Cuando nos dejan

Cuando comenzamos una relación casi siempre ponemos nuestra atención en lo que está sucediendo en el plano físico y nos olvidamos de lo que está sucediendo también en otros planos que tienen que ver más con lo que en realidad somos.

Cuando vamos profundizando algo más al conocer a esa persona que nos mantiene hechizados en nuestros pensamientos aparecen unos sentimientos de querer estar con ella y a la vez un miedo terrible a que se desilusione de nosotros y nos deje.

Esto nos llevará a intentar protegernos de ese posible sufrimiento y a la mayoría les impedirá poder conocer como es realmente el amor (aunque se mantengan en la relación toda la vida) pues el miedo les llevará a no permitirse ser como realmente son impidéndoles así disfrutar de la relación plenamente.

En otros casos les hará salir corriendo despavoridos perdiéndose así la posibilidad de ser amados y de ser feliz en pareja.

En realidad las relaciones de pareja nos enfrentan a nuestros miedos más profundos con la intención de que sanemos las heridas que nos acompañan desde la niñez y que no nos permiten que podamos desarrollarnos ni personal ni espiritualmente.

El enfrentarnos a la posibilidad de que nos dejen nos enfrenta al rechazo y el abandono que sentimos de muy pequeños y que nos llevó a buscar la manera de protegernos del dolor que nos produjo el no sentirnos amados por las personas más importantes de nuestra vida.

Cuando esto nos sucedió sentimos que era culpa nuestra el que no nos amaran pues de alguna manera sentimos que es antinatural el que nuestros padres no nos amen y por lo tanto algo que está en nosotros debe de ser la causa de ello.

Y mantenemos ese pensamiento de adultos y cada vez que tenemos una experiencia que nos enfrente con el abandono y que se puede dar en cualquier tipo de relación (de amistad, de compañeros, de familia o de pareja) saldrá ese niñ@ herido que todos tenemos y que nos llevará a ese lugar dentro de nosotros mismos en el que nos sentimos seguros para no sufrir al sentirnos rechazados.

Lo peor de todo esto es que lo ignoramos y no nos daremos cuenta de que es lo que está sucediendo cuando por ejemplo un amigo al que tenemos mucho cariño nos critique y lo único de lo que seremos conscientes es de nuestro malestar y nuestro enfado sin reparar que nos está llevando directamente a que podamos enfrentarnos a esa herida aún abierta desde nuestra más tierna infancia.

Y eso precisamente es lo que nos propone una relación de pareja: la posibilidad de enfrentarnos a esas heridas y de que podamos sanarlas.

A la posibilidad de que podamos abrir nuestro corazón para entender al otro, para ayudarle a que sane esas heridas y de que el otr@ haga lo mismo y nos ayude a curar y sanar las nuestras.

A crecer en compañía y a conocer el verdadero amor. Ese del que nunca nos hablaron y del que creimos que nunca fuimos merecedores.

Pero para llegar a él debemos rendirnos y admitir que aunque hasta ahora las experiencias que hallamos tenido no nos han mostrado ese amor, si nos han enseñado, cada una de una manera distinta, en que consiste el sentirnos amados y el poder amar, aun cuando en la mayoría de los casos lo habrán hecho desde todo lo contrario, es decir mostrándonos lo que no es amar.

Porque nadie puede amar si nunca se sintió amado.

Solo puede intentarlo protegiéndose por si le hieren pero eso no es amor.

Amar es ver al otro como realmente es y aceptarlo plenamente sin querer cambiarle.

Amar es aprender a vivir en la incertidumbre de no saber si la otra persona permanecerá para siempre con nosotros pero sabiendo que si decide irse, no tendrá que ver con nosotros,  sino con sus propios miedos y con su capacidad o su forma de poder sanarlos.

Y sabiendo también que nosotros podremos recuperarnos de su pérdida y seguir nuestro propio camino para sanar los nuestros.

Somos amor pero lo ignoramos.

Pero la vida es crecimiento y éste nos lleva a que lo comprendamos.


Enfrenta tus miedos y serás feliz

La mayoría de nosotros pensamos que las personas o las cosas que tenemos en nuestras vidas nos vienen dadas en la mayoría de los casos porque nos hemos esforzado por conseguirlas y/o por la casualidad de que se hayan dado.

