Cuando cambias todo cambia contigo

 

Cuando te vuelves consciente de todo lo que en realidad sucede a tu alrededor la visión que tienes sobre tu vida y todo y todos los demás se transforma.

Dejas de estar amargado fijándote solo en lo mal que se portan los otros contigo, a pesar de que tu pones todo de tu parte para que ellos estén bien.

Comienzas a entender que ser feliz no tiene que ver con nada de lo que pensabas.

Que tiene que ver únicamente contigo y con tu paz interior y eso no te lo puede proporcionar nada ni nadie de fuera.

Empiezas a comprender porque a pesar de todo tu esfuerzo por conseguir que te quisieran tan sólo conseguías aumentar ese tremendo vacío que sentías desde siempre dentro de tí.

Y sobre todo comienzas a amarte a ti mismo y a todo lo que existe porque entiendes que todo es un reflejo de tí.

Todo te estuvo mostrando durante todo este tiempo como tú te sentías por dentro contigo misma y ni tan siquiera eras capaz de poder ver por el dolor que te causaba.

A partir de que te haces consciente y responsable de tu propia vida comprendes cómo funciona esto de estar vivo y te relajas porque entiendes que tú no puedes hacer nada más que dejar de resistirte a experimentar todo lo que la vida te proponga.

Y comienzas a sorprenderte disfrutando de tu propia vida cuando antes la experimentabas en ocasiones cómo un tormento.

Te permites a tí mismo rodearte de personas que te proporcionan una energía positiva y comienzas a proporcionarte todo lo mejor.

Dejas atrás los malos rollos y a las personas que no paran de quejarse de todo lo que les sucede y no hacen nada por solucionarlo.

Y todo esto lo haces con amor porque entiendes que cada uno está experimentando lo que necesita para conseguir despertar al igual que hiciste tu y que cada uno llevamos nuestro propio ritmo y no podemos acelerar el de nadie aunque queramos evitarle sufrir.

Comprendemos que el amor es eso precisamente, al contrario de lo que nos habían enseñado.

Que el amor consiste en respetar las experiencias y los tiempos de los demás sabiendo que están pasando por lo que precisan en ese momento para conseguir lo que necesitan y que lo único que podemos hacer es acompañarles y ponerles límites si nos es necesario porque nos hagan sufrir.

Amarnos a nosotros mismos pasa por aceptarnos plenamente, con todo lo bueno que reconocemos y admitimos y todo lo malo que nos causa tanto daño y que nos cuesta tanto sufrimiento poder ver.

Porque en realidad no existe nada bueno ni nada malo.

Tan solo estamos viviendo las experiencias que necesitamos para despertar y compartiėndolas unos con los otros para ayudarnos entre todos a conseguir lo que vinimos a hacer aquí.

 


El dinero y el amor son lo mismo

 

El encontrarme con personas que estaban pidiendo me hacía sentir incómoda.

De pequeña les daba dinero de forma natural y sintiéndome genial después de hacerlo.

Me educaron en un colegio religioso y creía que así debía de ser, pero cuando crecí me alejé de la religión católica porque me parecía que había muchas incoherencias entre lo que predicaban y lo que hacían los que la enseñaban.

Supongo que ahí fue como empecé a plantearme algunas de las cosas que otros me habían hecho creer que eran  buenas y/o correctas.

Este cambio de mentalidad me llevo a tener prejuicios cuando me planteaba si tenía que dar dinero o no.

Yo no lo vivía entonces así y lo que pensaba era que algunos podían trabajar y les era más cómodo pedir y no molestarse.

Después cuando me enteré que había mafias dedicándose a esto me planteaba que no quería colaborar con aquellos que negociaban así con personas a las que obligaban a pasar horas de sufrimiento en la calle para conseguirles dinero.

Más tarde cuando comencé con esto de la espiritualidad escuché en una charla que si participaba dando dinero a alguien y este hacía algo malo con mi dinero esto a mi me crearía karma al igual que le sucedería a él.

Este razonamiento a mi me dio miedo y a la vez me facilitó la disculpa perfecta para que mi conciencia se tranquilizase cada vez que me cruzaba con alguien que me pedía dinero de cualquier manera.

