Las experiencias que cada uno tenemos nos deberían hacer aprender las enseñanzas que la vida nos muestra a través de ellas.
Todas las personas que aparecen y las situaciones por las que pasamos nos deberían llevar a encontrarnos con nosotros mismos.
Pero la mayoría nos vemos incapaces de hacerlo porque las interpretaciones que hacemos de las cosas que nos suceden nos llevan a buscar la responsabilidad de todo ello en el exterior.
Nos aferramos a creencias que otros nos enseñaron y que nunca nos planteamos si eran verdad y si funcionaban para nosotros.
Pero estas creencias que ni tan siquiera son nuestras son las que nos limitan y las que nos llevan poco a poco a convertirnos en alguien que no somos para agradar a las personas que nos las inculcaron de la misma manera que hicieron con ellos y que también les impidieron ser ellos mismos y por lo tanto ser felices.
Además se convierten el los cimientos en los que nos apoyamos para interpretar que la vida consiste en eso que pensamos e interpretamos que nos está pasando.
Nos aferramos a que la realidad es la que nosotros vemos y no nos explicamos cómo los demás no lo ven igual que nosotros porque ignoramos que no hay una sola realidad.
Pero hay tantas realidades como personas pues todos estamos constantemente interpretando lo que creemos que nos sucede basándonos en las creencias y experiencias que tenemos cada uno de nosotros.
Y nadie, absolutamente nadie, tiene las mismas que otro. Pueden ser parecidas pero nunca iguales.
Creer que tenemos razón nos impide ver más allá de lo que nosotros pensamos, aprender cosas nuevas y sobre todo poder cambiar todo lo que no nos hace felices.
Y la vida nos lleva a ser cada vez las mejores versiones de nosotros mismos pero para conseguirlo debemos dejar de interpretar todo lo que nos sucede desde el miedo y permitirnos experimentar la vida desde el amor.
Para ello debemos dejar el victimismo que nos lleva a paralizarnos y a creer que no podemos hacer nada para cambiar lo que nos sucede y comenzar a buscar que es lo que nos puede aportar esa experiencia o esa persona que en nuestro presente percibimos como si fuera la causa de nuestro sufrimiento.
Hacer estos nos liberará de la impotencia que percibimos desde el miedo y nos permitirá ponernos manos a la obra y cambiar nuestro presente y nuestra experiencia al comenzar a percibir la vida como lo que realmente es: un camino que nos lleva a la sabiduría y al amor, que es realmente lo que somos.