Pero solemos ignorar que tanto estamos nosotros haciendo para que se manifiesten todas las cosas que nos suceden.

En el caso de que se deba a nuestro esfuerzo está claro que sí pero en los otros casos es más difícil verlo.

Creemos que no tenemos nada que ver con lo que nos está pasando y esto dista mucho de ser cierto porque la realidad que todos percibimos es solamente la interpretación que cada uno hacemos de lo que está sucediendo.

Y esto lo hacemos pasando todo por nuestros propios filtros que están formados por nuestras creencias sobre como deben ser todas las cosas.

Así pensamos, por ejemplo, que si una persona tiene celos es porque le importamos y nos ama, cuando en realidad su propia inseguridad está demostrando que no se quiere a sí mismo y que por lo tanto no puede amar a nadie.

Si seguimos con este ejemplo, las personas que tienen esta creencia sentirán que su pareja no les quiere si no sienten celos y por este motivo se perderán relaciones fantásticas y sanas por sus propias interpretaciones de lo que está sucediendo con esas personas.

Así que mientras la creencia de que los sentimientos de posesión sean interpretados como amor, las personas que lo creen estarán buscando parejas que los tengan y descartando otro tipo de relaciones menos tóxicas y más saludables.

Son nuestras creencias las que definen como son nuestras vidas.

Si cuando éramos pequeños no nos dieron todo el amor que necesitamos creeremos que no nos merecemos que nos amen.

Y si creemos que no somos merecedores de amor aparecerán en nuestras vidas personas que por las circunstancias que sean no podrán amarnos.

Y nos quedaremos enganchados en ese tipo de relaciones que nos reafirmarán en esa creencia que tenemos desde niños de que no merecemos amor.

Enfrentarnos a esa creencia que es la que nos hace sufrir es la única manera de liberarnos de ella.

Traspasar el miedo que nos mantiene inmovilizados, y que aunque nos causa dolor nos mantiene en un terreno conocido y que controlamos, es necesario si queremos ser felices.

Amarnos a nosotros mismos nos lleva a enfrentar esos miedos.

A dejar atrás esas actitudes que desde niños nos llevan a protegernos del riesgo a sentirnos abandonados o rechazados si abrimos nuestro corazón y nos hacen daño.

Cuando nos sentimos merecedores de todo el amor que puedan darnos estamos preparados para dar y sentir el amor que nunca fuimos capaces de permitirnos dar y recibir.

Es entonces cuando nos sentiremos plenos y felices porque a pesar de saber que la persona que amamos puede decidir dejar de estar con nosotros seremos capaces de dejarla ir con amor y de cuidarnos y darnos todo el amor que necesitemos para sanar, después de un tiempo, el dolor que nos causaría la despedida.

Amarnos a nosotros mismos conlleva enfrentarnos a nuestros miedos más profundos pero la recompensa puedo aseguraros que merece la pena.

Rosa María de la Plaza
https://descubreelsentidodetuvida.com


Crema de coco y mango con crujiente de granola y arándanos

Este delicioso y saludable postre se prepara en 5 minutos y conseguiréis que coman fruta hasta las personas que más les desagrade.

Además es ligero y quedaréis genial en cualquier reunión.

¿Qué más se puede pedir?

Pues la receta, por supuesto y aquí os la dejo.

Para dos personas necesitaréis:

– 1 yogurt de soja de coco

– 1/2 mango

– granola para el crujiente

– arándanos secos

Como veréis no os he puesto en la receta ningún endulzante porque sigo una alimentación sin apenas procesados y sin azúcares añadidos y al ser el yogurt un procesado ya la lleva. En mi caso de 2,3 gr. por cada 100 gr.

Como ya estoy acostumbrada noto el dulzor pero si a vosotros os gusta más dulce podéis utilizar el edulcorante que más os guste.

Yo he utilizado yogurt de soja bajo en azúcar pero podéis prepararlo con cualquier yogurt.

Para el crujiente he puesto una granola de avena, quinoa, koji y arándanos.

Si no la tenéis podéis utilizar cualquier otra aunque los arándanos le dan un toque delicioso.

Para hacer la crema lo único que tendréis que hacer será mezclar el yogurt y el mango cortado en trozos en una batidora o procesador.

Quedará una textura muy cremosa y deliciosa que pondrá un final dulce y saludable de cualquier comida.

También podéis convertirlo en una rica y ligera merienda.

