sucede a nosotros cuando no alcanzamos a ver la realidad y creemos que dejamos a nuestra pareja por cualquier motivo que centramos en ella en lugar de admitir lo que nos está mostrando sobre nosotros mismos y que tanto nos duele.
Nos es más fácil a todos buscar culpables fuera de todo lo que nos pasa en lugar de admitir, que ese personaje que nos hemos montado no tiene que ver con lo que realmente somos y que solo bajando la guardia que levantamos desde muy pequeños, pensando que así nos protegería del dolor que nos causaba el creer que las personas que más necesitábamos entonces y que más amábamos no nos correspondían.
Ese enorme vacío que mantenemos la esperanza desde entonces de que alguien llene y que por una razón o por otra no logramos conseguir llenar.
Ese vacío que solo podemos llenar nosotros mismos aceptándonos por completo y amándonos dejando atrás la creencia de que algo nos falta y que nos deben llenar desde fuera aceptándonos y amándonos los otros.
Solo entonces lograremos las relaciones que nos mostrarán otras cosas que tendremos que trascender eso sí, ahora desde el dar y no desde el esperar recibir que tanto nos ha frustrado.
Solo amándonos podremos aceptar y amar a otros.
Solo aceptándonos con todo lo que somos, las cosas que nos gustan de nosotros y las que no, podremos ser coherentes y estar en paz con nosotros mismos.
Solo amándonos podremos compartir nuestra felicidad con los demás pues siempre estuvo en nosotros porque nada ni nadie puede hacernos felices si no lo somos por nosotros mismos.
Aprenderemos lo que la vida nos quiere enseñar cuando entendamos que la felicidad no se puede dar, tan solo se puede compartir.
Cuando tenemos una relación amorosa con otra persona solemos querer que esa persona esté solamente con nosotros y nosotros también deseamos estar solo con ella y eso es normal.
Pero en ocasiones podemos confundir el amor con la posesión de la otra persona, cuando tenemos una visión inmadura de lo que es el amor.
Lo cierto es que al igual que nos sucede a nosotros, la otra persona querrá continuar con nosotros si ella así lo desea y no podremos hacer nada por evitarlo si desea marcharse.
Por lo tanto intentar controlarla y mostrar en exceso nuestra desconfianza o nuestros celos puede llevarnos a provocar un desenlace no deseado en nuestra relación al hacer sentir incómoda y presionada a la otra persona.
El amor no es posesión, al contrario el amor tiene que ver con la libertad y con la aceptación.
El amor es desear estar con esa persona que es especial, desde nuestra libertad para elegir estar con ella.
Pero si sentimos que necesitamos poseer a la otra persona esto se convertirá en una cárcel para ella.
¿Acaso a nosotros nos gustaría que alguien nos obligase, de cualquier manera, a estar con él?
Si verdaderamente amamos a alguien querremos que sea feliz aunque esto en ocasiones consista en no estar con nosotros.
Dejar ir a quien amamos sin que se sienta mal por dejarnos es el mayor acto de amor que podemos hacer por la persona que amamos.
También es el mayor acto de amor que podemos hacer por nosotros mismos.
Una relación durará lo que tenga que durar y lo único que podemos hacer es disfrutar de ella mientras la tengamos y cuidarla para que tanto la otra persona como nosotros estemos a gusto.
Pero si llegado el momento alguno de los dos decidiese romper la relación, a pesar de la tristeza que nos puede causar ese hecho, debemos aceptarlo y soltar pues intentar retener a quien no desea quedarse o el mantenernos en una relación en la que ya no deseamos estar, nos producirá aún más dolor.
Eso es el amor y de esta manera aprendemos a amarnos a nosotros mismos y a los demás.
El dejar ir a quien ya no desea estar a nuestro lado nos da la oportunidad de conocernos mejor, de aprender lo que esa experiencia nos ha venido a enseñar sobre nosotros mismos, de valorarnos, de amarnos y cuidarnos y de prepararnos para la siguiente etapa que nos tocará vivir y que de nuevo nos volverá a aportar las enseñanzas que necesitemos para seguir creciendo y recordando lo que vinimos a hacer en esta vida que no es otra cosa que a APRENDER Y AMAR.
Si, yo también fui de las que creen que pueden cambiar a los demás para que sean felices.
