¿Por qué me cuesta tanto olvidarl@?

Cuando amamos a alguna persona nos gustaría que permaneciese para siempre con nosotros.

Por eso cuando, por la razón que sea, dejamos de verla el dolor por su ausencia puede llegar a ser insoportable.

Desconocemos que nada sucede por casualidad y que tanto el tiempo que disfrutamos con su compañía asi como el momento de su desaparición en nuestras vidas esa persona nos estuvo acompañando por una razón: nos estuvo enseñando algo que necesitábamos aprender en esta experiencia que compartimos con ella.

Para esa persona también nosotros aparecimos en su vida con la misma misión: aportarle la experiencia que necesitaba en ese momento de su vida para aprender y evolucionar.

Algunas personas entran en nuestras vidas para estar en un momento en el que necesitamos algo puntual o nos aportan una lección concreta.

Por ejemplo para ayudarnos a encontrar una casa o enseñarnos algo que luego se conviertirá en una gran aficcion o en nuestro trabajo.

También pueden forzarnos a que tomemos alguna decisión importante.

Un ejemplo de esto puede ser un jefe nuevo con el que no sintonicemos y nos lleve a tomar la decisión de cambiar de trabajo.

Y cuando consiguen lo que vinieron a enseñarnos o hacemos lo que necesitamos desaparecen de nuestras vidas de la misma forma que llegaron, sin apenas hacer ruido.

En muchas ocasiones no las echaremos de menos o incluso agradeceremos el poder perderlas de vista, en el caso de que nos hayan enseñado algo con dolor o que nos haya causado sufrimiento.

En otras, cuando la experiencia haya sido buena, las recordaremos con mucho cariño durante toda nuestra vida.

Pero en la mayoría de las ocasiones no sufriremos con su pérdida.

Sin embargo otras personas aparecerán en nuestra vida para permanecer un tiempo más o menos largo y nos enseñarán más cosas.

Nos divertiremos con ellas y también pasaremos por momentos difíciles pero no solo nos aportarán algo puntual o concreto sino que sus enseñanzas serán varias.

A estas personas nos costará soltarlas cuando dejen de ejercer su función en nuestra experiencia, pues las lecciones que nos darán implicarán más nuestras emociones y podremos llegar a sentir por ellas algunas muy fuertes, tanto placenteras como todo lo contrario.

Un ejemplo de estas podría ser un amigo o amiga muy querido o una ex-pareja o ex-novi@ o incluso un familiar.

En todo caso serán personas que desaparezcan por completo de nuestras vidas por cualquier motivo.

Incluso podremos querer dejarlas de ver nosotros.

Y en ambos casos, tanto si nos dejan ellas como si lo hacemos nosotros, será por el mismo motivo: ya aprendimos la lección o si aún no la hemos aprendido, necesitamos a otro maestro que nos la enseñe y tenemos que dejarle espacio para que entre en nuestra vida.

Y por último hay personas que nos acompañarán durante toda nuestra vida o durante la gran parte de ella.

Serán las personas más significativas de nuestra existencia, las más importantes y las que nos enseñarán las grandes lecciones que debemos aprender.

Serán nuestros padres, nuestras parejas, nuestros hijos y quizás alguien que no sea de nuestra familia pero tenga un papel igual de importante.

Estas personas serán con las que estaremos más implicados emocionalmente y las que más placer y/o más sufrimiento nos harán sentir en nuestras experiencias.

Y también serán las que más nos costará soltar cuando llegue el momento de la despedida.

Pero en todo caso, aunque nos cueste aceptar su pérdida, nos ayudará mucho saber que su despedida se debe a que ya aprendimos lo que nos vino a enseñar y ahora ha llegado el momento de que tanto esa persona como nosotros tengamos experiencias diferentes.

Agradecer a cada una de las personas que estuvieron, están o estarán más adelante, las experiencias que nos vienen a proporcionar, además de hacernos sentir mejor para aceptar su pérdida, nos hace estar en la realidad de lo que estamos viviendo.

Nada de lo que acontece en nuestras vidas sucede por casualidad.

