Hoy vamos a preparar una deliciosa salsa de almendras que nos servirá para acompañar tanto a cualquier tipo de carnes como de pescados.
Es deliciosa a la vez que nutritiva y la podemos congelar tanto si los sobra como si hacemos más cantidad para tenerla ya hecha en posteriores recetas.
En esta ocasión a mi me ha dado para dos veces o para dos personas.
Para hacerla necesitaremos:
20 almendras sin tostar
1 vaso de leche vegetal de cualquier tipo
30 grs de cebolla
1 ajo pequeño
1 vaso de caldo de verduras
2 cs de salsa de tomate casera
20 grs de pan integral
1 cs de aceite de oliva virgen extra
sal al gusto
Comenzamos picando las almendras en un mortero hasta que nos queden muy molidas.
Después trocearemos la cebolla y el ajo en trozos muy pequeños.
Picaremos también el pan en trozos muy pequeños pero sin mezclar con ninguno de los ingredientes todavía.
Podéis utilizar también pan integral rallado.
Pondremos una sartén en el fuego con el aceite de oliva virgen extra.
Cuando esté caliente el aceite bajaremos el fuego al mínimo echaremos la cebolla y la iremos removiendo hasta que veamos que se queda casi trasparente.
En ese momento añadiremos el ajo y continuaremos removiendo hasta que se dore.
Este será el momento de añadir el pan, y sigamos removiendo.
Después de un par de minutos añadiremos las almendras y continuaremos removiendo la mezcla hasta que veamos que ya está todo dorado.
Llega el momento de añadir la salsa de tomate casera, la mitad del caldo de verduras y la mitad de la leche.
Le añadimos la sal y lo tendremos cociendo unos tres minutos.
Seguiremos removiendo y viendo la textura que va teniendo nuestra salsa.
Si os gusta que esté más ligera le seguis añadiendo leche y caldo de verduras hasta que quede a vuestro gusto.
Yo a la mía le eché los dos vasos y quedó con este aspecto que os muestro en la foto.
En esta ocasión la acompañé de unos filetes de pechuga de pollo asada.
Y después de otros quince días vuelvo a comprobar que comer sano y saludable da resultados.
Además de sentirme genial pues ya no tengo esa sensación de estar llena de gases y de ir a explotar, me siento ligera y no me canso como antes.
En esta ocasión al subir a la báscula he comprobado que he vuelto a perder peso.
En esta ocasión han sigo 600 grs. pero después de un cumpleaños y tres terrazas estoy contenta porque pensé que me conformaría con no haber cogido nada, así que genial.
También duermo mejor y mis horarios se han regulado.
Como os conté estoy procurando hacer el ayuno intermitente 14-10 aunque reconozco que a veces me está costando sobre todo ahora que ya empiezo a salir.
Pero lo que si hago como mínimo es el 12-12. Mi primera comida empieza a las 11:00 con un delicioso desayuno y luego sobre las 14:30 tomo mi comida, a las 17:30 la merienda y a las 20:30 mi cena para terminar mi alimentación diaria a las 21:00 y no volver a tomar nada hasta las 11:00 del día siguiente.
Claro que no me despierto a esa hora sino bastante antes y la verdad es que no me cuesta ningún trabajo esperar para tomar mi desayuno.
Además me sigo sorprendiendo porque a pesar de comer bastante menos cantidad en todas mis comidas no tengo nada de hambre.
Supongo que será porque como cada 3 horas y antes había veces que tardaba hasta 5 en no tomar nada, con lo que tenía bastantes ganas de comer y comía con ansiedad.
Además después de cenar y hasta que me acostaba que solía ser bastante tarde pues no dormía bien, hacía varios viajes al frigorífico.
Ahora todo eso se ha acabado y solo como cuando tengo que comer y la ansiedad ha desaparecido.
También influye el que como bastante fibra y eso también llena.
Cuando comía sin consciencia de lo que estaba metiendo en mi cuerpo curiosamente me sentía más hambrienta, tenía más ansiedad y comía bastante deprisa.
Ahora disfruto mucho comiendo.
Estoy descubriendo nuevos sabores y mi mente está más abierta a probar cosas que nunca antes habría probado.
Disfruto con las verduras y las frutas cuando antes para mi eran aburridas, aunque no me desagradaban y procuraba comerlas con frecuencia.
Pero ahora disfruto comprándolas, preparándolas, mezclándolas, cocinándolas y comiéndolas.
Lo mismo me sucede con todo lo demás.
