Si quieres salir del drama, no permitas que te manejen

La mayoría de nosotros desconoce que la vida se puede ver de muy distintas maneras y que cada una de ellas será la realidad para quien la viva.

Casi todos pensamos que la única realidad que existe es la nuestra y no entendemos como en determinados momentos chocamos con alguien que no reconoce que tenemos toda la razón del mundo al pensar como pensamos, e incluso nos llega a acusar de estar comportándonos o haciendo algo mal cuando en su realidad somos los «mejores» o los «buenos» de la película que nos montamos.

La mayoría desconoce que la visión que tenemos sobre como es la vida y como es todo está contaminada.

Lo está sobre todo por como pensaban y sentían que era la vida nuestros padres y nuestros antecesores.

Cuando nacemos ya estamos impregnados por que ya nos llegan en nuestro ADN montones de información de todos los que vinieron antes que nosotros.

Esto que es inevitable, se va reforzando con el paso de los años pues nuestros padres a través de sus propias experiencías nos van condicionando para que veamos la vida de una determinada manera en su compartir su visión de la vida a diario con nosotros.

Es muy difícil que alguien a quien le han trasmitido que la vida es un continuo sufrimiento tenga una visión optimista de la vida o que alguien con unos padres que sientan la vida como algo maravilloso no sienta que la vida le dará montones de oportunidades para conseguir lo que quiera.

A través de mi experiencia creo que cada uno tenemos una visión muy particular de lo que es la vida, pues cada uno de nosotros tenemos diferentes matices que hacen que sea muy especial.

Al igual que dos huellas dactilares no coinciden, en esto sucede lo mismo.

Además de que nos influyen sobre todo nuestros padres, no podemos obviar que vivimos en sociedades en las que nos inculcan que hay que ser un triunfador y tener de todo para ser feliz y que si no es así es porque no hemos trabajado lo suficiente o no valemos para serlo, y por lo tanto tenemos que mejorar para sentir que los demás nos valoran y hacernos dignos de ser felices.

Ese sentimiento de insatisfacción que continuamente nos acompaña, incluso a pesar de que consigamos nuestras metas, pues nunca conseguiremos ser felices mientras no obtengamos la única valoración que necesitamos para ser lo que ya somos, y que no es otra que la de nosotros mismos, lo único que nos brinda es la oportunidad de no salir de la rueda del consumismo y del continuo endeudamiento para que no dejemos de pensar que hay otras maneras de vivir.

Este sistema que nos venden como maravilloso, que nos lleva a vivir con comodidades y lujos y ser felices se convierte en nuestra cárcel de oro de la que no podemos salir porque incluso ignoramos que somos prisioneros de los únicos a los que les interesa que vivamos en la ignorancia de lo que realmente sucede y que son los que por un lado nos contratan para que trabajemos para ellos y por el otro nos venden los productos que según ellos necesitamos para ser felices.

Mientras la balanza se incline a su favor, es decir que tengamos menos ingresos y más gastos y nos tengan endeudados para que no podamos salir de esa rueda, ellos seguirán ganando dinero a nuestra costa y por eso el interés de vendernos un mundo totalmente falso y que lo único que lo sustenta es la sensación que nos proporcionan a través de las ideas de que ser feliz tiene que ver con conseguir una vida de lujo y que nos proporcionan a través de la publicidad y de la televisión sobre todo con todo tipo de programas que nos brindan ese mundo ficticio que continuamente nos hacen creer que es real.

Mientras más miedo tengamos a perder lo poco que hemos conseguido y pongamos nuestra atención en conseguir eso que pensamos que nos falta para alcanzar la tan ansiada felicidad nos tendrán atrapados.

Mientras nos asusten con crisis que a los únicos que nos afectan es a los que no tenemos poder ni dinero,(pues para ellos se convierten en rebajas para conseguir cosas más baratas que luego revenderán mucho más caras) mientras nos mantengan viviendo en el drama nos tendrán bien agarrados y nos podrán manipular como lo hacen mientras nosotros ignoramos que lo están haciendo y participamos engañados en su juego.

Asi que tenemos que salir del drama y comenzar a ver la vida tal y como es.

Siente que es lo que verdaderamente importante y lograrás percibir esa felicidad que todos en ocasiones sentimos y asi te darás cuenta de que nunca se trata de cosas que puedas comprar.