Las personas más mayores o enfermos me daban pena pero miraba para otro lado justificando con algunas de las razones anteriores el no darles nada.

Recuerdo que tuve una temporada que decidí dar dinero en el metro a las personas que me proporcionasen algo que me gustara, una canción o una actuación y asi valoré algunas que me agradaron.

Luego decidí que también podía hacerlo aunque no me gustasen porque al fin y al cabo ellos se lo trabajaban para ganárselo y no sólo se dedicaban a explotar sus miserias o a echarle cara fingiéndolas.

Pero entonces pensé también que no paraban de entrar a pedir. En una ocasión  conté hasta tres en el mismo vagón. Salia uno y entraba a las pocas estaciones el siguiente. Y pensé que no podría dar a todo el mundo.

En la televisión me pasaba lo mismo. A la hora de comer me encontraba con el mismo anuncio que me hacía sentir mal mostrándome a niños del tercer mundo totalmente desnutridos y que mi conciencia me impedía terminar de ver y me llevaba a coger el mando y cambiar de canal.

En alguna ocasión envié el mensaje que pedían para colaborar y en otras, muchas más, tranquilicé mi conciencia pensando que si habían decidido vivir esta vida teniendo esa experiencia quien era yo para impedírselo.

El caso es que yo era consciente de que me sentía molesta cada vez que me encontraba en alguna de las situaciones que he descrito y no sabía que hacer para estar en paz con todo esto.

Recientemente estoy empezando a sentirme mejor pues me he dado cuenta de que en realidad todas estas personas y situaciones me estaban mostrando varias cosas.

Una de ellas es que juzgo a los demás y tengo prejuicios cuando debería de vivir mi experiencia y aceptar las de todos los demás, pues todos estamos aquí haciendo lo mismo aunque desde distintas experiencias y distintos retos y aprendizajes.

Y la otra es que en el fondo creía que no tendría suficiente dinero para mí.

Y como desde el punto de vista espiritual el otro no existe pues siempre me está mostrando a mi misma, en realidad todo quedaría asi: yo no paro de juzgarme y de pensar que no me merezco tener dinero.

Y lo más curioso es que yo no era en absoluto consciente de ello y pensaba todo lo contrario.

Todo esto lo acabo de hacer consciente hace pocos días y ha sido después de decidir que cada vez que alguien de alguna manera me pidiese dinero yo se lo daría porque eso a mi me resulta fácil de  hacer, me hace sentir bien y en realidad nunca me va a suceder que me quede sin dinero.

Lo que hagan los demás con el dinero que yo les dé es su problema y su responsabilidad.

A mi lo único que me interesa es mi propia vida y lo que yo haga y como me sienta yo en ella.

Respetarme y amarme a mi y a mi propia experiencia y respetar y amar a los demás consiste en eso.

Me he dado cuenta de que el dinero y el amor son la misma cosa y en todo lo escrito anteriormente se puede cambiar la palabra dinero por amor porque serviría exactamente igual.

Si nos creemos merecedores de amor nos creeremos merecedores de dinero, pues creeremos que nos merecemos lo mejor.

Y a la inversa también, si nos creemos merecedores de tener dinero nos creeremos merecedores de que nos den amor.

Todo lo que existe es amor y el dinero no puede ser otra cosa que todo lo demás.

Todas las personas que me pidieron de una u otra manera dinero me estuvieron enseñando esto de mí misma.

Gracias a todos por enseñarme esto con vuestras experiencias de vida enriqueciendo así mi propia experiencia.

Ahora cada vez que me encuentre en esa situación seré consciente de que ese maestr@ me estará recordando lo que soy: amor, al igual que él o ella y todo lo que existe y es.


No le digas a la vida lo que tiene que hacer

 

Hay veces en que nos empecinamos en no querer entender que algo que estaba en nuestra vida ya no tiene razón de ser.

Así es como, por ejemplo, nos enredamos en relaciones nada recomendables para nosotros y nos causamos dolor.

El que nos neguemos a ver las diferentes señales que la vida nos pone delante para que comprendamos que eso que estamos viviendo ya no lo necesitamos, no nos va a proporcionar el conseguir tener una relación como la que nosotros deseamos con esa persona.