¡¡¡Que lo disfrutéis!!!


Solo amándonos nos podrán amar

Tenemos que amarnos a nosotros mismos si queremos ser felices.

Es curioso como cuando comento esta frase casi todos dicen amarse así mismos.

Yo antes también pensaba que me quería por los mismos motivos que lo piensan los demás.

Pensamos que nos queremos porque nos proporcionamos cosas materiales: un viaje, un coche, un vestido, una cena con alguien especial, una sesión de spa, vamos al gimnasio, etc.

Aunque todas esas cosas forman parte de muestro bienestar y son necesarias no significan que al proporcionárnoslas nos estemos amando.

Tambien creemos que nos amamos cuando nos enfadamos y defendemos lo que nosotros pensamos ciegamente incluso en algunos casos llegando a las manos o a no volver a hablarnos y relacionarnos con alguien que queremos.

Muchos también confunden el amor a los demás con el proporcionarles seguridad y cosas materiales.

Pero el amor no tiene que ver con nada de eso.

El amor tiene que ver con la coherencia. Con pensar, sentir, hablar y actuar de la misma manera.

Con el aceptar al otro tal y como es y por lo tanto aceptarnos plenamente también a nosotros mismos.

Nos esforzamos en conocer al otro. 

En saber por qué hace, piensa, habla o siente de determinada manera.

Fijamos siempre la atención fuera y evitamos el conocernos a nosotros mismos.

No nos tomamos tiempo para averiguar por qué pensamos, sentimos, hablamos o actuamos así nosotros.

Ignoramos que en muchas ocasiones somos incoherentes y justificamos esas incoherencias pensando que debemos que hacer cosas que nos disgustan a pesar de sentir que detestamos hacerlas.

Esa es la causa de nuestro sufrimiento y de que no podamos sentir la felicidad que es inherente a todos nosotros y que solo podemos sentir cuando somos coherentes y estamos en paz.

Nuestro mayor problema es lo que pensamos sobre como todo debería de ser.

Vemos siempre el peligro de que nos puedan hacer daño fuera y nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos.

Para empezar a estar en coherencia lo primero que debemos hacer es olvidarnos de quienes nos dijeron que somos y descubrirlo por nosotros mismos.

Para ello debemos de abrirnos a la posibilidad de que todas nuestras creencias son solo eso, algo que creemos porque otros nos han inculcado que son realidades inamovibles.

Nos hacen pensar que necesitamos la aprobación de los demás y la única aprobación que necesitamos es la que solo nosotros mismos nos podemos dar.

Dejar de pensar que la felicidad nos la tienen que proporcionar cosas externas a nosotros es completamente necesario si queremos dejar de vivir en la ilusión de lo que nos gustaría que fuese y empezar a vivir desde la realidad.

Sentirnos, entendernos y aceptarnos plenamente es el primer paso para empezar a ser coherentes.

Pensar, sentir, decir y actuar en coherencia es amarnos y amar también todo lo que hacemos.

Y aunque algunas cosas no nos gusten nos aceptaremos plenamente y podremos aceptar y amar tambien a los demás sin que ello signifique que nos quedemos en sus vidas.

Cuando aceptamos de verdad a otras personas sin querer cambiarlas en algunas ocasiones tendremos que soltarlas con amor y seguir nuestro camino sin ellas para protegernos y dejar de sufrir.

Y en eso consiste el amor.

Solo cuando nos amamos podemos amar a los demás.

Solo amándonos podrán amarnos.


¿Tienes una relación tóxica?

Seguramente conoces a alguien que tenga o que haya vivido alguna relación como la que voy a comentar a continuación o tal vez seas tu quien la conozca de primera mano.

Hablo de las relaciones que ahora llaman tóxicas y que no son más que cualquiera en la que no te sientas cada dia mejor contigo mismo y seas feliz.

Aunque con esto no quiero decir que en cualquier relación todo sean risas y felicidad porque pensar eso es tener una mentalidad inmadura que aún cree que los finales felices de los cuentos son las únicas relaciones de verdadero amor. 

El amor nunca nos daña.

Al contrario siempre nos hará crecer a nosotros mismos y a la persona que tiene la relación con nosotros.

Desde luego que habrá momentos y se pasarán por situaciones en las que la vida nos mostrará que el amor no solo se trata de pasar buenos ratos sino de capear los no tan buenos y salir reforzados de ellos.

