La mayoría cree que cuando sufre la causa de su dolor siempre es algo de fuera.
Así una persona o alguna situación se convierten en el motivo de su sufrimiento.
Esto que a priori les libera de la responsabilidad de ser la causa de su propio sufrimiento y sufrir aún más por ello al culpabilizarse de su dolor, a la vez les impide el poder liberarse del mismo y ver la vida de otra manera y en consonancia con lo que realmente está sucediendo en sus vidas.
Mirad, las cosas que suceden o lo que hacen otras personas nunca pueden hacernos daño si pensamos que no tienen que ver con nosotros.
Y justo esa es la clave de todo: lo que pensamos.
Tenemos una visión egocéntrica de lo que sucede a nuestro alrededor.
Esto nos lleva a creer que todo gira alrededor de nosotros y que todo lo que nos sucede es por la razón que nosotros pensamos.
Y así hacemos de sucesos que nada tienen que ver con nosotros personalmente, como más adelante os mostraré, verdaderos dramas de nuestras vidas.
La realidad es que tenemos un montón de creencias que nos llevan a interpretar los diferentes sucesos de nuestras vidas como si fuésemos impotentes ante las diversas situaciones que se nos presenten y que mientras mantengamos esas creencias que se han convertido en los grandes pilares en los que construimos nuestra experiencia vital, nunca advertiremos que lo que nos sucede tiene mucho más que ver con nosotros que con todo lo que identificamos como las causas de nuestro sufrimiento.
Es verdad que algunas de nuestras acciones van dirigidas a que alguien en concreto tenga una determinada reacción y eso también sucede en relación inversa.
Pero con la experiencia de nuestros años ya vividos habremos aprendido que esto no siempre nos ha dado el resultado que esperábamos sin saber además el porqué.
Y la razón tiene que ver con lo pensamos que está sucediendo pero no con lo que realmente está pasando.
Veamos un ejemplo de lo que quiero deciros:
Cuando intentamos que una persona reaccione de una determinada manera con una de nuestras acciones, ésta reaccionará según piense sobre lo que le está sucediendo y así nos podemos encontrar con que interprete que le estamos intentando ayudar y quiera escucharnos (otra cosa será lo que luego haga) o con que piense que le estamos intentando fastidiar o manipular y reaccione sin tan siquiera querer escucharnos o que incluso se enfade con nosotros o tenga una reacción incluso violenta.
¿Os suena?Seguro que sí.
Y ahora viene algo más difícil de reconocer:
¿Por qué intentamos que la otra persona cambie? ¿Es realmente por su bien o por el nuestro?
Si somos sinceros tendremos que reconocer que siempre es por sentirnos mejor nosotros aunque lo justifiquemos con que el beneficio será para el otro.
Esta es la única verdad: lo que los demás hacen o dicen tiene que ver más con ellos mismos que con nosotros y al igual que las diversas situaciones que se nos presentan (despidos, enfermedades, desamores, etc.) simplemente suceden.
Ahora démoslo la vuelta: todo lo que hacemos y decimos tiene que ver con nosotros mismos y no con los demás.
Solo cuando abandonemos esa visión egocéntrica podremos distanciarnos emocionalmente y podremos dejar de sufrir.
Solo cuando aceptemos que todo lo que sucede nos lleva a que prestemos nuestra atención en nosotros mismos y nos aceptemos completamente con nuestras luces y nuestras sombras dejaremos el dolor que sentimos por las interpretaciones que hacemos de lo que nos acontece.
Solo cuando dejemos de prestar nuestra atención fuera y la centremos en nosotros mismos dejaremos de ser los causantes de nuestro propio dolor.