Tampoco conseguiremos en la mayoría de las ocasiones que la otra persona vuelva si ha decidido marcharse.

Aquellos que tengan la «suerte» de que la vida les haga caso y les conceda ese deseo no tardarán demasiado tiempo en descubrir, que no solo no les traerá el resultado que ellos desean sino que será la causa de un sufrimiento mayor al que ya tenían.

Y es que al empeñarnos en decirle a la vida que es lo que a nosotros nos interesa y ponerle barreras a lo que ella nos propone y que si nos conviene, la forzamos a que nos haga caso y nos deje sufrir pues así es como nosotros queremos que sea.

Debemos de saber que las personas, las situaciones y todo lo que hay en nuestra vida no están ahí por casualidad porque vivir es mucho más complejo de lo que nosotros pensamos cuando no somos conscientes de lo que estamos haciendo.

Te recomiendo que te des una vuelta por el blog y leas algunas de las publicaciones en las que explico todo esto.

Solamente cuando nos hacemos conscientes podemos empezar a contemplar la grandiosidad en que consiste estar vivos y el alcance que tiene esto en lo que estamos participando todos nosotros, la mayoría desde el desconocimiento de la inconsciencia.

Pero volviendo al tema que nos ocupa en este momento, deberíamos de saber que absolutamente nada de lo que sucede es casual y que esa es la forma en la que la vida nos enseña quienes somos y lo que vinimos a hacer aquí.

Así que cuanto antes lo descubramos y empecemos a prestar atención a lo que nos quiere mostrar y a dejar de resistirnos a ello, antes lo aprenderemos y dejaremos de sufrir.

Todos somos maestros y alumnos de todos a la vez mientras estamos vivos y para ello lo único que necesitaremos es hacer lo que ya estamos haciendo, vivir y tener experiencias de todo tipo.

Las mayores enseñanzas nos las muestran nuestros grandes maestros que suelen ser las personas por las que tenemos grandes sentimientos y en especial nuestros padres, nuestros hijos y nuestras parejas.

Ni que decir tiene que nosotros también tenemos ese papel en la vida de otras personas que tienen grandes sentimientos por nosotros y en la de otras personas también aunque con menos intensidad, porque en realidad todos estamos interactuando unos con otros para que entre todos consigamos nuestros propios objetivos y los que venimos a realizar en común.

Así que no es casualidad que una persona desconocida nos insulte en la calle ni que nuestra pareja nos sea infiel pues en los dos casos estas dos personas nos están enseñando algo sobre nosotros mismos.

Algo que sólo podremos descubrir cuando nos desapeguemos de nuestros sentimientos y consigamos dejar de prestar nuestra atención en la otra persona y en el hecho que nos hace sentir dolor y la pongamos en nosotros mismos y nos preguntemos que es lo que en realidad nos está doliendo.

Esa es la respuesta que debemos buscar ante cualquier situación que nos esté causando cualquier emoción que nos haga sentir mal: celos, asco, odio, ansiedad, etc.

Eso es lo que la vida nos muestra constantemente y nosotros nos empeñamos en ponerle cada vez más  difícil.

Ignoramos que el final de una relación, por ejemplo, es solo el final de un ciclo, bien sea porque ya hemos aprendido lo que esa persona vino a enseñarnos o porque aún no lo aprendimos y necesitamos que llegue otro maestro para que nos lo enseñe en esta nueva ocasión.

Así es como funciona esto de estar vivos y cuanto antes lo aprendamos antes dejaremos de sufrir y podremos disfrutar de esta maravilla en la que estamos metidos y que sólo descubriremos cuando nos hagamos conscientes de nuestras vidas.

 


Nunca te arrepientas de haber amado

 

No debemos de arrepentirnos nunca de haber amado.

No tenemos que sentirnos mal si dimos lo mejor de nosotros.

Si lo dimos desde el corazón y sin ninguna intención de conseguir nada a cambio, tenemos que estar seguros de que llegó a donde tenía que llegar.

Quizás no de la manera que a nosotros nos hubiera gustado, pero si de la forma en que le venía mejor a la persona o personas que lo recibieron.