Pero esto no tiene nada que ver con las relaciones tóxicas en las que la frustración es la protagonista porque no se consigue sentir que la otra persona nos proporcione lo que creemos que necesitamos y nos merecemos.

Por cierto esto no solo sirve para aplicarlo en las relaciones de pareja sino para cualquier relación sea del tipo que sea y en las que no nos sintamos valorados o queridos en la misma proporción que lo sentimos nosotros hacia la otra persona.

Y como sentirse frustrado es sinónimo de ser infeliz conviene que sepamos lo que estas relaciones nos están mostrando para que aprendamos cuanto antes lo que nos vienen a enseñar y podamos continuar nuestro aprendizaje con relaciones más saludables.

Tal vez seas de los que piensas que con el tiempo todo eso que no te gusta cambiará. Pero ya te darás cuenta de que si cambia será para peor y no como tu esperas precisamente.

Si supiéramos que las relaciones son los espejos en los que nos vemos reflejados nosotros, las veríamos como lo que realmente son: verdaderos barómetros de lo que desconocemos de nosotros mismos.

Sin embargo al vivirlas desde la separación y creyendo que no tienen que ver con nosotros nos sentimos frustrados al ver lo diferentes que somos a ellos.

Y se nos pasa la vida no entendiendo nada de lo que pasa y resignados a sentirnos incomprendidos por esas personas a las que queremos y que no nos muestran apenas amor.

Cuando vivimos desde la separación ignoramos que aunque el otro nos muestre algo que percibimos como lo contrario, en realidad nos lo está mostrando desde la otra polaridad para que entendamos que nos encontramos en los dos extremos opuestos de lo que necesitamos aprender y que casi siempre será lo poco que nos amamos a nosotros mismos.

Por poner un ejemplo de una relación muy dura: cuando vemos una en la que hay una víctima y un maltratador no nos damos cuenta de que cada una de las partes se siente tan mal consigo mismo que en el caso del maltratado necesita de alguien que sea peor que el y que le castigue y el victimario necesita sentir que hay alguien peor que el y castigarle por el mismo motivo.

En realidad tanto el uno como el otro se están mostrando lo poco que se valoran y se aman ellos mismos.

Pero desde la separación nunca se entenderá la misión que están cumpliendo cada uno en la vida del otro porque lo que cada uno intentará en esta relación o en las siguientes en el caso de que se separen, será que alguien de fuera les proporcione ese valor y ese amor que no se dan a ellos mismos.

Desde la unidad aunque cada uno esté en el punto opuesto del otro se entiende que los dos tienen el mismo sentimiento de resentimiento con ellos mismos por no amarse y permitir que sea alguien de fuera el que les valore o les muestre ese amor que no sienten por si solos hacia ellos.

Se que la mayoría no siente que somos uno con todo y que lo que vivimos siempre nos está aportando información sobre nosotros mismos, pero el precio que pagamos por desconocer esto es bastante caro pues nos causa un enorme sufrimiento al sentirnos completamente frustrados porque no podemos cambiar las situaciones que vivimos. 

Pero conocer que los únicos que tenemos que cambiar somos nosotros mismos nos da la posibilidad de poder conseguirlo.

Nos abre una puerta que jamás contemplamos que existiera y que nunca podremos ver si no conseguimos distanciarnos de la visión que tenemos de nosotros de victimas de lo que nos hacen siempre los demás o las circunstancias.

Tenemos que amarnos primero a nosotros mismos para encontrar alguien que nos ame.

Tenemos que ser primero lo que queremos que el otro nos refleje de nosotros.

Si nos amamos tendremos como compañeros de vida a personas que nos amen y nos mostrarán eso en su reflejo.

Si no lo hacemos volveremos a encontrarnos con alguien que no nos amará ni podrá darnos amor por sus propias circunstancias.

Para amarnos lo primero que tenemos que hacer es cuidar de nosotros mismos y apartarnos de las personas que nos hacen daño, sea cual sea su lugar en nuestras vidas.

Tratarnos a nosotros mismos con el mismo amor con el que tratamos a esas personas que nos hacen sufrir y con las que tenemos una paciencia infinita a pesar del dolor que nos causan.

Perdonarnos por todo lo que hemos permitido que nos hiciesen y por no haber sabido cuidarnos, respetarnos y amarnos.