De las que se empecinan en mantener relaciones con personas que son insufribles porque veía su dolor y pensaba que podía ayudarles.
De las que en lugar de protegerme y poner límites a sus acciones me quedé por que creí que me necesitaban y que yo podría conseguir que cambiaran esa visión tan negativa que tenían de sus propias vidas.
Durante mucho tiempo pensé de esta manera y no fui feliz.
Ignoraba que me sucedía para que todas mis relaciones aunque pareciesen diferentes al final me hiciesen sentir lo mismo: que no me amaban.
Me costó mucho tiempo descubrir que en el fondo a mi me estaba sucediendo lo mismo que a ellos.
A mi también la vida me estaba poniendo personas que me lo estaban haciendo pasar mal.
Yo misma no podía estar sola sin sentirme desdichada y deseaba encontrar esa pareja que me diese todo el amor que yo necesitaba para ser por fin feliz.
Yo no sabía que también les hacía sentir mal por mi propia necesidad de sentirme amada.
Ignoraba que no eran más que un reflejo de mi misma y que estaban mostrándome como me estaba sintiendo conmigo misma.
Desconocía también que cuando alguien no es feliz por si mismo no puede ofrecer a alguien lo que no tiene.
No sabía que el amor consiste en aceptar y respetar al otro sin querer cambiarle y aceptarme y respetarme también a mi y no permitir que alguien no me acepte y me respete.
Ahora que lo sé, cuando alguien se me acerca tengo muy presente que va a mostrarme como me encuentro yo, como me trato yo y cuanto amor me doy a mi misma.
Será la ocasión de observar si verdaderamente me acepto y me amo.
Si lo hago aceptaré la forma de ser de la otra persona aunque no me guste.
La respetaré y no pretenderé cambiarla.
Y la amaré permitiéndole ser como es aunque no pueda dejarla que permanezca en mi vida.
Somos humanos y tenemos cosas buenas y cosas que no lo son tanto.
Aceptar esto es aceptar también una parte importante de lo que somos.
Además ¿quién nos ha dicho que podemos ser perfectos?
Así que cuanto antes aceptemos eso antes nos irá mejor.
Pensar que podemos ser perfectos nos causa sufrimiento.
Solemos creer que las cosas son solamente de una manera y que hacerlas de otra no estará bien.
Eso nos lleva a cometer errores pues lo que les ha servido a unos no nos tiene porque funcionar a otros, así que lo mejor que podemos hacer es abrir nuestra mente y escuchar a nuestro corazón.
Es intrínseco del ser humano el aprender de nuestros propios errores.
Es más me atrevería a decir que gracias a eso nos sentimos más vivos.
Creo que una vida totalmente lineal sería muy aburrida.
No podríamos superarnos y valorar todas aquellas cosas que conseguimos por nosotros mismos que al fin y al cabo son las que mayores satisfacciones nos proporcionan.
Además equivocarnos es parte del plan de nuestra vida.
Venimos a esta vida a disfrutarla pero también a aprender y a superarnos.
A ser cada vez mejores personas y a comprender lo que en realidad somos y lo que nos hace felices.
Para mi la vida es como un juego en el que todo está embrollado y en el que tienes que ir descubriendo lo que de verdad importa.
Y para ello necesitamos equivocarnos.
Necesitamos quitar todo eso que nos hacen creer que necesitamos para ser felices y que en realidad nos lleva a sufrir.
Los errores que cometemos al contrario de lo que pensamos son oportunidades que nos brinda la vida para salir del sufrimiento que nos acusamos.
Nuestros errores nos llevan a ver que ese no es nuestro camino.
Que la felicidad no nos la puede proporcionar nada ni nadie que venga de fuera de nosotros.
Que nosotros ya somos felices de por sí pero tenemos que descubrirlo.
La felicidad no se puede proporcionar solo se puede compartir.
Y a mi modo de ver en esto consiste estar vivo: descubrir el juego y vivir sabiendo que estás jugando.
Pero eso sí ahora siendo consciente de ello.
De esta manera la vida toma otra dimensión muy diferente a la que podemos percibir cuando desde el desconocimiento creemos que para ser felices debemos ser perfectos.
Así que ahora ya lo sabes, solo siendo imperfectos llegaremos a sentir esa felicidad que ya venía de serie con nosotros cuando llegamos a este mundo.