No nos debe de preocupar si lo valoran o no o si lo valorarán más adelante.

Debemos aceptar los planes que la vida tiene preparados para cada uno de nosotros.

Es verdad que nos resulta doloroso el tener que separarnos de alguien querido, pero ignoramos que al hacerlo se cierra una etapa de nuestra vida que ya no necesitamos y se abre una nueva en la que aparecerán otras personas y otras experiencias que son las que ahora precisamente necesitamos que se presenten como entonces necesitamos las anteriores.

Lo mejor que podemos hacer es no aferrarnos a lo que ya no es para nosotros.

No podemos pretender que las cosas sucedan cómo a nosotros nos gustaría.

La vida no la podemos controlar tan solo podemos aceptarla y confiar en que lo que nos ofrece es lo mejor para nosotros aunque a veces nos parezca que es todo lo contrario.

Porque si pretendemos decirle a la vida como lo tiene que hacer y le ponemos barreras sufriremos.

Pero además de causarnos sufrimiento a nosotros mismos, cuando nos negamos a aceptar lo que nos propone en cada momento, también nos negamos la posibilidad de poder crecer y sentirnos plenos y felices.

Dejemos a la vida que nos presente lo que crea conveniente para nosotros simplemente porque ella sabe lo que nosotros ignoramos de nosotros mismos.

Ella conoce perfectamente nuestro enorme potencial y todo lo que nos estamos perdiendo cuando, por no enfrentarnos a aceptar nuestra realidad, pretendemos que sean otros los que nos reconozcan, valoren y nos amen.

Ella sabe que somos perfectos así tal como somos y lo único que pretende es que dejemos de intentar protegernos y nos aceptemos con todo lo que somos, nuestra parte luminosa y nuestra parte oscura.

Porque la vida sabe que solamente aceptándonos completamente podremos amarnos y así dar lo mejor de nosotros mismos.

Y también sabe que sólo cuando nos amamos primero a nosotros conseguimos amar y que nos amen sin tan siquiera pretenderlo.

Confía y ábrete a recibir todo lo que la vida te brinde.

No tengas nunca miedo a abrir tu corazón porque si tu das lo mejor de tí habrás amado incondicionalmente y el amor nunca te hará daño.

Lo que te hace sufrir siempre son tus propios pensamientos.

Lo que tu piensas sobre lo que está sucediendo es lo que te hace sufrir.

Aceptar que nada es para siempre  es estar en la realidad.

El aferrarnos a que las cosas sean como nosotros queremos nos lleva a sufrir.

Aceptar lo que la vida nos propone, al contrario de lo que pensamos, nos lleva directamente a la felicidad.

La vida es amor al igual que nosotros por eso lo natural en nosotros es amar.

Nunca dejes de amar porque si lo haces por cualquier motivo, aunque sea para protegerte de que te puedan hacer daño, no te estarás permitiendo ser lo que en realidad eres y sufrirás.

 

 


Solo tu puedes hacerte feliz

La vida me ha enseñado muchas cosas pero creo que la principal es que yo soy la única que puede y debe cuidar de mi.

Solo yo se que es lo que quiero en mi vida y lo que me hace feliz.

Reconozco que aprender esto me ha costado sangre, sudor y lágrimas porque siempre pensé que yo no podía hacer nada para evitar pasarlo mal y que tenía que aguantarme con lo que no me gustaba.

Pero he aprendido que el límite siempre lo tengo que poner yo.

Solo yo tengo el poder de tener la vida que yo quiero.

Solo yo se quien soy y lo que necesito para sentirme a gusto conmigo misma.

Antes, cuando todo esto lo desconocía, pensaba que encontraría a alguien que me cuidaría y me haría feliz.

Ahora esa idea me parece absurda y hasta perversa.

Absurda porque pretender que alguien que no soy yo me de felicidad es pretender que los demás sean adivinos y perversa porque cargar a otra persona con la responsabilidad de hacerme feliz es erigirme con la libertad de fastidiarle la vida cada vez que no lo consiga, es decir siempre porque nadie es capaz de hacer feliz a nadie.

Ninguno tenemos esa capacidad.

Solo podemos hacernos felices a nosotros mismos y compartir esa felicidad con los demás.