Antes iba a comprar y lo hacía una vez a la semana, rápidamente y porque no tenía más remedio.
Ahora que no trabajo he descubierto también el placer de ir a comprar y disfrutar haciéndolo.
Me encanta esta nueva manera de alimentarme, de cuidarme y de darme amor.
Tardé bastantes años en darme cuenta de que cuando mis sentimientos eran negativos, evitaba decir lo que sentía.
Además descubrí que para evitar situaciones en las que me sentía mal, porque me causaba sufrimiento el aceptar que no me amaban, yo siempre disculpaba a la persona que me pudiera estar provocando esos sentimientos.
Pensaba que lo estaría haciendo sin querer, que no sentía realmente lo que decía, que lo hacía así porque estaba enfadad@ conmigo o con lo que fuera.
Esto me sucedía no solo con las personas que amaba.
Terminó siendo mi manera de protegerme cada vez que me sentía vulnerable.
Esos pensamientos me hacían sobrellevar situaciones en las que personas muy importantes en mi vida me maltrataban, y a la vez me hacían ignorar lo que me estaba sucediendo en realidad.
Por supuesto que ignoraba que al hacer esto yo estaba permitiendo que volviesen a hacerlo una y otra vez con impunidad puesto que yo era la primera en disculparlos y perdonarlos sin que ni tan siquiera ellos me pidiesen disculpas.
Pero lo que también desconocía era que al hacerlo yo no me amaba y no cuidaba de mí y que evitando poner límites a las personas que me hacían daño yo misma era la que me estaba exponiendo a que continuaran haciéndolo.
Y lo más importante: que queriendo evitarme sufrir era yo misma la que me estaba causando el mayor sufrimiento.
Solemos pensar que las personas importantes en nuestra vida tienen que amarnos, pero ignoramos que para que esto suceda estas personas tienen que amarse a ellas mismas primero y en demasiadas ocasiones esto no es así.
Nadie puede dar a otras personas lo que no tiene para sí mismo.
El poner límites a personas a las que amamos y que, por su desconocimiento de lo que es realmente el amor, lo que crean con nosotros son relaciones de dependencia, es la única manera de amarnos a nosotros mismos y de enseñar a amar a esas personas también, aunque a ellas al principio no se lo parezca.
Habrá ocasiones en que los límites nos llevarán a tener que alejarnos de esas personas porque será la única manera de poder sanarnos y de que ellos puedan tener alguna oportunidad de poder amarse y sanarse también si llegan a plantearse que nuestro alejamiento tiene que ver con su actitud.
Pero ese será su problema porque al igual que nosotros ellos deben también cuidar de si mismos y no es nuestra responsabilidad conseguir que lo hagan.
Cada uno debemos de responsabilizarnos de nosotr@s mism@s para solo así poder amarnos.
Hay ocasiones en las que deseamos hacer cosas pero hay algo que no nos permite hacerlas.
Utilizamos nuestra razón y esta nos dice que lo que pensamos es normal.
Que podemos hacer eso que queremos sin ningún problema pero, a la hora de realizarlo hay algo que nos paraliza y que incluso puede que nos haga sentir mal.
Las limitaciones inconscientes que todos tenemos y que no nos permiten darnos permiso para ser quienes realmente somos, se convierten en verdaderas cárceles para nosotros.
En la mayoría de los casos reprimimos cualquier síntoma que nos haga empezar a percibir que tenemos la necesidad de decirle a todos quienes somos realmente.
Parece que es más importante agradar a todo el mundo y nos relegamos a nosotros mismos y nos ponemos en el último lugar.
Hay un gran miedo a salirse de la norma, de lo que dicen todos que es normal.
Y ¡ay del pobre que se atreva a hacerlo!.
Todos los demás se le echarán encima y no para asegurarle su bienestar, no, sino para que sus propios miedos sigan ahí, suprimiendo lo que esa persona les recuerda que se puede hacer y ellos no se atreven.
Que se puede ser.
Simplemente eso.
Que podemos darnos el permiso de SER.
¿Ser qué?
Lo que deseemos.
Podemos salir de esa cárcel que nos hemos creado nosotros mismos cuando queramos.
¿No resulta paradójico que seamos a la vez presos y carceleros?
Podemos darnos permiso cuando queramos para hacer lo que deseamos, pero preferimos seguir como los ratones dando vueltas una y otra vez en la rueda de hacer lo mismo que hemos hecho siempre.
¿Y por qué? Porque nos han dicho que eso es lo que hay que hacer.
¿Pero es que acaso haciendo eso somos felices?