Que en todo caso esa sensación que consigues cuando comprarste algo que no te es realmente necesario es una sensación temporal que te lleva a sentirte frustrado al poco tiempo y a intentar llenar ese vacío poniendo tu atención en otra cosa que querrás conseguir para llenarlo.

Presta atención a cómo te sientes en tu trabajo y en esa vida que crees que es la que necesitas para ser feliz y escúchate.

Solo así lograrás salir del drama en el que nos mantienen y sabrás lo que realmente te hace feliz.


Yo aprendí desde el miedo y tú, ¿como aprendes?

Estoy convencida de que estamos aquí para aprender a través de nuestras vivencias.

Mi propia experiencia vital me confirma esta creencia.

En mi vida he tenido varios aprendizajes dolorosos que me han hecho que me replanteara algunas de las creencias que según descubrí eran la causa de la limitaciones que yo misma me ponía para no moverme de donde estaba y volver así a repetir una vez tras otra experiencias que me aportaban dolor y que yo mantenía causándome sufrimiento permaneciendo en ellas en lugar de cuidar de mí y apartarme de las situaciones o de las personas que me mostraban eso que tenía que hacer para conseguir amarme.

Descubrí al cabo de años de sufrir que hay dos maneras de aprender al igual que hay dos formas de ver la vida: desde el sufrimiento o desde el amor.

Desde el sufrimiento, que era como yo la percibía entonces, creía que todo lo que me hacía daño era ajeno a mí y yo me sentía víctima de lo que me ocurría.

Pero todas aquellas experiencias que yo percibía como negativas, lo único que me estaban mostrando era que nada de lo que yo creía era verdad.

Pero mi tozudez me impedía aprender desde el amor, pues realmente desconocía lo que era, y la vida me tuvo que enseñar desde donde yo la percibía entonces, desde el miedo y así yo sufría cada vez más. 

Algunas personas aprenden sus lecciones antes.

Yo tuve que enfrentarme a una enfermedad muy grave, un cáncer, que me puso directamente a la muerte de cara.

Y allí todo lo que ya hasta entonces conocía, pues había ido adquiriendo conocimientos buscando respuestas a mi angustia vital, comencé a integrarlo en mi y hacerlo mío.

Las cosas que aprendemos con la cabeza no las hacemos nuestras hasta que las sentimos en el corazón.

Y entonces se hizo el milagro y lo vi claro.

Dejando de buscar culpables en todo lo que me pasa y no me gusta, puedo concentrarme en lo que verdaderamente me está sucediendo y cambiar aquello que ya no necesito que esté en mi vida.

Ahora asumo mi responsabilidad ante todo lo que me sucede porque he descubierto que ahí es donde reside mi verdadero poder.

El poder de decidir que es lo que quiero en mi vida. El poder de manifestarlo a través de mis pensamientos, mis sentimientos y mis acciones.

Nada ni nadie me puede hacer sufrir si yo no se lo permito. El dolor es inevitable pero el sufrimiento me lo causo yo.

Si yo interpreto lo que me sucede como fruto de la casualidad o de la mala suerte no puedo hacer nada para cambiarlo.

Pero si creo que lo que me sucede es el fruto de mis pensamientos del pasado, me permito el aprendizaje que conlleva y el poder cambiarlos en el presente para que en el futuro se me brinden otras experiencias más gratificantes con las que poder continuar aprendiendo, pues nunca dejamos de hacerlo, pero esta vez permitiré a la vida que lo haga desde el amor.

Desde el miedo creo que los demás me hacen daño pero desde el amor son mis maestros.

Si queremos que algo cambie en nuestra vida la única manera de conseguirlo es cambiando nuestra percepción sobre ella.

Desde el miedo no podemos ver la realidad.

Desde el amor podemos sentir lo que en realidad somos: seres viviendo experiencias diferentes pero al fin y al cabo buscando cada uno desde nuestro propio nivel de conciencia, el reconocernos como las pequeñas partes de lo que nos creó y por lo tanto uno con el Todo, llamémoslo cada uno como pensemos que se llame Dios, Universo, etc.


Decir adiós es necesario

Si hay algo difícil de aprender es a desprendernos de las cosas que consideramos nuestras y que aunque no las usemos desde hace años conservamos por si acaso más adelante las vamos a necesitar.

En la mayoría de los casos ni tan siquiera recordamos que las tenemos allí, en algún lugar almacenadas y solo nos acordamos de ellas cuando ordenamos o limpiamos. Y las vemos entonces.

