El amor no es lo que creemos

La mayor causa de nuestro sufrimiento es la incoherencia entre lo que sentimos, pensamos y hacemos.

Pero para dejar de ser incoherentes deberíamos plantearnos algunas de las creencias, que pensamos que son nuestras pero que realmente no lo son, y que son las que nos limitan.

Una ellas, por ejemplo, es que el verdadero amor es para siempre.

Esta idea romántica del amor fundamentada en novelas y películas idealizadas está basada tan solo en la tranquilidad que nos proporciona el pensar que alguien de fuera va a proporcionarnos lo que nosotros necesitamos para ser felices.

También en la creencia de que si estamos solos nos falta una mitad que nos complete.

Ignoramos que no nos hace falta nada para ser perfectos tal y como somos.

En el universo todo es perfecto así que por lo tanto todos lo somos, aún con nuestras pequeñas o grandes cosas que nos avergonzaría reconocer si tuviésemos que hacerlo delante de alguien.

Todas esas cosas que tenemos cada uno de nosotros tienen un porqué que todos desconocemos y que sirven para cosas que ignoramos pero que son necesarias para nuestro crecimiento personal y para el de otros.

Todos dejamos huellas unos en los otros de alguna manera y estas son las que nos permiten crecer y desarrollarnos.

Tenemos la creencia de los problemas o las crisis son de las peores cosas que nos pueden suceder cuando en realidad son las oportunidades que el universo nos brinda para que consigamos ser mejores personas.

El amor no tiene porque durar para toda la vida con la misma persona.

El forzarnos a quedarnos en situaciones dolorosas para nosotros solo nos hace sufrir porque continuamente estaremos constatando lo poco que nos amamos a nosotros mismos.

El amor no tiene que ver con nada de eso.

Tendríamos que reconocer que todos somos amor y por lo tanto nada de lo que hagamos deja de serlo. Tanto lo que reconocemos como bueno como lo que tachamos de malo.

Todo lo que sucede a nuestro alrededor es neutro.

Son nuestras creencias las que crean los pensamientos que tenemos sobre lo que sucede las que van creando nuestra realidad.

Cuando alguien nos abandona nos está mostrando algo de nosotros mismos que debemos sanar pero si nos apegamos a lo que creemos que está pasando y ponemos nuestra atención en el sufrimiento que nos está causando el otro al dejarnos solos, nunca llegaremos a ver lo que esa situación nos está enseñando, pues nos veremos como las víctimas de lo que estaremos interpretando que sucede.

Lo mismo sucede cuando somos nosotros los que dejamos una relación, solo que en esta ocasión será la otra persona la que deba de aprenderlo y nosotros ya estaremos haciendo nuestra parte para al dar el paso de abandonar esa relación que ya no nos conviene y que debemos soltar para nuestro mayor crecimiento.

Aprendiendo a amarnos a nosotros enseñamos a los demás a que también hagan lo mismo.

Esta es la única realidad.

Todos vamos buscando algo que nos falta y lo proyectamos en alguien de fuera pero nunca lo encontraremos ahí porque ese vacío que sentimos solo lo conseguiremos llenar cuando conectemos con nosotros mismos, con nuestro verdadero ser.

Solo conectando con lo que somos y aceptándonos plenamente conseguiremos saber que el amor no tiene que ver con lo que creemos que es y descubriremos que la vida es mucho más sencilla de lo que nosotros mismos nos la hacemos.

Vivir es amar. Amar es vivir.

Solo necesitamos conectar con lo que somos para comprenderlo.

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