Os público los desayunos de toda la semana para que os sean más cómodos de preparar los ingredientes con antelación.
En esta ocasión volví de viaje el lunes y no hice fotografías de lo que tomé porque estaba de vacaciones y quise desconectar pero voy a poneros un desayuno de la semana anterior que me encantó.
Comienzo por este para sustituir el del lunes:
Macedonia con frambuesas, arándanos y kiwi, café con leche desnatada y tostada de pan de espelta con pisto y huevo poché 😋😋
Mi desayuno del martes:
Uvas, café con leche desnatada y tostada de pan de espelta con tomate triturado y champiñones 😋😋
Mi desayuno del miércoles:
Kiwi, café con leche desnatada y tostada de pan integral con tomate triturado y aceite de oliva virgen extra 😋😋
Mi desayuno para el jueves:
Macedonia con plátano, fresas y pera, café con leche desnatada y tostada de pan de espelta con humus y con guacamole 😋😋
Mi desayuno para el viernes:
Fresas, kiwi, café con leche desnatada y tostada de pan de espelta con queso de yogur casero y mermelada de frutos rojos sin azúcar añadido 😋😋
Mi desayuno para el sábado:
Mandarina, arándanos, café con leche y tostada de pan de espelta con queso crema casero y sirope de agave 😋😋
Mi desayuno para el domingo:
Fresas, café con leche desnatada y tostadas de pan de espelta con pavo y tomate y con humus de garbanzos con tomate seco y albahaca 😋😋
Espero que os gusten y los disfrutéis al igual que lo hice yo.
Todo lo que los ocurre durante nuestra existencia, solamente tiene una misión: llevarnos a vivir las experiencias que necesitamos para avanzar y trascender todas las heridas que debemos sanar.
Así nos encontramos con personas y situaciones que nos deberían de llevar a replantearnos que es lo que está sucediendo en nosotros cuando las vivimos y que nos llevan a sentir esas experiencias que en la mayoría de los casos nos causan dolor.
Pero no nos enseñan a prestarnos atención a nosotros mismos. Es más nos manipulan para hacernos creer que si lo hacemos somos egoístas cuando la verdad es que si no lo hacemos, poco a poco vamos negándonos a nosotros mismos y siendo la causa de que nuestro cuerpo enferme.
Nos hacen poner la atención en las causas o en los causantes de lo que percibimos como una situación dolorosa y lo que pensamos es que debemos evitarlas cuanto antes, pues solo así dejaremos de sufrir.
Y así no solamente no crecemos y obligamos a la vida a que nos vuelva a poner delante situaciones y personas semejantes para que podamos aprender la lección de nuevo, sino que no nos alejaremos del dolor porque cada vez sentiremos que la vida es más dura y nos encontraremos peor.
La única forma de evitar esto es centrarnos en ese dolor que estamos sintiendo y preguntarnos que es lo que en realidad nos está pasando porque lo que nosotros creemos que es la causa de nuestro dolor no deja de ser solamente una puesta en escena que nos pone delante una experiencia para que sanemos las heridas que llevamos con nosotros desde niños.
Todos las llevamos y todas las experiencias nos llevarán a que las trascendamos y nos reconozcamos como lo que verdaderamente somos y no como lo que nos hicieron pensar que éramos.
Todos somos dignos de amor solo por el hecho de haber nacido.
Lo que nos llevó a no sentirnos reconocidos y dignos de amor nunca fue por nosotros. Nunca tuvimos nada que fuese la causa de que no nos pudiesen dar el amor que necesitamos cuando éramos tan vulnerables.
Las personas de las que dependíamos estaban en su propio proceso, en sus propias experiencias y nos dieron lo máximo que pudieron darnos.
Y no podemos cambiarlo.
Solo podemos cuidar de nosotros y darnos todo ese amor que vamos buscando que nos den los demás y que solo podremos encontrar cuando sanemos nuestras propias heridas y podamos amarnos a nosotros mismos con todo lo que somos y podamos hacer lo mismo con los demás.
Mientras tanto la vida nos seguirá proporcionando experiencias para que aprendamos que solo nosotros somos capaces de procurarnos la felicidad que ya reconoceriamos que nos está desde siempre acompañando, si estuviéramos poniendo nuestra atención en nosotros mismos en lugar de centrarnos en los demás.