De esta manera nos encontramos con un montón de ropa que ya no nos sirve porque no tenemos ya esa talla pero no tiramos por si más adelante adelgazamos, con un montón de libros que compramos creyendo que íbamos a leer pero que ni llegamos a abrirlos, con ropas de casa que a pesar de estar muy usadas quizás necesitemos más adelante para hacer trapos o para tapar los muebles si pintamos, sartenes en las que todo se pega pero que nos pueden servir para que no se nos estropee la nueva que hemos comprado ya hace bastante tiempo, etc.

Lo mismo nos pasa con algunas situaciones: el trabajo por ejemplo.

Lo pasamos mal todos los días porque no nos gusta nuestro cometido o porque el ambiente nos desagrada y no somos capaces de buscar otro empleo contándonos mil disculpas: que si a donde voy a ir con la edad que tengo, que si como está la situación no voy a encontrar nada, que si en todos los sitios pasa lo mismo, que si en todos los trabajos hay que aguantar, etc.

El caso es que a pesar del esfuerzo que nos supone continuar yendo todos los días a pasarlo mal, dejarlo nos parece aún más insoportable.

Y también lo hacemos con las relaciones de todo tipo.

Tenemos familiares y amigos con los que nos sentimos a disgusto por la razón que sea y aguantamos reuniones o celebraciones a las que nos cuesta un sacrificio enorme asistir y permanecer.

Nos sucede lo mismo con las relaciones de pareja.

Mantenemos la relación porque no nos atrevemos a dejarla pero el amor ya hace mucho tiempo que no lo sentimos.

Sin embargo la sensación de hastío y de frustración cada día es más grande.

No es extraño comprobar que no solo se nos da una de estas circunstancias sino que lo más probable es que que se nos den todas a la vez.

La vida es así: nos muestra siempre como nos sentimos realmente a pesar de las justificaciones y las disculpas que nos pongamos para no movernos y salir de las situaciones en las que nos hemos metido nosotros mismos, a pesar de que cuando estamos desconectados de la conciencia culpabilicemos a los otros de todas nuestras desdichas.

Tenemos que aprender a soltar todo lo que ya no suma en nuestras vidas.

Las cosas, las situaciones o las personas que estuvieron y fueron necesarias en nuestras vidas en el pasado no necesariamente tienen que permanecer en el presente pues, en ocasiones, al igual que en el ejemplo de la ropa ya no nos sirven porque «ya no son de nuestra talla»

Cumplieron su cometido cuando las tuvimos pero ahora tenemos que soltarlas y dejarlas ir porque ya nos han aportado lo que necesitamos y nosotros a ellas también.

Creemos que si dejamos la relación causaremos sufrimiento a la otra persona y solo es una justificación para no afrontar el miedo que nos supone enfrentarnos a abandonar lo que conocemos.

Si somos sinceros reconoceremos que nuestra pareja no puede ser feliz en la relación si nosotros no lo somos y si continúa es porque tampoco se atreve a soltarnos por el mismo motivo.

Mantenernos parados no soluciona nada y solo nos hace sufrir.

Al contrario de lo que pensamos dejar una relacion que no funciona es un acto de amor hacia nosotros y hacia nuestra pareja pues le brindamos la oportunidad de que enfrente sus propios miedos y pueda ser feliz.

Tenemos que aprender que hay que soltar todo lo que ya no no es útil y dejar sitio para lo nuevo que tiene que llegar.

Un adiós es necesario para reencontrarnos con nosotros mismos y amarnos para llenar ese enorme vacio de amor que no recibimos de fuera y que la vida nos muestra para que sigamos creciendo y evolucionando.

Para que dejemos de centrar nuestra atención en lo que hay fuera y la dirijamos hacia nosotros.

Para que nos respetemos y nos amemos.

Para que seamos coherentes y podamos por fin ser felices.


¿Conoces los Decretos?

¿Sabéis que son los decretos o afirmaciones?

Algunos probablemente no sepáis de lo que hablo y otros quizás hayáis oído hablar de ellos pero lo que la mayoría ignora es que a pesar de que no lo sabemos nos pasamos el día entero decretando.

Lo hacemos desde la no conciencia y el resultado de lo que estamos decretando es el reflejo de lo que estamos viviendo.

Aunque nos parece que tenemos mala suerte o que no nos merecemos todo aquello que nos resulta molesto, en realidad todo es el resultado de lo que estamos decretando para nosotros durante muchos años muchas veces al día.

Todo lo que es fuera es un reflejo de lo que hay dentro, esto es lo que nos dice la Ley de Correspondencia.