No hay peor manera de complicarte la vida que dándole a otra persona el poder de hacerte feliz.

Esperar que otro llene el vacío que sentimos cuando no nos amamos a nosotros mismos nos lleva directamente al sufrimiento.

Nosotros tampoco podemos llenar ese vacío en otra persona.

Por ese motivo quedarnos en situaciones que nos están causando dolor por creer que así estamos ayudando a alguien no sólo no le sacará de su propia infelicidad sino que será nuestra manera de infligirnos sufrimiento aunque creamos que el culpable de nuestro dolor es el otro.

Es increíble la cantidad de sufrimiento que somos capaces de crearnos a nosotros mismos.

Cuando no nos amamos damos por hecho que no somos dignos de ser amados y tenemos relaciones con personas que están en las mismas circunstancias que nosotros.

Buscamos que alguien de fuera nos ame y nos haga felices cuando somos nosotros mismos los únicos que nos lo podemos dar y pasamos a depender de otras personas por nuestra propia voluntad.

Y además de personas que también piensan que somos nosotros los que llenaremos sus propios vacíos de amor y felicidad porque tampoco se aman a si mismos y que también se convierten en dependientes de nosotros.

Esto que al principio de cualquier relación es hasta bonito y romántico, se convierte en una verdadera cárcel para cada uno de los componentes y será la causa de su propia infelicidad.

Salir de estos círculos viciosos será cada vez más difícil porque a pesar de que la única barrera que nos separa de dejar de sufrir es nuestra propia decisión de salir de esa situación y responsabilizarnos de nosotros mismos, el miedo a quedarnos solos y no saber que va a ser de nosotros si dejamos de depender del otro nos causa tanto terror, que la mayoría preferirirán seguir sufriendo en la situación que conocen y de la que difícilmente conseguirán salir.

Eso sí con excusas de todo tipo para seguir con el autoengaño: es que le quiero,  lo hare cuando mis hijos sean mayores, es que en el fondo me da pena, etc.

Algunos puede que lo consigan porque ya no lo puedan aguantar más, como fue mi caso, o que incluso sea la otra persona la que por distintos motivos, incluida la muerte, les abandonen pero si no se ha aprendido la lección, la vida nos volverá a presentar la ocasión de nuevo para que podamos aprenderla, aunque  a nosotros al principio la experiencia nos parezca totalmente diferente.

Otros conocerán a otras personas que les vuelvan a ilusionar creyendo que esta vez si que la otra persona les hará feliz y saldrán de la relación, para volver a repetir la misma experiencia con otr@s coprotagonistas en esta ocasión pero con idéntico resultado, siendo infelices aunque en esta ocasión puede que lo sean por motivos diferentes.

Cómo dije antes la vida me enseñó que la única forma de poder ser feliz era amándome a mi misma y responsabilizándome de mi propia felicidad y  aprenderlo me costó pasar por varias experiencias, todas ellas dolorosas pero que al final me llevaron a conseguirlo.

Desde aquí quiero dar las gracias a todos los maestros que me lo enseñaron.

Y es que para conocer que es realmente el amor la mayoría de nosotros tenemos que pasar por varias experiencias.


Puedes tener todo lo que deseas

El dinero es nada más ni nada menos que lo mismo que nosotros y todo lo que existe: energía.

Y como energía que es fluye.

Tiene que circular porque la energía no puede pararse.

Es decir que lo que debemos de hacer si queremos tener dinero curiosamente es gastarlo.

¿Pero que es lo que  solemos hacer cuando tenemos miedo a quedarnos sin dinero?

Todo lo contrario y entonces lo que conseguimos es que la energía no fluya con nosotros y se vaya para otro lado.

¿Quieres saber por qué no tienes dinero?

Y aquí va la bomba: porque en realidad no quieres tenerlo.

Y ahora vamos a ver porque digo esto.

Creemos que el dinero solo puede pertenecer a unos pocos y esa creencia es una de las causas de que no lo tengamos.

Tenemos creencias de todo tipo aunque nosotros de algunas no seamos conscientes.

Y el problema de las creencias es que las damos por ciertas y ni tan siquiera nos planteamos que puedan no serlo.