Vinimos a vivir una gran experiencia, con muchísimas experiencias más o menos pequeñas que nos llevarán a evolucionar y ser cada vez mejores y conectar con lo que en realidad somos y se nos olvidó:

AMOR


Magdalenas con frutas

A veces me apetece tomar algo dulce para desayunar o merendar.

Me encantan las magdalenas y he descubierto la manera de hacerlas saludables y a la vez deliciosas.

Desde que decidí cambiar mi dieta, evitar productos procesados y eliminar el azúcar no había vuelto a probarlas así que voy a compartir con vosotros esta receta y espero que satisfagais ese deseo como lo hago yo.

Además se preparan en poco más de media hora así que yo suelo hacerlas una hora antes de merendar.

Así cuando voy a hacerlo ya están frías y listas para deleitarme.

Para hacer 6 magdalenas necesitaremos:

  • 4 cd colmadas de harina de almendras
  • 1 cd colmada de harina de trigo o avena integral
  • 1 huevo
  • 50 ml de leche de almendras o cualquier otra vegetal sin azúcar
  • 1 y 1/2 cs de eritritol
  • 1 cd de levadura
  • 1 cd de esencia de vainilla
  • 1 cd de chía
  • Fruta picada

Con estas cantidades nos saldrán 6 magdalenas pequeñas.

Os recomiendo picar la fruta que vayais a utilizar.

Yo he utilizado como veis en la foto: albaricoque, plátano, cerezas, arándanos, frambuesas y coco.

En esta ocasión haré una magdalena con cada una de las frutas.

Podéis probar a hacerlas como yo y luego si os gustan algunas más que otras pues solo tendréis que hacer esas.

Empezaremos mezclando bien en un bol las harinas, el eritritol y la levadura.

En otro bol batiremos el huevo y le añadiremos la esencia de vainilla y la leche de almendras mezclando todo muy bien.

Ahora llega el momento de mezclar líquidos y sólidos en un solo bol.

Lo haremos integrando poco a poco la mezcla de las harinas con la mezcla líquida, ayudándonos con el batidor o con una cuchara.

Cuando esté todo bien mezclado y sin grumos lo repartiremos en nuestro molde con cuidado y procurando poner la misma cantidad en cada uno de los compartimentos.

Llegó el momento de añadir nuestras frutas picadas y las introduciremos dentro de la mezcla procurando que queden completamente tapadas.

Ahora esparciremos por encima un poquito de chía por cada una de nuestras magdalenas y las meteremos al horno que previamente habremos calentado a 180° y las tendremos durante media hora.

Comprobamos pinchándolas con un palillo que estén hechas y cuando salga limpio las sacamos y las pondremos a enfriar en una rejilla.

Cuando estén frías las desmoldaremos con cuidado y ya solo nos queda disfrutarlas.

Un consejo: yo suelo congelar las que me sobran y las voy sacando cuando quiero volver a consumirlas. Estarán tan deliciosas como cuando las hicimos.

Espero vuestros comentarios.


Crema de zanahorias

Hoy vamos a preparar una deliciosa crema de zanahorias.

Un primer plato o una cena saludable que nos aportará vitaminas y minerales, con muy pocas calorías.

Las zanahorias son conocidas por ayudar a broncear la piel y por ser buenas para la vista pero la mayoría desconocemos que tienen más beneficios.

Si las comemos crudas serán excelentes para nuestros dientes y encías.

Su fibra evitará el estreñimiento y por su alto contenido en agua también son diuréticas.

Por su cantidad de potasio y magnesio son buenas para restaurar los nervios.

Además son estupendas para las uñas y el pelo por ser ricas en betacaroteno que se convierte en vitamina A en nuestro cuerpo.

Y ahora que ya conocemos los beneficios que nos aportará vamos a centrarnos en la receta.

Para elaborarla necesitaremos:

  • 2 zanahorias
  • 1/2 cebolleta o cebolla
  • 1/2 vaso de leche avena o cualquier otra vegetal
  • 1 cubito de caldo de pollo y verduras (casero)
  • 1 cs de aceite de oliva virgen extra
  • Sal al gusto

Comenzamos peleando y cortando en rodajas las zanahorias y troceando la cebolleta.

