Hay ocasiones en las que deseamos hacer cosas pero hay algo que no nos permite hacerlas.
Utilizamos nuestra razón y esta nos dice que lo que pensamos es normal.
Que podemos hacer eso que queremos sin ningún problema pero, a la hora de realizarlo hay algo que nos paraliza y que incluso puede que nos haga sentir mal.
Las limitaciones inconscientes que todos tenemos y que no nos permiten darnos permiso para ser quienes realmente somos, se convierten en verdaderas cárceles para nosotros.
En la mayoría de los casos reprimimos cualquier síntoma que nos haga empezar a percibir que tenemos la necesidad de decirle a todos quienes somos realmente.
Parece que es más importante agradar a todo el mundo y nos relegamos a nosotros mismos y nos ponemos en el último lugar.
Hay un gran miedo a salirse de la norma, de lo que dicen todos que es normal.
Y ¡ay del pobre que se atreva a hacerlo!.
Todos los demás se le echarán encima y no para asegurarle su bienestar, no, sino para que sus propios miedos sigan ahí, suprimiendo lo que esa persona les recuerda que se puede hacer y ellos no se atreven.
Que se puede ser.
Simplemente eso.
Que podemos darnos el permiso de SER.
¿Ser qué?
Lo que deseemos.
Podemos salir de esa cárcel que nos hemos creado nosotros mismos cuando queramos.
¿No resulta paradójico que seamos a la vez presos y carceleros?
Podemos darnos permiso cuando queramos para hacer lo que deseamos, pero preferimos seguir como los ratones dando vueltas una y otra vez en la rueda de hacer lo mismo que hemos hecho siempre.
¿Y por qué? Porque nos han dicho que eso es lo que hay que hacer.
¿Pero es que acaso haciendo eso somos felices?
¿Nos amamos a nosotros mismos cuando nos negamos ser como realmente somos?
No podemos dar lo que no tenemos y para amar a alguien primero tenemos que tener amor para dárselo.
El amor es la aceptación plena del otro.
¿Pero nos aceptamos a nosotros mismos?
No nos estamos aceptando ni amando cuando estamos continuamente reprimiéndonos para no decir y hacer lo que realmente pensamos y sentimos.
Así nos estamos maltratando.
No nos extrañemos luego si nos encontramos siempre con gente que nos maltrata.
Es la manera que tiene el universo de mostrarnos lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos para que podamos afrontar nuestros miedos y trascendamos esa situación.