Y a partir de ahí darnos a nosotros mismos ese amor que siempre esperamos que nos viniese de fuera para que nos confirmase lo que ahora ya no nos hace falta saber porque ya lo sentimos: que somos seres merecedores de todo el amor que recibamos simplemente por el solo hecho de haber nacido y sin que tengamos que hacer nada a cambio para merecerlo.

Y entoncesí veremos cómo fluye el amor en todos los sentidos y en todas las facetas de nuestras vidas.


Ni buenos ni malos, somos las dos cosas

Se que muchas de las personas que van a leer esto no estarán de acuerdo pero sinceramente yo no trato de convencer a nadie sino de compartir mis experiencias y estas me han enseñado que si solo aceptamos una parte de nosotros sufrimos.

Claro que a la mayoría de nosotros nos gusta ver y mostrar esa parte tan fantástica que tenemos y que nos convierte en unas buenas y bellas personas.

Pero todos deberíamos de aceptar también esa parte que menos nos agrada y que procuramos guardar para nosotros mismos aunque a veces explotemos y la mostremos cuando estamos descontrolados.

Eso también somos nosotros y procurar ocultarlo nos hace sufrir al no aceptarnos por completo.

Somos luz y sombra así que cuanto antes nos reconozcamos y aceptemos antes podremos cambiar aquello que no nos gusta o abrazar con amor aquello que aunque no podamos cambiar forma parte de nuestro ser.

El no querer mostrar esas partes resulta hasta lógico pues a nadie le gusta que le reconozcan en pensamientos, sentimientos o incluso en actos que a nosotros mismos nos resultan deplorables en otras personas.

Pero hacer eso que es socialmente bien visto no tendría la importancia que alcanza cuando mostramos tanto interés en ocultarlo que hasta nos engañamos a nosotros mismos creyendo incluso que eso tan desagradable no forma parte nuestra.

Cuando esto ocurre nos volvemos sumamente críticos con las personas que tienen todo aquello que nosotros nos ocultamos y no reconocemos e incluso pedimos las condenas más severas para ellos.

No nos damos cuenta que al hacer eso nos estamos castigando cruelmente a nosotros mismos.

Nos convertimos en severos jueces de nuestros propios seres al no aceptarnos plenamente.

Estamos aquí para conocernos y trabajar en nosotros mismos para ser cada vez mejores personas y para reconocer lo que realmente que somos.

Ese es el final del camino.

Porque al fin y al cabo somos humanos y no somos perfectos. 

Tenemos que aprender de nosotros mismos y si nos negamos a admitir que tenemos cosas que no nos gustan nunca nos reconoceremos en lo que verdaderamente somos: AMOR.

Trascender cosas nuestras es parte de la vida.

Sentirnos culpables por no aceptarnos nos hace sufrir y no nos beneficia en absoluto.

Aceptarnos plenamente nos permite ser felices.

En este mundo dual en el que vivimos nada tiene solamente una cara, sino las dos polaridades. 

Así que ni buenos ni malos somos las dos cosas y cuanto antes lo reconozcamos antes nos brindaremos a nosotros mismos la oportunidad de poder ser felices.


Olvídate de ser perfect@

Es inútil pretender ser perfecto.

Somos humanos y tenemos cosas buenas y cosas que no lo son tanto.

Aceptar esto es aceptar también una parte importante de lo que somos.

Se nos olvida que lo somos si pretendemos ser perfectos.

¿Quién nos ha dicho que lo podemos ser?

Si somos humanos es porque debemos serlo porque aunque creamos lo contrario todo es perfecto.

Si esto no fuese así hubiésemos nacido de otra manera y seríamos otra cosa.

Pero no: somos humanos y cuanto antes aceptemos esa parte nuestra antes nos irá mejor.

El pensar que podemos ser perfectos nos causa sufrimiento.

Solemos creer que las cosas son solamente de una manera y que hacerlas de otra no estará bien.

Eso nos lleva a cometer errores pues lo que les ha servido a unos no nos tiene porque funcionar a otros, así que lo mejor que podemos hacer es abrir nuestra mente y escuchar a nuestro corazón.

Es intrínseco del ser humano el aprender de nuestros propios errores.

Es más me atrevería a decir que gracias a eso nos sentimos más vivos.

Creo que una vida totalmente lineal sería muy aburrida.

