Cuando amamos a alguna persona nos gustaría que permaneciese para siempre con nosotros.
Por eso cuando, por la razón que sea, dejamos de verla el dolor por su ausencia puede llegar a ser insoportable.
Desconocemos que nada sucede por casualidad y que tanto el tiempo que disfrutamos con su compañía asi como el momento de su desaparición en nuestras vidas esa persona nos estuvo acompañando por una razón: nos estuvo enseñando algo que necesitábamos aprender en esta experiencia que compartimos con ella.
Para esa persona también nosotros aparecimos en su vida con la misma misión: aportarle la experiencia que necesitaba en ese momento de su vida para aprender y evolucionar.
Algunas personas entran en nuestras vidas para estar en un momento en el que necesitamos algo puntual o nos aportan una lección concreta.
Por ejemplo para ayudarnos a encontrar una casa o enseñarnos algo que luego se conviertirá en una gran aficcion o en nuestro trabajo.
También pueden forzarnos a que tomemos alguna decisión importante.
Un ejemplo de esto puede ser un jefe nuevo con el que no sintonicemos y nos lleve a tomar la decisión de cambiar de trabajo.
Y cuando consiguen lo que vinieron a enseñarnos o hacemos lo que necesitamos desaparecen de nuestras vidas de la misma forma que llegaron, sin apenas hacer ruido.
En muchas ocasiones no las echaremos de menos o incluso agradeceremos el poder perderlas de vista, en el caso de que nos hayan enseñado algo con dolor o que nos haya causado sufrimiento.
En otras, cuando la experiencia haya sido buena, las recordaremos con mucho cariño durante toda nuestra vida.
Pero en la mayoría de las ocasiones no sufriremos con su pérdida.
Sin embargo otras personas aparecerán en nuestra vida para permanecer un tiempo más o menos largo y nos enseñarán más cosas.
Nos divertiremos con ellas y también pasaremos por momentos difíciles pero no solo nos aportarán algo puntual o concreto sino que sus enseñanzas serán varias.
A estas personas nos costará soltarlas cuando dejen de ejercer su función en nuestra experiencia, pues las lecciones que nos darán implicarán más nuestras emociones y podremos llegar a sentir por ellas algunas muy fuertes, tanto placenteras como todo lo contrario.
Un ejemplo de estas podría ser un amigo o amiga muy querido o una ex-pareja o ex-novi@ o incluso un familiar.
En todo caso serán personas que desaparezcan por completo de nuestras vidas por cualquier motivo.
Incluso podremos querer dejarlas de ver nosotros.
Y en ambos casos, tanto si nos dejan ellas como si lo hacemos nosotros, será por el mismo motivo: ya aprendimos la lección o si aún no la hemos aprendido, necesitamos a otro maestro que nos la enseñe y tenemos que dejarle espacio para que entre en nuestra vida.
Y por último hay personas que nos acompañarán durante toda nuestra vida o durante la gran parte de ella.
Serán las personas más significativas de nuestra existencia, las más importantes y las que nos enseñarán las grandes lecciones que debemos aprender.
Serán nuestros padres, nuestras parejas, nuestros hijos y quizás alguien que no sea de nuestra familia pero tenga un papel igual de importante.
Estas personas serán con las que estaremos más implicados emocionalmente y las que más placer y/o más sufrimiento nos harán sentir en nuestras experiencias.
Y también serán las que más nos costará soltar cuando llegue el momento de la despedida.
Pero en todo caso, aunque nos cueste aceptar su pérdida, nos ayudará mucho saber que su despedida se debe a que ya aprendimos lo que nos vino a enseñar y ahora ha llegado el momento de que tanto esa persona como nosotros tengamos experiencias diferentes.
Agradecer a cada una de las personas que estuvieron, están o estarán más adelante, las experiencias que nos vienen a proporcionar, además de hacernos sentir mejor para aceptar su pérdida, nos hace estar en la realidad de lo que estamos viviendo.
Nada de lo que acontece en nuestras vidas sucede por casualidad.
Vinimos a vivir una gran experiencia, con muchísimas experiencias más o menos pequeñas que nos llevarán a evolucionar y ser cada vez mejores y conectar con lo que en realidad somos y se nos olvidó:
AMOR