A veces me siento extraña.
No se que es lo que me sucede pero hay algo en mi que me dice que no estoy siendo coherente.
Entonces necesito parar.
Se me olvida que todo lo que sucede no es ni bueno ni malo, es neutro y que yo tan solo estoy interpretando eso que sucede para crear mi realidad.
En esta ocasión me enfrento a una intervención quirúrgica a la que no me quiero someter pero que me recomiendan para evitar un mal mayor.
Todo empezó hace un año en el que por un error de interpretación de la doctora que me atendió en el resultado de una prueba, no me habló de la gravedad de lo que allí se describía creyendo que se refería a algo que en la misma prueba me habían extirpado.
Me recomendó volver a hacerme la prueba otra vez pasados unos meses pero yo, al no tener ningún síntoma, pensé que ya se había solucionado y no volví a pensar en ello.
Hasta que un año después de nuevo apareció el síntoma que me llevó a su consulta.
Consulté con otra doctora en esta ocasión y ella entendió de otra manera los mismos resultados que me mandó la anterior y me habló de que lo que me habían detectado en la prueba era un tumor y que no tenía nada que ver con lo que me habían quitado.
Fue muy clara y me dijo que después de un año existía la posibilidad de que ahora fuese más grave.
Me volvió a mandar la misma prueba y tras el resultado comprobó que el tumor había crecido y había que hacer una intervención quirúrgica para quitarlo.
Siempre he sido una persona positiva y también me considero valiente y aunque el impacto de la noticia me sorprendió en todo momento pensé que todo iría bien.
Cuando fui a hablar con el cirujano me dijo que la intervención iba a ser bastante más compleja de lo que yo esperaba por prevención de lo que pudiera ser más adelante en el caso de no haber quitado todo.
Reconozco que me entró miedo y me hice las pruebas del pre-operatorio enseguida, pero cuando las estaba terminando me asaltó la duda de que debía de hacer.
Si yo estaba creando mi realidad podía hacer que la enfermedad desapareciera por mi misma, pensé.
Al fin y al cabo eso era lo que yo creía y me estaba sintiendo incoherente al actuar desde el miedo.
No sentía ganas de escribir ni de continuar haciendo las cosas que siempre hacía.
Sentía que no podía seguir compartiendo cosas que yo no era capaz de hacer.
Tenía que aclararme. Así que decidí centrarme en mi misma.
Yo tenía que tener la respuesta, puesto que es mi realidad.
Y decidí confiar.
Sabía que de alguna manera me llegaría la respuesta que esperaba para tomar una decisión que fuera coherente con lo que pensaba y sentía.
En todo un año no había vuelto a tener ningún síntoma y solamente volví a tenerlo dos veces en el último mes.
Así que decidí hacerle caso a mi cuerpo y acordé conmigo misma que si volvía de nuevo el síntoma eso significaría que tendría que tomar la decisión de operarme y que si no volvía, eso me haría tomar la decisión de no hacerlo pues yo misma podría con ello.
Durante una semana estuve bien, tranquila. Pensando y sintiendo que estaba siendo coherente y no estaba actuando desde el miedo.
Tanto la doctora que me mandó la prueba esta segunda vez, como el especialista que me la hizo, como el cirujano me recomendaban que me operase.
Fui consciente que ellos me estaban haciendo esa recomendación basándose en sus conocimientos y también en su propio miedo. Eso era lo que probablemente ellos harían desde su propia percepción de su realidad.
Pero yo tenía que tomar la decisión desde la mía.
Y entonces cuando estaba pensando y sintiendo que estaba siendo coherente y cuando más tranquila me encontraba… apareció de nuevo el síntoma.
Ahora el mensaje era claro. Mi cuerpo manifestaba la necesidad de que la intervención eliminase esa parte de mi que no estaba funcionando correctamente.
Reconozco que no me hizo gracia ver esa señal porque supone para mí perder una parte de mi cuerpo de la que no quiero prescindir además de una cicatriz que no me agrada tampoco.
Pero también fui consciente de que me daba igual la decisión que fuese a tomar porque las dos me llevarían a sentir miedo por lo que me sucediese después.
Y entonces me dí cuenta de que lo que me está sucediendo puedo interpretarlo de la manera que yo quiera pues es mi propia realidad.
Puedo percibirlo como una desgracia y esto me llevará a a sentirme mal durante todo el proceso (incluso puede que durante el resto de mi vida) y probablemente a que no se solucione mi problema y vuelva a tener otros más adelante.
Pero existe otra opción.
Puedo percibirlo como algo que también es: una gran oportunidad para mí.
Y comprendí que es mi gran oportunidad de enfrentarme a mis miedos.
De ser consciente de que todo lo que me sucede siempre tiene que ver conmigo.
De comprobar que detrás de todo hay algo que me va a hacer crecer y a dar de mi lo mejor de mi misma, aunque en el momento en que esto suceda a mi me parezca verlo todo negro.
Y entonces reconocí la oportunidad que me ofrece mi vida en este momento de reconocer, amar y trascender esa parte de mi que me deja paralizada cuando siento miedo.
Y tomé mi decisión siendo coherente.
Ahora todo ha cambiado.
No estoy tomando la decisión desde el miedo, ahora siento que mi cuerpo (yo misma) soy la que decido que es lo mejor para mi.
Yo soy la única responsable de las decisiones que tomo.
Los médicos que me atienden me brindan sus conocimientos, me asesoran y me brindan su maestría y sus capacidades pero yo soy la única que decido sobre mi vida y sobre mi realidad.
Responsabilizarme de mi conlleva el tomar decisiones y aceptar las consecuencias de ellas.
Ahora me siento coherente y en paz conmigo misma.
Gracias universo!!!
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CUANDO TODO SE COMPLICA