Hay algunas que las tenemos por nuestras propias experiencias que nos ha llevado a sacar conclusiones en demasiadas ocasiones desacertadas, pues creemos que la vida nos va dando tortas porque sí y ni siquiera nos enteramos de en que consiste esto de estar vivos.

Pero la mayoría de las creencias nos son dadas por la sociedad en la que vivimos y nuestros antecesores y personas que consideramos importantes desde que nacemos.

Nosotros cuando tenemos hijos hacemos lo mismo y en la mayoría de las ocasiones sin tan siquiera ser conscientes de ello.

Otra de las creencias que tenemos sobre el dinero es que las personas que lo tienen lo han conseguido a base de robar o de explotar a otras personas.

Por lo tanto inconscientemente creemos que ser rico es sinónimo de sinvergüenza, por no decir otra palabra más fuerte y que seguramente ahora mismo todos tenéis en mente.

Y la mayoría de nosotros no queremos ser unas personas perversas que consiguen su dinero causando dolor a los demás, así que ahí tenemos otro de los motivos por lo que no somos millonarios.

Otro de los motivos es que creemos que no nos lo merecemos.

Ya se que en este momento la mayoría de los que estáis leyendo os habréis llevado las manos a la cabeza pensando que eso no es cierto en vuestro caso.

Pero a eso os contestaré que si realmente creyerais que sois merecedores de todo lo mejor tendríais ya todo lo que necesitáis para ser felices y no estaríais leyendo esta publicación buscando la manera de hacer dinero para conseguirlo.

Realmente todo pasa por amarnos a nosotros mismos primero para poder replantearmos totalmente la vida y creernos merecedores de todo lo mejor.

Porque al igual que el amor, que es tambien energía, solo podemos darlo cuando estamos llenos y nos sobra para dárselo a los demás con el dinero pasa lo mismo.

Para recibir amor hay que darlo sin pretender que nos lo devuelvan.

Y para recibir dinero primero también tenemos que darlo sin pretender que tenga un retorno para nosotros.

Se que es difícil entender que se pueda dar algo que en principio creemos que no tenemos.

Pero como dije al principio, es que hay muchas creencias que deberíamos de comprobar si son ciertas o no.


Todas las experiencias de vida son necesarias

A pesar de lo que muchos piensan y de que les parezca una barbaridad lo que voy a decir, todos vinimos a vivir la vida que tenemos.

De hecho si no fuese así, la cambiaríamos.

La buena o la mala suerte no existen y las casualidades tampoco.

Tan solo son la manera en la que algunos decidimos que la vida que tenemos hasta ese momento tiene que cambiar.

También es cierto que en otras ocasiones es la vida la que, cansada de ver que no hacemos nada para salir de la situación en la que estamos, decide darnos un empujoncito por su cuenta y que a nosotros nos abre la posibilidad de intentar algo que jamás nos hubiéramos atrevido a realizar.

Eso no quiere decir que nos vaya a ir mejor ni peor, aunque pensemos que lo que nos llega es lo mejor que podría pasarnos.

Hay premios de lotería que acaban convirtiéndose en verdaderos suplicios y despidos que se convierten en grandes oportunidades para ser felices, disfrutando con algo que jamás hubiésemos pensado que nos diese dinero y que incluso nos puede hacer millonarios.

Todos nosotros estamos viviendo las experiencias que hemos elegido vivir y deberíamos aceptar y respetar las experiencias que todas las demás personas han decidido tener, aunque nosotros no las comprendamos e incluso en ocasiones nos parezcan despreciables.

Todos jugamos diversos papeles en las vidas de los demás y todos somos necesarios en las vidas de los otros, porque es así como entre todos contribuimos a que este mundo funcione y sea mejor.

Incluso aquellos que realizan actos que nos parecen deleznables nos muestran partes del ser humano que no nos gusta recomocer y son los maestros que nos las vienen a mostrar para que entendamos que a pesar de lo que creemos, la vida va mucho más allá de lo que nosotros pensamos que es.

La vida, el universo, la fuente, Dios o como lo queramos llamar pura y simplemente es amor.

Pero no el amor que nosotros entendemos sino el amor incondicional que admite absolutamente todo porque entiende que no existe nada solamente bueno ni nada solamente malo.