¿Nos amamos a nosotros mismos cuando nos negamos ser como realmente somos?
No podemos dar lo que no tenemos y para amar a alguien primero tenemos que tener amor para dárselo.
El amor es la aceptación plena del otro.
¿Pero nos aceptamos a nosotros mismos?
No nos estamos aceptando ni amando cuando estamos continuamente reprimiéndonos para no decir y hacer lo que realmente pensamos y sentimos.
Así nos estamos maltratando.
No nos extrañemos luego si nos encontramos siempre con gente que nos maltrata.
Es la manera que tiene el universo de mostrarnos lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos para que podamos afrontar nuestros miedos y trascendamos esa situación.
Cuando hacía alguna receta de bizcocho con harina integral siempre me encontraba con el inconveniente de que me salía una mezcla bastante densa y poco jugosa.
Así que buscando como solucionar esto vi una receta en internet y yo la he adaptado a lo que a mi me gusta y ahora la comparto para que la probéis vosotros.
Se trata de una receta muy fácil y rápida de hacer.
En unos 10 minutos tendremos nuestro bizcocho listo.
Además nos servirá de base para cualquier otro que queramos hacer con otros ingredientes.
Para hacerlo necesitaremos:
2 cs colmadas de harina de avena
3 cs de azúcar moreno
1 huevo
1 yogur natural sin azúcar
1 cs de aceite de oliva virgen
2 cd de levadura
20 arándanos desecados
Con estas cantidades nos saldrá un bizcocho pequeño como para 2-3 personas.
Yo prefiero consumirlo el día que lo hago porque cuando me sobra al día siguiente la textura cambia y se queda más apelmazado y me gusta bastante menos, así que aprovecho a hacerlo cuando tengo algún invitad@ a merendar.
Si no tenemos harina de avena podéis hacerla vosotr@s mism@s poniendo en vuestra trituradora copos integrales de avena hasta que adquieran la textura de la harina.
Empezamos batiendo el huevo en un bol con capacidad para que entren todos los ingredientes que iremos mezclando de esta manera.
Primero iremos añadiendo el aceite y después el yogur y reservaremos la mezcla.
En otro recipiente mezclaremos el harina, el azúcar moreno y la levadura y cuando lo tengamos bien mezclado lo iremos añadiendo poco a poco en el bol hasta ligar todos los ingredientes en una pasta homogénea.
Añadimos por último los arándanos partidos por la mitad, ponemos la masa en el molde de silicona y lo metemos en el microondas durante 5 minutos a máxima potencia.
El molde tiene que tener un tamaño lo suficientemente grande para que de lugar a que la masa suba y no se salga.
Con este molde de silicona que yo utilizo no hace falta engrasarle para que no se adhiera y se rompa al sacarlo porque se desmolda muy fácilmente.
Así que pasados los cinco minutos pinchamos con un palillo el bizcocho para comprobar que no sale manchado y lo sacamos y lo dejamos enfriar en el mismo molde.
Los desmoldaremos cuando esté frío y ya podremos degustar nuestro delicioso y jugoso bizcocho con arándanos.
Seguro que os ha pasado más de una vez lo mismo que a mí: estais buscando algo durante mucho tiempo y después de un buen rato aparece justo al lado de donde has mirado un montón de veces.
¿Cómo no lo he visto en ninguna de las ocasiones que he mirado?
Pues la respuesta es que no lo he visto porque precisamente he pensado que estaría justo al lado y he fijado mi atención en ese punto únicamente.
El amor está en todas partes.
No me canso de decirlo.
No lo vemos porque no ponemos ahí nuestra atención.
¿Cómo vamos a encontrar amor si vamos fijándonos en las veces que no nos quieren o no nos dan lo que necesitamos?
Si lo que esperamos encontrar es alguien que no quiera comprometerse fijaremos nuestra atención en los detalles que nos muestren esa posible falta de compromiso.
En lo que pongamos nuestra atención notaremos que eso se magnifica.
Si estamos embarazadas veremos muchas mujeres embarazadas cuando antes apenas veíamos alguna.
Si estamos interesados en algún coche veremos montones de ese mismo modelo y veremos más del color que más nos gusta.
Si vamos buscando amor veremos el amor.
Si pensamos que el amor solo podemos verlo en una pareja solo lo buscaremos ahí y nos perderemos verlo en todo lo demás, como con las gafas.
Pero si creemos que el amor está en todas partes lo veremos continuamente.
Lo sentiremos continuamente y dejaremos de tener miedo.