En una cazuela ponemos a calentar el aceite y cuando esté caliente añadiremos las verduras cortadas y las tendremos a fuego medio unos dos minutos, removiendolas de vez en cuando.

Después añadiremos el cubito del caldo, la leche de avena y la sal.

Lo llevaremos a ebullición manteniendo la cocción a fuego lento durante unos 15-20 minutos o hasta que las zanahorias estén cocidas.

Yo suelo comprobarlo pinchando con la punta del cuchillo una de las rodajas.

Ya solo nos queda triturar todo con nuestra batidora hasta que tenga una consistencia cremosa.

En esta ocasión yo la he adornado con edamame y soja tostados y semillas que le dan una textura crujiente y más saludable que los picatostes, además de un sabor más especial.

Espero vuestros comentarios.


Ya son 5 kilos menos

El pasado día 15 de mayo lancé mi reto personal en las redes sociales.

Es por esto que comparto todo lo que como.

Se trataba de hacer un cambio importante en mi vida que iba a beneficiar mi salud.

Comer de forma saludable y abstenerme de tomar comidas procesadas.

Pensé que haciendo esto además de mejorar mi salud me haría perder el peso que había ido ganando después de los tratamientos de quimioterapia que tuve por mi cáncer de colon y posterior metástasis y que me tuvieron junto con las dos intervenciones quirúrgicas mucho tiempo sin poder realizar apenas ejercicio físico.

Y así está siendo.

Cuando lancé mi reto pesaba 68,300 y hoy, 50 días después peso 5 kilos menos.

Y lo mejor de todo es que no estoy pasando hambre y que estoy comiendo cosas deliciosas.

He redescubierto la cocina, las verduras y sobre todo la manera de comer sano y delicioso y con recetas fáciles de hacer y que no me llevan casi tiempo prepararlas.

Cuando mis amig@s ven mis menús y mis fotos me dicen que me tiene que llevar mucho tiempo elaborar mis comidas y cuando les digo que para nada se quedan muy sorprendidos.

Tenemos la creencia de que las cosas que nunca hemos hecho llevan mucho trabajo y esfuerzo.

Pero eso solamente es lo que nosotros pensamos de algo que desconocemos y valoramos solo por el resultado final.

Os puedo asegurar que la mayoría de las cosas que cocino no me llevan media hora de preparación.

Comer saludable y cuidarnos no lleva mucho tiempo.

Simplemente hay que cambiar hábitos y comprar cosas diferentes.

Consumir más vegetales y menos carnes.

Cambiar la pasta y harinas refinadas por pastas y harinas integrales.

Tomar grasas saludables como el aceite de oliva virgen y olvidarnos de la mantequilla o la nata (pero buscar otros productos más saludables que las puedan sustituir).

Dejar el azúcar añadido en los alimentos procesados que no podamos evitar tomar y sustituir el azúcar que tomamos en casa por algún edulcorante natural.

Comer más frutas y menos dulces ya elaborados como postres o meriendas.

Y esto no quiere decir que no podamos tomar los dulces que hagamos nosotros mismos con unas harinas, grasas y endulzantes saludables, claro está que de vez en cuando y no todos los días, sobre todo si lo que queremos es perder peso.

Curiosamente ahora estoy introduciendo en mi dieta postres dulces que elaboro yo misma cuando antes tomaba solo fruta.

Ahora que ya no tomo tanto azúcar porque mi alimentación consiste básicamente en productos que no la lleven añadida, estoy descubriendo nuevos sabores que antes ni quería probar.

Tengo que reconocer que sorprendentemente para mi estoy disfrutando mucho con mi alimentación.

El dedicarme el tiempo de comprarla, elaborarla y comerla me produce mucha satisfacción porque sé que me estoy cuidando además de proporcionarme cosas deliciosas.

Es una manera diferente de amarme a mi misma y cuidar de mi.

Estoy feliz con todo esto y quiero compartirlo con todos vosotros.