A veces me apetece tomar algo dulce para desayunar o merendar.
Me encantan las magdalenas y he descubierto la manera de hacerlas saludables y a la vez deliciosas.
Desde que decidí cambiar mi dieta, evitar productos procesados y eliminar el azúcar no había vuelto a probarlas así que voy a compartir con vosotros esta receta y espero que satisfagais ese deseo como lo hago yo.
Además se preparan en poco más de media hora así que yo suelo hacerlas una hora antes de merendar.
Así cuando voy a hacerlo ya están frías y listas para deleitarme.
Para hacer 6 magdalenas necesitaremos:
- 4 cd colmadas de harina de almendras
- 1 cd colmada de harina de trigo o avena integral
- 1 huevo
- 50 ml de leche de almendras o cualquier otra vegetal sin azúcar
- 1 y 1/2 cs de eritritol
- 1 cd de levadura
- 1 cd de esencia de vainilla
- 1 cd de chía
- Fruta picada
Con estas cantidades nos saldrán 6 magdalenas pequeñas.
Os recomiendo picar la fruta que vayais a utilizar.
Yo he utilizado como veis en la foto: albaricoque, plátano, cerezas, arándanos, frambuesas y coco.
En esta ocasión haré una magdalena con cada una de las frutas.
Podéis probar a hacerlas como yo y luego si os gustan algunas más que otras pues solo tendréis que hacer esas.
Empezaremos mezclando bien en un bol las harinas, el eritritol y la levadura.
En otro bol batiremos el huevo y le añadiremos la esencia de vainilla y la leche de almendras mezclando todo muy bien.
Ahora llega el momento de mezclar líquidos y sólidos en un solo bol.
Lo haremos integrando poco a poco la mezcla de las harinas con la mezcla líquida, ayudándonos con el batidor o con una cuchara.
Cuando esté todo bien mezclado y sin grumos lo repartiremos en nuestro molde con cuidado y procurando poner la misma cantidad en cada uno de los compartimentos.
Llegó el momento de añadir nuestras frutas picadas y las introduciremos dentro de la mezcla procurando que queden completamente tapadas.
Ahora esparciremos por encima un poquito de chía por cada una de nuestras magdalenas y las meteremos al horno que previamente habremos calentado a 180° y las tendremos durante media hora.
Comprobamos pinchándolas con un palillo que estén hechas y cuando salga limpio las sacamos y las pondremos a enfriar en una rejilla.
Cuando estén frías las desmoldaremos con cuidado y ya solo nos queda disfrutarlas.
Un consejo: yo suelo congelar las que me sobran y las voy sacando cuando quiero volver a consumirlas. Estarán tan deliciosas como cuando las hicimos.
Espero vuestros comentarios.