No podríamos superarnos y valorar todas aquellas cosas que conseguimos por nosotros mismos que al fin y al cabo son las que mayores satisfacciones nos proporcionan.

Además equivocarnos es parte del plan de nuestra vida.

Venimos a esta vida a disfrutarla pero también a aprender y a superarnos. 

A ser cada vez mejores personas y a comprender lo que en realidad somos y lo que nos hace felices.

Para mi la vida es como un juego en el que todo está embrollado y en el que tienes que ir descubriendo lo que de verdad importa.

Y para ello necesitamos equivocarnos.

Necesitamos quitar todo eso que nos hacen creer que necesitamos para ser felices y que en realidad nos lleva a sufrir.

Los errores que cometemos al contrario de lo que pensamos nos enseñan cosas y no son la causa de nuestro sufrimiento sino las oportunidades que nos brinda la vida para salir de esa rueda en la que estamos metidos y en la que ignoramos que participamos.

Nuestros errores nos llevan a ver que ese no es nuestro camino.

Que la felicidad no nos la puede proporcionar nada ni nadie que venga de fuera de nosotros.

Que nosotros ya somos felices de por sí pero tenemos que salir de ese círculo vicioso en el que nos mantenemos creyendo que las cosas materiales y los demás son los que nos causarán felicidad.

La felicidad no se puede proporcionar solo se puede compartir.

Y a mi modo de ver en esto consiste estar vivo: descubrir el juego y vivir sabiendo que estás jugando.

Pero eso sí ahora siendo consciente de ello.

De esta manera la vida toma otra dimensión muy diferente a la que podemos percibir cuando desde el desconocimiento creemos que para ser felices debemos ser perfectos.

Así los errores y los problemas se convierten en oportunidades para conocernos mejor y en retos para comprobar que somos mucho más valiosos y tenemos mucho más poder de lo que nosotros pensamos.

Y que las únicas limitaciones que nos han llevado a no conseguir lo que nos merecemos han sido las que nos hemos puesto a nosotros mismos por lo que creíamos que éramos.

Así comprendemos que somos mucho más que humanos, pero eso ya lo intuíamos, ¿verdad?

Cuando descubrí esto cambió por completo mi vida.

Así que ahora ya lo sabes:

Solo siendo imperfectos llegaremos a sentir esa felicidad que ya venía de serie con nosotros cuando llegamos a este mundo.


Desapego VS ilusión

Seguramente a la mayoría os ha pasado alguna vez y a muchos unas cuantas lo que voy a compartir hoy con vosotros.

Reconozco que me ha sucedido varias veces.

Hasta que descubrí que hay otra manera de vivir y que a mi nadie me había hablado de ello.

Pero vamos al tema.

Solemos pensar que cuando tenemos cualquier cosa lo mejor que puede sucedernos es que nos dure para siempre.

Y, claro está, si nos resulta agradable mucho más.

Esto por supuesto nos da seguridad sobre todo cuando es algo que de perderlo supondría para nosotros un descalabro como puede ser una relación o un trabajo.

Por ese motivo tendemos a querer poseer todo aquello a lo que damos importancia para el resto de nuestras vidas.

Por eso nos apegamos a nuestras parejas, nuestros familiares más queridos, nuestros trabajos, nuestras casas, etc.

Y algunas no precisamente son beneficiosas para nosotros pero no nos atrevemos a soltarlas por la inseguridad y el dolor que pensamos nos causaría perderlas.

Pero suele suceder que cuando nos apegamos a alguien o a algo no vemos clara la realidad y nos metemos en historias que al principio nos parecen maravillosas pero que no tardando mucho nos hacen sufrir.

Y así aguantamos en relaciones, en trabajos o en situaciones que nos hacen sufrir sin hacer nada por evitarlas.

Si conseguiesemos desapegarnos de las situaciones que vivimos, seríamos capaces de discernir entre lo que sucede realmente y lo que nosotros pensamos que está sucediendo.

Y esto nos llevaría a contemplar la realidad y a disfrutarla mientras comprobamos si lo queremos mantener en nuestra vida o a decidir que eso no nos encaja y preferimos soltarlo.

Pero como no sabemos vivir sin apegarnos nos mantenemos en la ilusión de que las cosas «no son como nos parecen» o que «cambiarán más adelante» y nos quedamos en situaciones que nos amargan la vida.

