Si lo que pensamos sobre lo que nos está sucediendo es producto de las interpretaciones que hacemos de las situaciones que vivimos, hemos de reconocer que la percepción que tenemos sobre en qué consiste la vida es producto de algo inconsistente y totalmente subjetivo.
Por ese mismo motivo deberíamos de entender que el sentido de la vida no tiene el mismo significado para ninguno de nosotros, porque las interpretaciones que crean nuestros pensamientos están basadas en nuestras experiencias y nadie, absolutamente nadie tiene exactamente las mismas.
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La combinación de las distintas experiencias e interpretaciones de las personas que nos anteceden en este mundo, serán muy influyentes y nos proporcionarán las que tendremos nosotros más adelante cuando, tras la niñez, nuestro ego haga que nos sintamos como seres independientes y separados de los demás.
Este es el motivo por el que cada uno de nosotros es un ser único y especial.
Podremos tener experiencias parecidas pero nunca idénticas y por lo tanto cada uno tendremos nuestra propia percepción de la realidad.
Si profundizamos aún más nos daremos cuenta de que la realidad no existe como nosotros la entendemos.
Cada uno de nosotros considera que la realidad es la que nosotros percibimos y esa sensación nos hace sentir que estamos en posesión de la verdad.
Que la forma en que nosotros vemos la vida es la única manera de verla y esos pensamientos son los que nos hacen sufrir al no entender la manera de reaccionar de los demás.
Estos pensamientos son las interpretaciones que hace nuestro ego para proporcionarnos la seguridad que él cree que necesitamos para sobrevivir.
En las sociedades más avanzadas, el ego cree que debe de protegernos de esta manera.
No sucede lo mismo en las tribus que actualmente aún mantienen una forma de vida mucho más parecida a la que teníamos todos al principio de nuestra existencia.
En estas sociedades el ego mantiene su verdadera función: protegernos de posibles riesgos que puedan hacernos arriesgar o perder la vida.
En las sociedades más avanzadas, el ego considera como posibles enemigos a todas las otras personas. Cualquiera que piense de distinta manera a nosotros es potencialmente nuestro enemigo.
Eso nos hace sentirnos cercanos de quienes tienen pensamientos parecidos a nosotros y totalmente separados de quienes tienen pensamientos diferentes.
Nos aferramos a la idea de que la única realidad que existe es la que percibimos nosotros y nos rodeamos de personas que nos hacen reforzar este pensamiento para sentirnos seguros de tener razón.
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Somos los creadores de nuestra vida
El único problema es que, como vimos al principio, ninguno de nosotros tiene exactamente las mismas experiencias ni por lo tanto los mismos pensamientos, ni la misma percepción de la realidad y existen muchas diferencias y matices en la percepción de las distintas realidades que cada uno de nosotros percibimos.
De ahí que constantemente tengamos desengaños al sentir que alguien que considerábamos afín a nosotros de pronto nos muestre su disconformidad con alguno de nuestros pensamientos y nuestro ego nos haga percibirlo como un posible enemigo.
Cuando esto sucede nuestra seguridad se tambalea y nos percibimos como seres aislados, incomprendidos y vulnerables.
Esta es la causa de nuestro sufrimiento.
Cuando aceptemos que nuestras interpretaciones sobre las cosas que nos suceden son la causa de los pensamientos que nos hacen sufrir, será el momento en el que reconozcamos que la manera de ver nuestra vida tiene que estar basada en el amor y no en el miedo como nos hace creer nuestro ego.
Pero para vivir desde el amor hay que seguir nuestra intuición y no tanto a nuestra razón y admitir que debemos de dejar de prestar atención a nuestro ego y seguir las guías de la confianza y la inocencia, y no el escepticismo y las experiencias del pasado.
No estamos solos. Somos parte de algo mucho más grande que nosotros, y todos tenemos una función.
Descubrir lo que realmente somos forma parte de ello y para descubrirnos debemos ser conscientes de que la realidad que percibimos cada uno de nosotros no es real.
Para conseguirlo debemos poner en cuarentena nuestras percepciones y en lugar de cerrarnos y oponer resistencia a lo que el universo quiere mostrarnos con la situación que nos presente, preguntarnos qué es lo que tenemos que aprender de ella.
Y tú, ¿qué piensas? ¿Eras consciente de todo esto?
Hazme algún comentario con lo que opines. Me interesa saber tu opinión.
¿Te atreves a romper los esquemas que te han inculcado y a ser tu mismo?