Aquí estoy escribiendo de nuevo.
Llevo tiempo sin hacer ninguna publicación.
Callada. Sin nada que decir.
Colocándome por dentro, como suele suceder cuando se tiene un fuerte impacto en la vida de una.
Dicen que cuando tienes una experiencia impactante y dolorosa no vuelves a ser la misma y es cierto.
Cuando parece que todo está perdido llega la verdad.
No la realidad que nosotros creemos que estamos viviendo que no es más que nuestra propia interpretación basada en creencias que nos hicieron pensar que la vida era de una determinada manera.
Cuando atraviesas una etapa de esas te zarandea la vida de tal manera que se caen muchas cosas que nunca te hicieron falta y que habías puesto ahí con la convicción de que te protegían.
Cuando esto sucede se aclaran muchas cosas y caen de repente muchas creencias que ya no tienen cabida en tí.
Reconoces que estás creencias nunca fueron tuyas que simplemente las habías aceptado como algo real y les habías dado un valor muy importante en tu vida.
Tan importante que no te dejaban vivir y disfrutar de estar viva y conseguían todo lo contrario, que sintieras la vida con montones de obligaciones y condicionamientos.
La liberación que sientes cuando te das cuenta de que nunca tienes que hacer nada que no te apetezca y que lo único que importa es que seas honesta contigo misma y con los demás solamente siendo como eres, te permite a partir de ese momento darte el permiso de ser.
Ser qué? Lo que quiera que seas.
Sin tener que justificarlo sin tener que explicar nada a nadie.
Sin tener que esperar nada de nadie tampoco porque ya no necesitas aprobación ni sentirte querida por nadie.
Dejas de necesitar hacer juicios a los demás porque entiendes que cada uno debe encontrar su manera de vivir por si mismo y puede equivocarse tantas veces como necesite al igual que te sucede a ti, porque solamente pasando por esto aprendemos y cerramos ciclos para pasar a los siguientes.
Terminas aceptando que no tienes que ser perfecta para gustarte y gustar a los demás y eso te permite relajarte y equivocarte tantas veces como necesites pues la única persona con la que en realidad competías no era otra más que tu misma.
Admites que todo lo que ha sucedido en tu vida te ha llevado a ser quien eres en este momento y abrazas con amor todas esas vivencias que te han hecho crecer y amarte como te amas ahora.
Te perdonas por todas las veces que te fallaste a ti al no permitirte ser tu misma e intentar agradar a los demás con la esperanza de que te amaran.
Y empiezas a sentirte por fin en paz…