Todo lo que consideramos malo conlleva también cosas buenas y lo mismo sucede con lo contrario.

Todo es necesario porque todo lo que existe es perfecto.

Cuando seamos conscientes de que la vida es mucho más de lo que nuestros cinco sentidos nos permiten percibir, podremos entender como funciona esto de estar vivos.

Aceptar que cada uno de nosotros esta cumpliendo una función a la vez que está viviendo su propia experiencia, nos ayudará a entender que todos somos necesarios y a comprender que cada uno de nosotros somos valiosos e imprescindibles.

Al igual que físicamente vamos creciendo y madurando, espiritualmente también lo hacemos.

Y al igual que cada uno de nosotros cumplimos con unos papeles necesarios socialmente, cumplimos también otros a nivel espiritual.

Cada uno de nosotros tenemos nuestros propios retos y objetivos que vinimos a conseguir.

La manera en la que decidimos hacerlo es personal y totalmente respetable y aunque algunas no las comprendamos tenemos que saber que todas, absolutamente todas las elegimos por amor.

Todos somos únicos y necesarios pues nadie puede aportar exactamente lo mismo que aportamos cada uno de nosotros.

Hay personas que tienen unas experiencias muy duras, otros más cómodas.

Cada uno empieza sus experiencias desde el nivel en el que puede jugar.

Pensar que el que lo tiene más fácil juega con ventaja no es acertado.

Lo mismo de desacertado que pensar que el que viene a tener una experiencia muy difícil o desagradable es porque tiene un nivel espiritual muy bajo.

Cada uno evolucionamos a un ritmo diferente y además es necesario que así sea porque sino no podríamos aprender cada uno de nuestras propias experiencias a través de lo que vivimos con todos los demás.

Cuanto antes comprendamos esto antes dejaremos de enfrentarnos a lo que la vida nos brinda y dejaremos de sufrir.

Pero eso lo decidimos cada uno porque no olvidemos que estamos viviendo la experiencia que queremos vivir.

No es casualidad que estés leyendo esto.

Tal vez es que ha llegado el momento de que haya un gran cambio en tu vida pero, como te dije antes, eso lo tendrás que decidir tu.


Ser feliz es fácil

Vivir es sencillo, somos nosotros los que nos complicamos a nosotros mismos la vida viendo fantasmas y peligros donde sólo hay personas y experiencias.

Porque estar vivos conlleva precisamente eso: pasar por muy distintas experiencias que nos lleven a saber quienes somos en realidad.

La imagen que tenemos de nosotros mismos dista mucho de ser real y tenemos que descubrirnos tras las muchas capas que nos han y nos hemos puesto con el paso de los años.

Esas mismas capas que hasta que nos hacemos conscientes creíamos que nos protegían y que ahora vemos como las únicas que nos separan de lo que verdaderamente somos.

Las que no nos permiten ser y que nos limitan y no nos dejan salir de la prisión en la que nosotros mismos nos confinamos no sabemos ya por qué motivos, pero que lleva ya demasiado tiempo haciéndonos sufrir.

Ser feliz es fácil tan solo tenemos que dejarnos llevar por lo que la vida nos ofrece con la completa seguridad de que es lo que necesitamos en ese preciso momento, aunque a veces pensemos que es todo lo contrario.

Vivir es sencillo si contemplamos la vida como un montón de experiencias que nos van a mostrar quienes somos realmente y que principalmente nos enseñarán que es sentirse viv@ siendo cada uno de nosotros quienes somos.

Saber que es sentirme viva siendo Rosa María de la Plaza es mi propia experiencia y la encuentro maravillosa.

La de cada uno de vosotr@s también lo es y mi deseo es que todos os hagáis conscientes de ello.


La vida solo existe en el presente

El pasado y el futuro, al contrario de lo que pensamos, en realidad no existen.

Son tan solo una ilusión creada por nosotros precisamente para evitar vivir el momento presente.

Ese presente que en ocasiones nos es tan duro ver o aceptar que preferimos evadir nuestra propia responsabilidad en lo que nos llevó hasta él, recordando un pasado mejor o pensando en un futuro diferente.