Y de esta manera, aunque algunas personas sean capaces de cortarlas, un gran número nos quedamos paralizados y no somos capaces de salir de lío en el que nos hemos metido nosotros solos inconscientemente.

El desapego al contrario de lo que muchos  creen no tiene nada que ver con la frialdad sino con disfrutar las cosas desde la realidad que estamos viviendo.

Simplemente el desapego nos hace vivir con los pies en la tierra y no vivir en la ilusión de lo que quisiéramos que fuera.

Si lo conociéramos no nos quedaríamos situaciones en las que después de mucho dolor nos hacemos conscientes de que esa ilusión que estabamos viviendo solo era eso una ilusión y que dista mucho de lo que pensábamos que era.

Cuando practicamos el desapego nos damos cuenta de lo que está sucediendo y solo participamos si nos interesa disfrutar de las situaciones que vivimos y evitamos el sufrimiento porque aceptamos la realidad.

Está claro que mantener una mala relación o las malas elecciones que hagamos en esta vida son nuestra responsabilidad asi como el cuidar de nosotros mismos y procurarmos felicidad es nuestro deber.

Por lo tanto mantenernos en situaciones que nos causan sufrimiento es nuestra decisión y soltar lo que nos hace sufrir también lo es.

Aunque desde luego podemos obviar esto y mantenernos en la queja de que la culpa es de los demás y que nosotros no podemos hacer nada por cambiarlo.

Pero el eludir la responsabilidad de nuestra propia vida es la principal causa de nuestro sufrimiento.

Asi que desapégate y deja de esperar que la felicidad venga de fuera de tí.

Sigue mi consejo: mantente solo en las situaciones que te hagan sentir bien y suelta lo que te haga sentir mal.

Deja de esperar que las personas o las situaciones cambien y acéptalas como son.

Y si tienes que dejarlas ir porque que te causan dolor suéltalas.

¡Solo así serás feliz!


¿Por qué te conformas con lo que no te mereces?

Párate un momento y respóndete a estas tres preguntas:

¿Llevas tiempo sintiéndote mal y necesitas expresar como te sientes?

¿Estás cansad@ de esperar a que las cosas mejoren y quieres dejar de sufrir?

Y por último la que para mí es la más importante,

¿Crees que tu puedes hacer algo para cambiar tu vida?

Pues no lo dudes estás en el sitio correcto.

¡Y hoy quiero compartir contigo una buena noticia!

A pesar de que seguramente tu crees lo contrario, tienes el poder de cambiar tu vida.

Es más, tu eres la única persona que puede hacerlo.

Créeme cuando te digo que, aunque tu no lo tengas consciente, el problema es que piensas que te mereces lo que tienes.

Si no fuese así no estarías viviendo estas experiencias por que el universo siempre nos refleja lo que pensamos y sentimos en realidad.

Así que aunque aparentemente pensemos que tenemos una buena autoestima y nos amamos esto dista mucho de ser así.

Estoy además convencida de que esto que te digo te resuena y algo en tu interior te dice que es cierto lo que te digo y hasta adivino las reacciones que tendrás al leer este texto.

Estas tres reacciones pueden ser posibles aunque la última de ellas muchos de vosotros no llegaréis a leerla, es más bastantes no habrán llegado ni a leer hasta aquí y luego os diré porqué.

Ahora veamos las tres posibles reacciones:

Puede que estés de acuerdo y quieras continuar leyendo algo más, algo que por cierto me encantaría porque sería un primer pequeño paso para poder cambiar y ser feliz.

O bien te reirás y dirás que escribo tonterías que no merecen que pierdas tu tiempo leyendo y entonces puede que actúes de dos formas diferentes: continuar leyendo con escepticismo o dejar leer esto ahora mismo.

Y la tercera reacción será probablemente la que ha tenido la mayoría de las personas que no han llegado a leer este texto completo y que por lo tanto no tienen ninguna intención de cambiar nada de sus vidas porque el seguir quejándose de sus circunstancias de alguna manera les satisface.

Estas personas no están interesadas en este tipo de publicaciones y si llegan a sus manos las cierran con mucha irritación en cuanto perciben que esta es realmente su situación y que son ellos mismos la causa de su sufrimiento.

Y lo hacen así porque si reconocen que este es su caso, tendrán que dejar esa actitud tan negativa de continua queja en la que se sienten cómodos y comenzar a actuar.

