Cuando se presenta algo nuevo en muestra vida la mayoría de nosotros lo recibimos con reservas.
Esperamos que no cambie nuestra vida y que sigamos transitando por ese terreno por nosotros conocido, aunque en ocasiones nos resulte doloroso.
Al fin y al cabo ya nos contaron que, como dice el refrán, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Es por eso que permanecemos en situaciones que nos están amargando la vida sin hacer nada más que intentar llevarlo lo mejor posible como si de una condena se tratara.
La vida es algo real y no algo alegórico como muchos piensan.
Tiene un principio y un final que muchos se niegan a aceptar como una realidad y prefieren ver como algo lejano y que le pasa a los demás.
Pero además la vida no trascurre así sin más.
La vida nos ama.
Por eso nos proporciona todo lo que necesitamos para que estemos en paz y nos desarrollemos plenamente y saquemos lo mejor de nosotros mismos.
Y nosotros, que desconocemos esto, pues nunca nos lo hicieron saber, cuando la vida nos proporciona la oportunidad de conseguirlo no solamente no lo valoramos sino que no lo aceptamos y ponemos barreras para que esto que interpretamos como peligroso nos afecte lo menos posible.
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El vacío y la infidelidad
Luego, eso sí, cuando al hacer esto nos complicamos nosotros mismos la existencia le echamos la culpa de todos nuestros males, empeorando aún más la situación.
Esto nos lleva a que cada vez le hagamos más difícil a la vida mostrarnos el camino y que podamos concluir así las situaciones que nos hacen manifestar en nuestra vida tanta infelicidad.
Es por este motivo que algunas personas despierten de esa ilusión que ellas mismas por su propio miedo se crearon al tener una experiencia altamente impactante.
Un accidente con graves consecuencias, la pérdida de un ser querido, una grave enfermedad, o alguna otra experiencia de este tipo se convierten en grandes opotunidades que les abren la puerta de la consciencia.
En ese momento descubren la estupidez que estaban haciéndose a si mismos al no permitirle a la vida actuar y aceptar todo lo que les presentaba para que pudieran ver los absurdos problemas que se crearon ellos mismos al dar importancia a cosas que no la tienen y al relegar otras muchas que si.
Es entonces cuando descubren que nunca se permitieron ser.
Que pusieron a los demás siempre por delante con la ilusión de que les hicieran sentirse amados.
Que no disfrutaron nunca realmente de todo lo que tan duramente les costó conseguir para lograr la tan ansiada felicidad.
Que nunca consiguieron llenar ese enorme vacío que sintieron desde muy temprano.
Y llegan a la conclusión de que la vida siempre les puso delante oportunidades para que se diesen cuenta de que ese vacío solo lo podían llenar amándote a si mismos.
Y empiezan a llenarlo permitiéndose lo nunca se permitieron:
aceptar la vida como viene y sobre todo… SER
¿Y tu que piensas?
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¿Sabías que en tu vida hay mucha más abundancia de la que piensas?
¿Quieres saber como dejar de sufrir?