Y os preguntaréis: Pero si yo nunca he decretado tener una mala relación de pareja entonces, ¿cómo es que siempre tengo relaciones en las que no me valoran ni me aman?

Pues precisamente porque aunque conscientemente quieres una relación sana en el fondo de tu corazón piensas que no mereces que te quieran.

¿Quieres comprobarlo?

¿Cuántas veces te descubres pensando que eres tont@, por no decir otra palabra malsonante, inmediatamente después de darte cuenta de que te has equivocado?

Este solo es un pequeño ejemplo de lo mal que llegamos a tratarnos cuando no nos amamos y pretendemos que alguien de fuera nos de lo que no somos capaces de darnos a nosotros mismos.

El universo nos muestra, a través de nuestra vida, que necesitamos conectar con nosotros y aceptarnos plenamente antes de poder subir nuestra vibración y poder encontrar alguien que también se ame y pueda amarnos de igual manera.

Desde niños sentimos que si queremos que nos acepten y nos quieran tenemos que renunciar a ser nosotros mismos y agradar a los demás.

De esta manera empezamos a desconectarnos de nosotros y a poner nuestra atención en lo que sienten los demás.

Los decretos o afirmaciones, como también se los conocen, nos ayudan a transformar la visión que tenemos de nosotros y que para nada es real.

¡SOMOS LOS AUTÉNTICOS CREADORES DE NUESTRAS VIDAS!

Nuestro presente es el resultado de lo que decretamos para nosotros en el pasado.

Por lo tanto debemos elegir lo que deseamos que en un futuro se nos muestre, ahora.

¡EL PRESENTE ES EL ÚNICO MOMENTO EN EL QUE PODEMOS ACTUAR PARA CAMBIAR LAS COSAS!

Voy a compartir con vosotros unas poderosas afirmaciones o decretos que yo utilizo y que lograrán que las creencias limitantes que nos causan dolor desaparezcan, que cambiarán nuestra forma de ver la vida y conseguirán que dejemos de sufrir.

Publicaré decretos para tener salud, abundancia, éxito, amor propio y amor de pareja .

Cada semana Decretos de uno de estos cinco temas.

Para que funcionen debemos pronunciarlos en voz alta varias veces al día, sintiendo que lo que estamos decretando es cierto y lo tenemos ya en nuestra vida.

Es conveniente que después de repetirlos varias veces agradezcamos diciendo: gracias, gracias, gracias y finalicemos diciendo: así es.

Aunque no creamos en las Leyes Universales, realmente existen y así es como funciona el Universo.

Podemos ignorarlas pero seguirán ahí.

Según la Ley de Atracción estamos atrayendo siempre a todo lo que tiene una vibración semejante a la nuestra.

Por lo tanto todo lo que tenemos en nuestras vidas lo atraemos nosotros aunque solemos prestar atención siempre a lo de fuera y culpabilizar a las personas o a las situaciones vividas de todas las cosas que nos molestan o nos hacen sufrir.

El Universo nos muestra siempre lo que realmente sentimos así que si queremos que nuestra vida cambie es necesario que hagamos un reseteo en nuestras creencias que son las que a través de nuestros pensamientos crean las emociones que nos causan los sentimientos que nos llevan a crear lo que percibimos y así cambiando nuestro presente cambiemos nuestro futuro.

No nos mentimos cuando decretamos porque en realidad todo lo que afirmamos ya está ahí para nosotros, solo tenemos que alcanzar la vibración necesaria para que se materialice y lo podamos ver.

Como en este mes celebramos el día de los enamorados empiezo con estos Decretos para todos aquellos de vosotros que quieren conseguir una pareja sana.

Deseo que os gusten y os sirvan para seguir creciendo y para ser cada día la mejor versión de vosotros mismos y que así entre todos consigamos dejar un mundo mejor al que nos encontramos al llegar aquí.

Gracias, gracias, gracias

Así es.


La soledad nos acerca al amor

Aunque parezca incoherente lo que digo creo que la única manera de poder amar y permitirnos ser amados empieza por pasar tiempo en soledad.

Creemos que tenemos que tener una pareja para sentirnos plenos y no tener pareja no significa estar incompletos, sino que es una opción donde no se busca ni se espera nada, solamente se vive.

Tampoco es mejor no tener pareja que tenerla.

Es necesario que nos desprendemos de algunas creencias que nos limitan, nos cohartan y nos impiden ser quienes realmente somos.