Cuanto antes aprendamos esto antes llegarán a nuestras vidas experiencias más saludables y que nos mostrarán lo que es vivir desde el amor y no desde el miedo que es lo que realmente sentimos cuando no nos enfrentamos a nuestro dolor.
La mayoría de nosotros desconoce que la vida se puede ver de muy distintas maneras y que cada una de ellas será la realidad para quien la viva.
Casi todos pensamos que la única realidad que existe es la nuestra y no entendemos como en determinados momentos chocamos con alguien que no reconoce que tenemos toda la razón del mundo al pensar como pensamos, e incluso nos llega a acusar de estar comportándonos o haciendo algo mal cuando en su realidad somos los «mejores» o los «buenos» de la película que nos montamos.
La mayoría desconoce que la visión que tenemos sobre como es la vida y como es todo está contaminada.
Lo está sobre todo por como pensaban y sentían que era la vida nuestros padres y nuestros antecesores.
Cuando nacemos ya estamos impregnados por que ya nos llegan en nuestro ADN montones de información de todos los que vinieron antes que nosotros.
Esto que es inevitable, se va reforzando con el paso de los años pues nuestros padres a través de sus propias experiencías nos van condicionando para que veamos la vida de una determinada manera en su compartir su visión de la vida a diario con nosotros.
Es muy difícil que alguien a quien le han trasmitido que la vida es un continuo sufrimiento tenga una visión optimista de la vida o que alguien con unos padres que sientan la vida como algo maravilloso no sienta que la vida le dará montones de oportunidades para conseguir lo que quiera.
A través de mi experiencia creo que cada uno tenemos una visión muy particular de lo que es la vida, pues cada uno de nosotros tenemos diferentes matices que hacen que sea muy especial.
Al igual que dos huellas dactilares no coinciden, en esto sucede lo mismo.
Además de que nos influyen sobre todo nuestros padres, no podemos obviar que vivimos en sociedades en las que nos inculcan que hay que ser un triunfador y tener de todo para ser feliz y que si no es así es porque no hemos trabajado lo suficiente o no valemos para serlo, y por lo tanto tenemos que mejorar para sentir que los demás nos valoran y hacernos dignos de ser felices.
Ese sentimiento de insatisfacción que continuamente nos acompaña, incluso a pesar de que consigamos nuestras metas, pues nunca conseguiremos ser felices mientras no obtengamos la única valoración que necesitamos para ser lo que ya somos, y que no es otra que la de nosotros mismos, lo único que nos brinda es la oportunidad de no salir de la rueda del consumismo y del continuo endeudamiento para que no dejemos de pensar que hay otras maneras de vivir.
Este sistema que nos venden como maravilloso, que nos lleva a vivir con comodidades y lujos y ser felices se convierte en nuestra cárcel de oro de la que no podemos salir porque incluso ignoramos que somos prisioneros de los únicos a los que les interesa que vivamos en la ignorancia de lo que realmente sucede y que son los que por un lado nos contratan para que trabajemos para ellos y por el otro nos venden los productos que según ellos necesitamos para ser felices.
Mientras la balanza se incline a su favor, es decir que tengamos menos ingresos y más gastos y nos tengan endeudados para que no podamos salir de esa rueda, ellos seguirán ganando dinero a nuestra costa y por eso el interés de vendernos un mundo totalmente falso y que lo único que lo sustenta es la sensación que nos proporcionan a través de las ideas de que ser feliz tiene que ver con conseguir una vida de lujo y que nos proporcionan a través de la publicidad y de la televisión sobre todo con todo tipo de programas que nos brindan ese mundo ficticio que continuamente nos hacen creer que es real.
Mientras más miedo tengamos a perder lo poco que hemos conseguido y pongamos nuestra atención en conseguir eso que pensamos que nos falta para alcanzar la tan ansiada felicidad nos tendrán atrapados.
Mientras nos asusten con crisis que a los únicos que nos afectan es a los que no tenemos poder ni dinero,(pues para ellos se convierten en rebajas para conseguir cosas más baratas que luego revenderán mucho más caras) mientras nos mantengan viviendo en el drama nos tendrán bien agarrados y nos podrán manipular como lo hacen mientras nosotros ignoramos que lo están haciendo y participamos engañados en su juego.