La vida siempre sucede en el presente.

Vivimos en un continuo presente en el que suceden todas las cosas.

Quedarnos anclados en el pasado o evadirnos del presente imaginando un deseado futuro nos hace sufrir.

No aceptar nuestro presente además de causarnos sufrimiento nos aleja de poder cambiarlo.

Solo aceptando nuestro presente podremos responsabilizarnos de nosotros mismos y cambiar lo que ya no nos sirve.

Solo prestando nuestra atención al momento presente podremos amarnos a nosotros mismos y dejar de sufrir.

Solamente aceptando nuestra realidad podemos tomar las decisiones que nos llevarán a dar lo mejor de nosotros y a ser felices.

La vida no sucede ayer ni sucede mañana.

La vida solo existe ahora, en este preciso momento.

Así que deja ya de verla pasar y ¡VÍVELA!


Ríndete a la vida

He observado que cuando te rindes a querer cambiar lo que la vida te brinda sucede algo maravilloso:

¡Te relajas y comienzas a disfrutar de estar viv@!

Antes hasta el cuerpo me dolía reflejando la tensión que me suponía el estar permanentemente en guardia, para protegerme de lo peligroso que percibía que había detrás de cada nueva situación que se me presentaba o de cualquier persona importante que se cruzara en mi camino y que hacía que mi zona de confort se tambalease.

Es increíble la cantidad de energía que gastas oponiéndote a aceptar que lo que la vida te propone siempre es lo mejor para ti.

Nosotros, al igual que un bebé, desconocemos que es lo que mejor nos conviene y la vida, al igual que los mejores padres y madres, intenta que nos hagamos el menor daño posible, que disfrutemos al máximo de nuestras experiencias y que demos lo mejor de nosotros mismos.

Nos cuesta admitir que no tenemos razón y que nos equivocamos.

Nos pasamos la vida intentando convencer a los demás de que nuestros pensamientos y formas de ver la vida son los únicos que son reales y válidos.

La realidad que percibimos creemos que es la misma que perciben todos los demás y nos frustramos cuando no nos reconocen nuestras ideas y critican nuestra manera de actuar.

Ignoramos que la realidad que cada uno percibimos es nuestra propia realidad y que no tiene nada que ver con la de los demás pues esta basada en nuestras propias interpretaciones sobre lo que nos está pasando y nuestras propias creencias y experiencias.

Te invito a que cuando acabes de leer, veas también este otro post

Admitir que no podemos controlar nada ni a nadie, al contrario de lo que pensamos cuando vivimos desde el miedo, nos relaja y nos aleja del sufrimiento.

Lo deberíamos de aprender cuando somos niños pero parece que eso le sucede a muy pocos y la mayoría lo aprendemos después de pasar por bastantes experiencias dolorosas.

Otros ni tan siquiera llegan a ser consientes de ello y a pesar de las múltiples desastrosas experiencias llegan al final de sus vidas igual que cuando las empezaron creyendo que ellos no podían hacer nada para evitar su sufrimiento.

Cada uno de nosotros tenemos creencias diferentes sobre que es la vida y que es lo que estamos haciendo por aquí.

Yo creo que estoy aquí experimentando que es sentirme viva siendo Rosa María de la Plaza y colaborando con todos para dejar un mundo mejor que el que me encontré.

He pasado por muchísimas experiencias, como la inmensa mayoría de nosotros.

En ese sentido estoy cumpliendo el objetivo con el que llegué a esta vida.

Cuantas más experiencias vivimos más lecciones aprendemos y más sabios nos volvemos.

A mi la vida me ha enseñado muchas cosas.

Una de las más importantes es que la vida es sencilla y que solo tengo que permitirla expresarse a través de mi.

Que si no se lo permito y me resisto me complico la vida y sufro.

Y que cuando me rindo a lo que me brinda y lo vivo, entonces y solo entonces disfruto de estar viva y soy feliz.

¿Y tú que opinas?

Déjame un comentario. Me interesa conocer tu opinión.

¿Sabías que nuestros pensamientos son nuestros peores enemigos?

Observa tus pensamientos y se acabarán tus problemas

La mayoría de nosotros desconocemos lo que es el amor