Nos han hecho creer que el respetar, aceptar y disfrutar de la vida que queremos es ser egoístas y nada más lejos de la realidad.

No todos somos iguales ni tenemos las mismas inquietudes y por lo tanto todos vemos la vida de distintas maneras.

Por eso aferrarnos a las creencias que nos llevan a pensar que debemos hacer cosas que no resuenan con nosotros nos llevarán directamente al sufrimiento.

Sentimos la presión de lo que se espera de nosotros y nos aguantamos con preguntas maliciosas sobre nuestra vida sintiendo la incomodidad que nos produce el apartarnos de «lo normal» sintiéndonos en ocasiones hasta culpables por no hacer lo que se espera de nosotros.

Pero no todos somos felices teniendo un trabajo seguro, comprando un coche y una casa, casándonos y teniendo una familia.

O puede que lo queramos pero no en el tiempo en el que los demás lo esperan y deseemos lograr otras cosas antes de comprometernos con otras personas.

Creo que todos deberíamos de pasar un tiempo solos para conocernos a fondo y para plantearnos todas esas preguntas que todos nos hacemos sobre qué estamos haciendo aquí y qué queremos hacer con nuestra vida.

Solo así tendremos la oportunidad de ser felices y contribuir a la felicidad de otros.

A formar parte del crecimiento del mundo en el que vivimos a partir de nuestro propio crecimiento personal.

Todos nosotros somos amor y venimos a aportar a este mundo cosas diferentes y necesarias todas ellas pues el universo es perfecto.

Y para lograrlo cada uno necesitamos pasar por nuestras propias experiencias.

Disfrutar de uno mismo es esencial para poder amar.

Todos deberíamos tener tiempo para estar con nosotros mismos y hacer las cosas que realmente nos hacen felices.

Lo peor que podemos hacer es estar con alguien para no quedarnos solos.

De esta manera nos haremos daño y causaremos sufrimiento a otras personas y también a nosotros .

Y dejaremos tras nuestro paso un mundo igual o peor al que nos encontramos.

Enseñaremos con nuestras experiencias que vivir es sufrir cuando la vida nos está mostrando continuamente que es todo lo contrario.

El universo nos pone delante situaciones que nosotros interpretamos como desastres pues nos enfrentan a salir de las vivencias en las que nos colocamos por seguir lo que nos dictaban nuestras creencias, sobre cómo deberían ser las cosas y por no escuchar nuestras propias necesidades. 

Siempre estamos a tiempo de poder cambiar lo que no nos funciona e intentar ser felices.

Pero en la mayoría de las ocasiones nos quedamos parados y no hacemos nada por cambiar la situación que nos produce dolor y así nos causamos sufrimiento.

Nos disculpamos con mil excusas para no dar el único paso que deberíamos dar si nos amamos a nosotros mismos y a las personas que comparten nuestra vida y a las que decimos que queremos.

La única manera de parar todo eso que nos causa dolor es soltar esa situación y empezar de nuevo.

Pensamos que si lo hacemos causaremos dolor y es todo lo contrario.

Quedándonos es cuando sufrimos y causamos sufrimiento a otros.

Marchándonos es cuando mostramos a los demás como deben de amarse a ellos mismos no permitiéndose seguir aguantando esa situación que les causa dolor.

Si nos amamos no permitiremos que nadie nos trate mal y no nos de todo lo que nos merecemos.

Esa es la única forma de enseñar a los demás que todos somos amor y que debemos conectar con nosotros mismos para recordarlo.

Mantenernos en relaciones dolorosas nos aleja de lo que somos y nos lleva directamente al sufrimiento.

Atender nuestras emociones y salir de esas relaciones nos acerca a lo que verdaderamente somos y solo así seremos coherentes y estaremos en paz.

La soledad es necesaria para conectar con nosotros mismos, conocernos y saber lo que hemos venido a hacer en esta vida.

Solo a partir de aquí nos mostraremos coherentes y seremos felices con las decisiones que tomemos para completar de una manera plena y amorosa nuestra vida ya sea con pareja o sin ella.


¿Es amor o dependencia?

Amar no tiene nada que ver con poseer.

Amar es liberar a la otra persona de la obligación de quedarse con nosotros para que no suframos, si para ser feliz tiene que seguir su camino sin nosotros.

Aferrarnos a alguien poco tiene que ver con el amor sino con el querer que nos amen para no notar el terrible vacío que sentimos cuando creemos que necesitamos que alguien de fuera nos procure el amor que nosotros no somos capaces de darnos a nosotros mismos.