Y coger las riendas y responsabilizarse de sus vidas, es saltar al vacío porque nunca lo han hecho pues se han quedado en lo conocido, en pensar que son los demás y las circunstancias los que causan su sufrimiento.

Y eso les dará mucho miedo y se perderán la posibilidad de acabar de una vez por todas de esa manera que tienen de ver la vida que no es real y que al contrario de lo que ellos creen es la causa de su propio sufrimiento y el de las personas con las que tiene alguna relación y a las que ama.

Espero que esté no sea tu caso y me gustaría decirte algo que ignoras

¡Tu eres mucho más de lo que piensas!

Y esa es la única realidad.


Deja de causarte dolor

La mayoría cree que cuando sufre la causa de su dolor siempre es algo de fuera.

Así una persona o alguna situación se convierten en el motivo de su sufrimiento.

Esto que a priori les libera de la responsabilidad de ser la causa de su propio sufrimiento y sufrir aún más por ello al culpabilizarse de su dolor, a la vez les impide el poder liberarse del mismo y ver la vida de otra manera y en consonancia con lo que realmente está sucediendo en sus vidas.

Mirad, las cosas que suceden o lo que hacen otras personas nunca pueden hacernos daño si pensamos que no tienen que ver con nosotros.

Y justo esa es la clave de todo: lo que pensamos.

Tenemos una visión egocéntrica de lo que sucede a nuestro alrededor.

Esto nos lleva a creer que todo gira alrededor de nosotros y que todo lo que nos sucede es por la razón que nosotros pensamos.

Y así hacemos de sucesos que nada tienen que ver con nosotros personalmente, como más adelante os mostraré, verdaderos dramas de nuestras vidas.

La realidad es que tenemos un montón de creencias que nos llevan a interpretar los diferentes sucesos de nuestras vidas como si fuésemos impotentes ante las diversas situaciones que se nos presenten y que mientras mantengamos esas creencias que se han convertido en los grandes pilares en los que construimos nuestra experiencia vital, nunca advertiremos que lo que nos sucede tiene mucho más que ver con nosotros que con todo lo que identificamos como las causas de nuestro sufrimiento.

Es verdad que algunas de nuestras acciones van dirigidas a que alguien en concreto tenga una determinada reacción y eso también sucede en relación inversa.

Pero con la experiencia de nuestros años ya vividos habremos aprendido que esto no siempre nos ha dado el resultado que esperábamos sin saber además el porqué.

Y la razón tiene que ver con lo pensamos que está sucediendo pero no con lo que realmente está pasando.

Veamos un ejemplo de lo que quiero deciros:

Cuando intentamos que una persona reaccione de una determinada manera con una de nuestras acciones, ésta reaccionará según piense sobre lo que le está sucediendo y así nos podemos encontrar con que interprete que le estamos intentando ayudar y quiera escucharnos (otra cosa será lo que luego haga) o con que piense que le estamos intentando fastidiar o manipular y reaccione sin tan siquiera querer escucharnos o que incluso se enfade con nosotros o tenga una reacción incluso violenta.

¿Os suena?Seguro que sí.

Y ahora viene algo más difícil de reconocer:

¿Por qué intentamos que la otra persona cambie? ¿Es realmente por su bien o por el nuestro?

Si somos sinceros tendremos que reconocer que siempre es por sentirnos mejor nosotros aunque lo justifiquemos con que el beneficio será para el otro.

Esta es la única verdad: lo que los demás hacen o dicen tiene que ver más con ellos mismos que con nosotros y al igual que las diversas situaciones que se nos presentan (despidos, enfermedades, desamores, etc.) simplemente suceden.

Ahora démoslo la vuelta: todo lo que hacemos y decimos tiene que ver con nosotros mismos y no con los demás.

Solo cuando abandonemos esa visión egocéntrica podremos distanciarnos emocionalmente y podremos dejar de sufrir.

Solo cuando aceptemos que todo lo que sucede nos lleva a que prestemos nuestra atención en nosotros mismos y nos aceptemos completamente con nuestras luces y nuestras sombras dejaremos el dolor que sentimos por las interpretaciones que hacemos de lo que nos acontece.

Solo cuando dejemos de prestar nuestra atención fuera y la centremos en nosotros mismos dejaremos de ser los causantes de nuestro propio dolor.