No necesitaremos protegernos porque amar no es sinónimo de sufrir.
Lo que nos causa sufrimiento es lo que pensamos que nos puede suceder si confiamos plenamente en alguien y luego nos deja.
Si nos diésemos cuenta de que todo tiene un principio y un final y que no por eso se deja de disfrutar de las cosas o de las personas que se cruzan en nuestras vidas entenderíamos mejor que el amor es incompatible con la posesión.
Que precisamente cuanto más intentemos que alguien se quede le haremos la vida tan desagradable que estará deseando alejarse de nosotros para poder respirar y sentirse libre de poder ser el mismo.
Si queremos sentirnos vivos deberemos de correr riesgos.
Y el amor hay que vivirlo sin condiciones ni miedos.
Tan solo hay que permitirse sentir y disfrutar.
Y si llega el momento de la despedida, a pesar de la tristeza y el dolor que nos cause, sentir el agradecimiento de haber podido vivirlo con intensidad.
Comiendo sano y cosas deliciosas, ¿qué más se puede pedir?
Por supuesto que nada.
Parece mentira como el cuerpo va recuperando poco a poco lo que en realidad es su forma natural.
Cuando decidí cambiar la manera de alimentarme sabía que esto pasaría.
Iría adelgazando poco a poco hasta que mi cuerpo llegase a su aspecto normal.
Ese que no tiene grasas innecesarias y nada saludables porque ya no las incluyo en mi alimentación.
Pero lo que no sabía era que iba a disfrutar tanto haciéndolo.
En otras ocasiones había hecho dietas porque para mi era fácil acumular peso y siempre me sucedió lo mismo pasé hambre, tuve ansiedad y en poco tiempo volví a recuperar todo lo que había perdido e incluso en ocasiones algunos kilos más.
Ahora sin embargo es totalmente diferente.
Es cierto que he rebajado la cantidad de lo que como pero no solo como algunas verduras hervidas, carnes a la plancha y algunas pocas frutas sino que como de todo tipo de alimentos, menús variados y que además están deliciosos.
Realmente mi meta era cambiar mi alimentación y sanar mi cuerpo pero la recompensa de disfrutar haciéndolo no la esperaba.
Tengo muy claro que esto es para siempre al igual que lo tuve claro la última vez que dejé de fumar, después de varios intentos fallidos, hace más de 24 años.
Tomo cuatro comidas al día, estoy más activa y me siento mejor conmigo misma.
Otros cambios que he introducido en mi vida son los paseos después de comer y en ocasiones después de cenar.
Aunque confieso que en estas últimas dos semanas no lo he hecho, procuro caminar cada día 8 kilómetros o como mínimo 4.
Me lleva una hora cada vez que lo hago, una después de comer y otra después de cenar.
Con el confinamiento he aprendido que se puede hacer sin salir de casa así que no hay excusa.
Yo vivo en un apartamento de apenas 30 metros cuadrados y puedo hacerlo.
Es más me entretengo en ver alguna película mientras lo hago y me resulta más entretenido.
Y por último procuro también que pasen como mínimo 12 horas desde que tomo la cena hasta el desayuno del día siguiente aunque normalmente hago el ayuno de 14 horas y como durante las 10 restantes.
Ya no siento la tentación de levantarme al frigorífico después de cenar mientras desconecto viendo una película o alguna serie hasta que me acuesto.
Además duermo bastante mejor.
En fin que estoy encantada de haberme decidido a cambiar mi alimentación porque solo me está aportando cosas positivas.
Llevo compartiendo todo lo que como desde que empecé este reto el día 15 de mayo en mis dos páginas de Facebook y en Instagram.
Y además comparto las recetas que poco a poco voy incorporando a este blog que de esta manera se completa con lo que hasta que empecé con esto compartía, que era todo lo que aprendí en esta experiencia de vida y que me hace ser feliz.
La manera en que pensamos nos afecta profundamente en nuestra vida y en muchas ocasiones nos hace sufrir.
Con la forma de alimentarnos sucede lo mismo.
Sanar nuestra mente y nuestro cuerpo depende de nosotros.
Amarnos a nosotr@s mism@s es el primer paso para que podamos ser felices y disfrutemos plenamente de la vida.
Es posible cambiar lo que no nos gusta en nuestras vidas.
Tan solo tenemos que tomar la firme decisión de hacerlo y dejarnos de excusas.
Podemos conseguir todo aquello que nos propongamos solo tenemos que dejar de boicotearnos a nosotr@s mism@s y creer que lo conseguiremos.