Creemos que somos seres incompletos y que necesitamos a otra persona para ser felices pero eso es tan solo una creencia que no es real.

Muchas personas son completamente felices sin tener pareja.

Por lo tanto esa creencia, al igual que otras muchas que deberíamos replantearnos, no es cierta.

Tan solo nos limita pues nos hace estar prestando nuestra atención fuera de nosotros e ignorar lo que realmente sentimos y necesitamos.

Se espera que cuando seamos adultos formemos una pareja y tengamos hijos y no todos queremos lo mismo ni lo necesitamos y así nos encontramos enredados en experiencias que nos aportan desasosiego pero de las que somos incapaces de salir porque nos sentimos culpables.

Pero a cambio de que otras personas no sufran por lo que nosotros hicimos creyendo que era lo que teníamos que hacer, nos negamos a nosotros mismos causándonos el mayor sufrimiento que nos pueden hacer.

Y nos pasamos la vida culpando de nuestras desgracias a la persona que nos refleja todos los días lo infelices que nos estamos haciendo quedándonos en esa situación y no haciendo nada para salir de ella.

Pero además curiosamente a la otra persona le sucede lo mismo con nosotros y tampoco es capaz de encontrar una salida a su sufrimiento.

Y los dos esperando que el otro cambie para que ser felices.

Atrapados en el sueño de que más adelante tal vez las cosas cambien.

Y temiendo que en algún momento el otro les abandone y les enfrente con la realidad.

Eso es dependencia pero no es amor.

Amar a alguien significa permitirle ser como es.

Aceptarle tal y cual es.

Pero para poder lograrlo primero tenemos que hacerlo con nosotros mismos.

Nunca lograremos amar a alguien si lo hacemos desde la necesidad de sentirnos incompletos si nos falta alguien que nos ame y nos haga felices.

Solo si nos amamos a nosotros mismos y somos felices podremos amar plenamente a alguien y compartir nuestra felicidad.

En eso consiste amar.

Y tu, ¿amas o dependes?


El amor no es lo que creemos

La mayor causa de nuestro sufrimiento es la incoherencia entre lo que sentimos, pensamos y hacemos.

Pero para dejar de ser incoherentes deberíamos plantearnos algunas de las creencias, que pensamos que son nuestras pero que realmente no lo son, y que son las que nos limitan.

Una ellas, por ejemplo, es que el verdadero amor es para siempre.

Esta idea romántica del amor fundamentada en novelas y películas idealizadas está basada tan solo en la tranquilidad que nos proporciona el pensar que alguien de fuera va a proporcionarnos lo que nosotros necesitamos para ser felices.

También en la creencia de que si estamos solos nos falta una mitad que nos complete.

Ignoramos que no nos hace falta nada para ser perfectos tal y como somos.

En el universo todo es perfecto así que por lo tanto todos lo somos, aún con nuestras pequeñas o grandes cosas que nos avergonzaría reconocer si tuviésemos que hacerlo delante de alguien.

Todas esas cosas que tenemos cada uno de nosotros tienen un porqué que todos desconocemos y que sirven para cosas que ignoramos pero que son necesarias para nuestro crecimiento personal y para el de otros.

Todos dejamos huellas unos en los otros de alguna manera y estas son las que nos permiten crecer y desarrollarnos.

Tenemos la creencia de los problemas o las crisis son de las peores cosas que nos pueden suceder cuando en realidad son las oportunidades que el universo nos brinda para que consigamos ser mejores personas.

El amor no tiene porque durar para toda la vida con la misma persona.

El forzarnos a quedarnos en situaciones dolorosas para nosotros solo nos hace sufrir porque continuamente estaremos constatando lo poco que nos amamos a nosotros mismos.

El amor no tiene que ver con nada de eso.

Tendríamos que reconocer que todos somos amor y por lo tanto nada de lo que hagamos deja de serlo. Tanto lo que reconocemos como bueno como lo que tachamos de malo.

Todo lo que sucede a nuestro alrededor es neutro.

Son nuestras creencias las que crean los pensamientos que tenemos sobre lo que sucede las que van creando nuestra realidad.

Cuando alguien nos abandona nos está mostrando algo de nosotros mismos que debemos sanar pero si nos apegamos a lo que creemos que está pasando y ponemos nuestra atención en el sufrimiento que nos está causando el otro al dejarnos solos, nunca llegaremos a ver lo que esa situación nos está enseñando, pues nos veremos como las víctimas de lo que estaremos interpretando que sucede.

