He observado que cuando te rindes a querer cambiar lo que la vida te brinda sucede algo maravilloso:
¡Te relajas y comienzas a disfrutar de estar viv@!
Antes hasta el cuerpo me dolía reflejando la tensión que me suponía el estar permanentemente en guardia, para protegerme de lo peligroso que percibía que había detrás de cada nueva situación que se me presentaba o de cualquier persona importante que se cruzara en mi camino y que hacía que mi zona de confort se tambalease.
Es increíble la cantidad de energía que gastas oponiéndote a aceptar que lo que la vida te propone siempre es lo mejor para ti.
Nosotros, al igual que un bebé, desconocemos que es lo que mejor nos conviene y la vida, al igual que los mejores padres y madres, intenta que nos hagamos el menor daño posible, que disfrutemos al máximo de nuestras experiencias y que demos lo mejor de nosotros mismos.
Nos cuesta admitir que no tenemos razón y que nos equivocamos.
Nos pasamos la vida intentando convencer a los demás de que nuestros pensamientos y formas de ver la vida son los únicos que son reales y válidos.
La realidad que percibimos creemos que es la misma que perciben todos los demás y nos frustramos cuando no nos reconocen nuestras ideas y critican nuestra manera de actuar.
Ignoramos que la realidad que cada uno percibimos es nuestra propia realidad y que no tiene nada que ver con la de los demás pues esta basada en nuestras propias interpretaciones sobre lo que nos está pasando y nuestras propias creencias y experiencias.
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Admitir que no podemos controlar nada ni a nadie, al contrario de lo que pensamos cuando vivimos desde el miedo, nos relaja y nos aleja del sufrimiento.
Lo deberíamos de aprender cuando somos niños pero parece que eso le sucede a muy pocos y la mayoría lo aprendemos después de pasar por bastantes experiencias dolorosas.
Otros ni tan siquiera llegan a ser consientes de ello y a pesar de las múltiples desastrosas experiencias llegan al final de sus vidas igual que cuando las empezaron creyendo que ellos no podían hacer nada para evitar su sufrimiento.
Cada uno de nosotros tenemos creencias diferentes sobre que es la vida y que es lo que estamos haciendo por aquí.
Yo creo que estoy aquí experimentando que es sentirme viva siendo Rosa María de la Plaza y colaborando con todos para dejar un mundo mejor que el que me encontré.
He pasado por muchísimas experiencias, como la inmensa mayoría de nosotros.
En ese sentido estoy cumpliendo el objetivo con el que llegué a esta vida.
Cuantas más experiencias vivimos más lecciones aprendemos y más sabios nos volvemos.
A mi la vida me ha enseñado muchas cosas.
Una de las más importantes es que la vida es sencilla y que solo tengo que permitirla expresarse a través de mi.
Que si no se lo permito y me resisto me complico la vida y sufro.
Y que cuando me rindo a lo que me brinda y lo vivo, entonces y solo entonces disfruto de estar viva y soy feliz.
¿Y tú que opinas?
Déjame un comentario. Me interesa conocer tu opinión.
¿Sabías que nuestros pensamientos son nuestros peores enemigos?
La mayoría de nosotros desconocemos lo que es el amor