Asi que tenemos que salir del drama y comenzar a ver la vida tal y como es.
Siente que es lo que verdaderamente importante y lograrás percibir esa felicidad que todos en ocasiones sentimos y asi te darás cuenta de que nunca se trata de cosas que puedas comprar.
Que en todo caso esa sensación que consigues cuando comprarste algo que no te es realmente necesario es una sensación temporal que te lleva a sentirte frustrado al poco tiempo y a intentar llenar ese vacío poniendo tu atención en otra cosa que querrás conseguir para llenarlo.
Presta atención a cómo te sientes en tu trabajo y en esa vida que crees que es la que necesitas para ser feliz y escúchate.
Solo así lograrás salir del drama en el que nos mantienen y sabrás lo que realmente te hace feliz.
Estoy convencida de que estamos aquí para aprender a través de nuestras vivencias.
Mi propia experiencia vital me confirma esta creencia.
En mi vida he tenido varios aprendizajes dolorosos que me han hecho que me replanteara algunas de las creencias que según descubrí eran la causa de la limitaciones que yo misma me ponía para no moverme de donde estaba y volver así a repetir una vez tras otra experiencias que me aportaban dolor y que yo mantenía causándome sufrimiento permaneciendo en ellas en lugar de cuidar de mí y apartarme de las situaciones o de las personas que me mostraban eso que tenía que hacer para conseguir amarme.
Descubrí al cabo de años de sufrir que hay dos maneras de aprender al igual que hay dos formas de ver la vida: desde el sufrimiento o desde el amor.
Desde el sufrimiento, que era como yo la percibía entonces, creía que todo lo que me hacía daño era ajeno a mí y yo me sentía víctima de lo que me ocurría.
Pero todas aquellas experiencias que yo percibía como negativas, lo único que me estaban mostrando era que nada de lo que yo creía era verdad.
Pero mi tozudez me impedía aprender desde el amor, pues realmente desconocía lo que era, y la vida me tuvo que enseñar desde donde yo la percibía entonces, desde el miedo y así yo sufría cada vez más.
Algunas personas aprenden sus lecciones antes.
Yo tuve que enfrentarme a una enfermedad muy grave, un cáncer, que me puso directamente a la muerte de cara.
Y allí todo lo que ya hasta entonces conocía, pues había ido adquiriendo conocimientos buscando respuestas a mi angustia vital, comencé a integrarlo en mi y hacerlo mío.
Las cosas que aprendemos con la cabeza no las hacemos nuestras hasta que las sentimos en el corazón.
Y entonces se hizo el milagro y lo vi claro.
Dejando de buscar culpables en todo lo que me pasa y no me gusta, puedo concentrarme en lo que verdaderamente me está sucediendo y cambiar aquello que ya no necesito que esté en mi vida.
Ahora asumo mi responsabilidad ante todo lo que me sucede porque he descubierto que ahí es donde reside mi verdadero poder.
El poder de decidir que es lo que quiero en mi vida. El poder de manifestarlo a través de mis pensamientos, mis sentimientos y mis acciones.
Nada ni nadie me puede hacer sufrir si yo no se lo permito. El dolor es inevitable pero el sufrimiento me lo causo yo.
Si yo interpreto lo que me sucede como fruto de la casualidad o de la mala suerte no puedo hacer nada para cambiarlo.
Pero si creo que lo que me sucede es el fruto de mis pensamientos del pasado, me permito el aprendizaje que conlleva y el poder cambiarlos en el presente para que en el futuro se me brinden otras experiencias más gratificantes con las que poder continuar aprendiendo, pues nunca dejamos de hacerlo, pero esta vez permitiré a la vida que lo haga desde el amor.
Desde el miedo creo que los demás me hacen daño pero desde el amor son mis maestros.
Si queremos que algo cambie en nuestra vida la única manera de conseguirlo es cambiando nuestra percepción sobre ella.
Desde el miedo no podemos ver la realidad.
Desde el amor podemos sentir lo que en realidad somos: seres viviendo experiencias diferentes pero al fin y al cabo buscando cada uno desde nuestro propio nivel de conciencia, el reconocernos como las pequeñas partes de lo que nos creó y por lo tanto uno con el Todo, llamémoslo cada uno como pensemos que se llame Dios, Universo, etc.