Lo mismo sucede cuando somos nosotros los que dejamos una relación, solo que en esta ocasión será la otra persona la que deba de aprenderlo y nosotros ya estaremos haciendo nuestra parte para al dar el paso de abandonar esa relación que ya no nos conviene y que debemos soltar para nuestro mayor crecimiento.

Aprendiendo a amarnos a nosotros enseñamos a los demás a que también hagan lo mismo.

Esta es la única realidad.

Todos vamos buscando algo que nos falta y lo proyectamos en alguien de fuera pero nunca lo encontraremos ahí porque ese vacío que sentimos solo lo conseguiremos llenar cuando conectemos con nosotros mismos, con nuestro verdadero ser.

Solo conectando con lo que somos y aceptándonos plenamente conseguiremos saber que el amor no tiene que ver con lo que creemos que es y descubriremos que la vida es mucho más sencilla de lo que nosotros mismos nos la hacemos.

Vivir es amar. Amar es vivir.

Solo necesitamos conectar con lo que somos para comprenderlo.


Abre tu corazón

Es difícil dejar entrar a otra persona en tu corazón.

Abrirte a compartir tus miedos, tus sueños, tus sentimientos, tus anhelos te deja expuesta ante el otro totalmente desnuda.

Pero no la desnudez del cuerpo que aunque nos cueste en un principio mostrar, pues todos tenemos partes de las que no estamos orgullosos, tras comprobar que la otra persona ni tan siquiera se ha fijado en ellas o si lo ha hecho no le da la importancia que a nosotros nos atormenta, nos permite relajarnos y disfrutar de él.

Esa desnudez a la que me refiero te deja totalmente desarmada delante del otro y a su merced para que en el caso de que lo quiera dañarnos en lo más profundo de nuestra alma y destruirnos si no tenemos una buena autoestima.

Nunca podremos estar seguros de que la persona que amamos no vaya a dañarnos.

Incluso puede que no lo haga al principio y lo pueda hacer más adelante pero si buscamos seguridad para no sufrir nunca podremos experimentar el amor como lo que realmente es.

La aceptación completa por parte del otro solo la conseguiremos si nos abrimos y nos mostramos tal y como somos y claro que esto conlleva el riesgo de sentirnos vulnerables.

Pero no hacerlo nos lleva a protegernos y a poner barreras para que el otro no pueda ver dónde nos puede doler.

Ignoramos que al hacer esto estamos sacrificando una parte muy importante de nosotros mismos y a la vez no nos permitimos que nos puedan amar.

Tampoco podemos amar a otra persona si no somos capaces de vencer el miedo que nos causa el enfrentarnos a mostrarnos tal y como somos.

Dos personas no podrán nunca amarse si no desnudan su alma el uno para el otro. Podrán tener una relación del tipo que sea pero no experimentarán el amor en ella.

El mantener barreras por protegernos de sufrir nos hace no poder disfrutar de amar y sentirnos amados.

¿Que paradójico resulta, verdad?

Sufrir en el presente pues no podemos disfrutar plenamente de la relación para hipoteticamente no sufrir en el futuro si nos hacen daño.

Estas cosas tenemos los seres humanos.

Nos complicamos solos la vida por no aceptarla como es.

Por empeñarnos en querer asegurarnos la felicidad ni tan siquiera llegamos a sentirla.

Yo creo que correr el riesgo de sufrir (o no) en el futuro me merece la pena y a pesar de haber tenido experiencias dolorosas en el amor, me niego a no poder amar y sentirme amada.

Si el otro me hace daño, nunca será por mí, sino que lo hará por él mismo y ese será su problema.

El mío será el amarme a mi misma y dejar ir esa relación que no me conviene porque el amor nunca es sufrimiento.

El amor es libertad, aceptación y crecimiento. El amor te invita a vivir y sentir lo maravilloso que es sentirse vivo.

Tengo muy claro que perder la oportunidad de vivirlo es mi responsabilidad.

Permitirme amar y que me amen es mi deber y mi obligación pues nadie más que yo es responsable de mi propia felicidad.

Prefiero llorar por haber amado y haberme sentido amada que perderme la oportunidad de sentir y vivir el amor.


Lo que se fue no era para ti

En la vida siempre se abren etapas y se cierran.

El cambio es constante por lo que aferrarnos a que las cosas sean como nos gustaría que fuesen es absurdo y además nos causa sufrimiento.

