Abre tu corazón

Es difícil dejar entrar a otra persona en tu corazón.

Abrirte a compartir tus miedos, tus sueños, tus sentimientos, tus anhelos te deja expuesta ante el otro totalmente desnuda.

Pero no la desnudez del cuerpo que aunque nos cueste en un principio mostrar, pues todos tenemos partes de las que no estamos orgullosos, tras comprobar que la otra persona ni tan siquiera se ha fijado en ellas o si lo ha hecho no le da la importancia que a nosotros nos atormenta, nos permite relajarnos y disfrutar de él.

Esa desnudez a la que me refiero te deja totalmente desarmada delante del otro y a su merced para que en el caso de que lo quiera dañarnos en lo más profundo de nuestra alma y destruirnos si no tenemos una buena autoestima.

Nunca podremos estar seguros de que la persona que amamos no vaya a dañarnos.

Incluso puede que no lo haga al principio y lo pueda hacer más adelante pero si buscamos seguridad para no sufrir nunca podremos experimentar el amor como lo que realmente es.

La aceptación completa por parte del otro solo la conseguiremos si nos abrimos y nos mostramos tal y como somos y claro que esto conlleva el riesgo de sentirnos vulnerables.

Pero no hacerlo nos lleva a protegernos y a poner barreras para que el otro no pueda ver dónde nos puede doler.

Ignoramos que al hacer esto estamos sacrificando una parte muy importante de nosotros mismos y a la vez no nos permitimos que nos puedan amar.

Tampoco podemos amar a otra persona si no somos capaces de vencer el miedo que nos causa el enfrentarnos a mostrarnos tal y como somos.

Dos personas no podrán nunca amarse si no desnudan su alma el uno para el otro. Podrán tener una relación del tipo que sea pero no experimentarán el amor en ella.

El mantener barreras por protegernos de sufrir nos hace no poder disfrutar de amar y sentirnos amados.

¿Que paradójico resulta, verdad?

Sufrir en el presente pues no podemos disfrutar plenamente de la relación para hipoteticamente no sufrir en el futuro si nos hacen daño.

Estas cosas tenemos los seres humanos.

Nos complicamos solos la vida por no aceptarla como es.

Por empeñarnos en querer asegurarnos la felicidad ni tan siquiera llegamos a sentirla.

Yo creo que correr el riesgo de sufrir (o no) en el futuro me merece la pena y a pesar de haber tenido experiencias dolorosas en el amor, me niego a no poder amar y sentirme amada.

Si el otro me hace daño, nunca será por mí, sino que lo hará por él mismo y ese será su problema.

El mío será el amarme a mi misma y dejar ir esa relación que no me conviene porque el amor nunca es sufrimiento.

El amor es libertad, aceptación y crecimiento. El amor te invita a vivir y sentir lo maravilloso que es sentirse vivo.

Tengo muy claro que perder la oportunidad de vivirlo es mi responsabilidad.

Permitirme amar y que me amen es mi deber y mi obligación pues nadie más que yo es responsable de mi propia felicidad.

Prefiero llorar por haber amado y haberme sentido amada que perderme la oportunidad de sentir y vivir el amor.