Amarme me llevó a creer en mi misma y ser cada día más feliz con lo que hago.
Hay que decidir que queremos: si seguir igual y no hacer nada esperando que todo cambie por si solo o tomar las riendas de nuestras vidas, dejar de quejarnos y actuar.
Decidir esto último te cambiará la vida.
Todo consiste simplemente en eso.
Cada pequeño cambio que hagas será el precursor del siguiente y poco a poco irás consiguiendo mucho.
A los que nunca los habéis probado, hoy os propongo que desayunéis con copos de avena integral y a los que ya estáis disfrutando de ellos os invito a probar estas cinco combinaciones.
Además de todos los nutrientes que nos proporciona la avena está deliciosa con cualquier combinación que le queramos hacer.
Gracias a la gran cantidad de fibra que contiene además de dejarnos saciados tendremos una buena digestión y si los tomamos a diario mejorará nuestro tránsito intestinal.
La avena integral es un cereal muy completo y equilibrado. Junto a los carbohidratos y la fibra, aporta más proteína, grasa y minerales que otros cereales.
Contiene antioxidantes y es especialmente beneficiosa para el sistema cardiovascular.
La avena regula los niveles de azúcar y ayuda a bajar el colesterol.
Además con los frutos que le vamos a acompañar añadiremos sus nutrientes y tendremos una alimentación saludable, variada y equilibrada.
Estos cinco desayunos que os propongo son bajos en calorías, con lo que además de ser saludables os ayudarán a controlar o a bajar de peso en el caso de que lo necesitéis.
Todos los podemos preparar por la noche y guardarlos en el frigorífico en un recipiente de cristal cerrado y consumirlos en casa o llevarlos al trabajo con lo que no tendréis ninguna disculpa para no hacer un desayuno saludable fuera de casa.
Pero si desayunamos en casa y os gusta tomarlos calientes los podemos preparar y tenerlos listos en menos de cinco minutos.
Y por si aún no os he convencido animaros a probar estos que os voy a presentar y después me contáis.
Con fresas, frambuesas y moras
Con ciruela, albaricoques y arándanos
Con plátano y frambuesas
Con cacao y avellanas
Con plátano y dátiles
Todos llevan la misma base de copos de avena integral y leche vegetal pero se pueden hacer con cualquier tipo de leche.
Atrévete a probar con distintas combinaciones de leche vegetal.
Yo suelo utilizar de avena, soja, almendras y coco.
Si los quiero endulzar más utilizo sirope de agave pero se puede utilizar cualquier edulcorante.
En esta ocasión haremos una salsa base que utilizaremos en muchas recetas.
Una buena salsa de tomate que nos sacará de cualquier apuro cuando no tengamos muchas ganas de cocinar o se nos presenten visitas no esperadas.
Cuando hago esta salsa preparo bastante cantidad que luego envaso al vacío para utilizar cuando la necesito.
El tomate es rico en vitaminas y minerales, protege la vista, mejora la circulación sanguínea, cuida la piel, evita el estreñimiento y es un diurético natural.
Para preparar esta deliciosa salsa necesitaremos:
1,500 k tomates rojos maduros
1 pimiento verde grande
1 cebolla
1 ajo
2 cs aceite de oliva virgen
sal al gusto
sirope de agave o edulcorante (opcional)
En primer lugar meteremos los tomates en una olla con agua y los pondremos a fuego fuerte para que luego los podamos pelar bien.
No hace falta que el agua hierva solo los tendremos unos 5 minutos con el agua muy caliente.
Después los sacaremos con cuidado y los reservaremos.
Cortaremos en trozos pequeños el pimiento, la cebolla, el ajo y por último pelamos los tomates.
Cuando tenemos ya pelados los tomates pondremos las otras verduras en una cazuela con el aceite caliente y las iremos removiendo a fuego lento.
Mientras se pochan las verduras seguiremos troceando los tomates.
Y cuando ya los tengamos los añadiremos y removeremos.
Le añadiremos sal y lo mantendremos todo cociendo tapado durante 10 minutos.
Después trituraremos todo durante el tiempo necesario hasta que la salsa nos quede sin trozos de ningún ingrediente.
Llega el momento de probar y si vemos que el tomate está ácido le añadimos un poco de sirope de agave o del edulcorante que tengamos.
Aunque la mayoría de las ocasiones no hay que echarlo ésto a veces sucede.
Y ya tenemos nuestra deliciosa salsa lista para que la podamos disfrutar cuando queramos.