Cuando algo se va de nuestras vidas no podemos hacer nada por evitarlo así que lo mejor es aceptar que esa etapa ya pasó y que se nos presenta una nueva que nos aportará nuevas cosas que necesitamos en ese momento presente en el que nos encontramos.

Lo que sucedió en el pasado es lo que en ese momento necesitábamos pero ya no nos hace falta.

Ya aprendimos lo que nos aportó y quedarnos enganchados en ello no nos llevará a ninguna parte.

Aceptar la vida como viene nos hace sentirnos bien con nosotros mismos.

Aferrarnos al pasado interrumpe el fluir natural de la vida y eso nos causa sufrimiento.

Durante el tiempo que estemos vivos nos acompañarán muchas personas que nos aportarán lo que necesitamos en los momentos que se crucen en nuestras vidas.

Y cuando ya no las necesitemos harán algo o lo haremos nosotros mismos y eso será la causa por lo que esas personas dejarán de acompañarnos.

Todo tiene un comienzo y todo tiene un final.

No tenemos que sentirnos tristes por soltar lo que ya no está en nuestra vida, lo que se fue ya no era para ti.

Disfruta el presente y lo que llegue después ya se verá.

Relájate y deja que la vida siga actuando.

Y recuerda: el final de un ciclo es también el inicio de otro.


Te amo y te dejo ir

La primera vez que te vi no sabía hasta que punto ibas a afectar mi vida.

Se que si apareciste en mi vida no se debió a una casualidad sino a que teníamos que  encontrarnos para aprender algo el uno del otro y tenía curiosidad por saber que sería.

Lo que te he aportado yo a ti ni lo sé ni me importa pues tiene que ver solo contigo, pero lo que he aprendido yo ha sido importante para mí.

La verdad es que la mayoría de las cosas que he aprendido contigo ya las sabía pero reconozco que las había dejado aparcadas en la confusión que me produjeron estos últimos cuatro años en los que me han sucedido tantas cosas.

Tras enfrentarme a mi enfermedad y gracias a Dios superarla, y tras pasar la pandemia que todos hemos vivido me acostumbré a estar sola.

Me había convencido de que esta era la mejor forma en la que podía pasar el resto de mi vida.

Y me acomodé en esa situación que me aportaba seguridad y la tranquilidad de saber que no volvería a sufrir por amor como anteriormente me había sucedido en varias ocasiones.

Olvidando que me estaba perdiendo muchas cosas.

Pero mientras te iba conociendo me fui ilusionando de nuevo y me volví a sentir viva.

Volví a sentirme vulnerable.

En principio reconozco que me dio miedo, pero decidí jugármela por el simple hecho de no querer perderme el sentirme viva de nuevo.

Sentir el placer de tu mano cuando me agarrabas, de caminar abrazada a ti, de besarte, de contarte mis cosas y que me contaras las tuyas, de esperar tu saludo por la mañana y tu llamada por la noche, de esperarte ilusionada en la estación cuando venías a verme, de bailar pegados mirándonos a los ojos, de volver a tener sexo, todas estas cosas me hicieron querer volver a sentirme viva de nuevo.

Abandonar la seguridad que me producía la rutina en la que me encontraba me dio la posibilidad de volver a sentir que puedo amar y sentirme amada y eso que ya había desistido sentir en pareja, me diste la oportunidad de recordarlo y de darme cuenta de que lo quiero tener presente en mi vida y que para mi es muy importante.

Te conté que después de haber tenido varias relaciones  tóxicas ahora me merecía vivir algo bonito y me lo diste.

Gracias por los días que me hiciste vivir.

En muy poco tiempo me has ofrecido una historia tan bonita como te pedí aunque el final no lo haya sido.

Pero ningún final es bonito ¿verdad? Solo los de las películas que se quedan sin contar toda la historia.

Decidiste no seguir lo que estábamos empezando y yo, aunque en un principio no entendí nada y no lo pasé bien, después de unos días me hice consciente de que tu decisión no tiene que ver conmigo sino que tiene que ver únicamente contigo y tu manera de pensar y de sentir.

Gracias por enseñarme desde el amor lo que yo necesitaba sentir y recordar.

Acepto tu decisión y te dejo ir de mi vida deseando que consigas lo que deseas para la tuya y que seas muy feliz.

Y como me amo a mi misma, te suelto y me abro a conocer a otra persona que pueda darme amor y recibir el mío y me deseo también lo mismo para mí.