¿Quieres acabar con el sufrimiento?
El inicio de un nuevo ciclo en nuestra vida suele causarnos inquietud e incluso en algunos casos, puede llegar a causar ansiedad.
El miedo a lo desconocido puede causarnos el que nos quedemos paralizados y no hagamos absolutamente nada a pesar de que no estemos a gusto con nuestra vida.
Este es el motivo de que algunas personas se conformen con vivir existencias en las que el sufrimiento es el absoluto protagonista y no se arriesguen a vivir lo que su corazón les lleva reclamando durante mucho tiempo.
El hacer esto además, nos lleva en un plazo más largo a sufrir enfermedades, ya que al no prestar atención al plano emocional y solo prestárselo al físico, nuestro cuerpo materializa ese sufrimiento en este plano en el que centramos nuestra atención.
Solo abandonando la necesidad de querer controlarlo todo que nos hemos creado, a causa de nuestro miedo a aceptar que no podemos controlar absolutamente nada, podremos aceptarnos como lo que realmente somos.
El prestar solo atención a nuestro plano material, nos hace estar en incoherencia al no atender a nuestros otros planos y nos lleva directamente al sufrimiento.
Podemos decidir si seguimos viviendo desde el miedo o nos arriesgamos y vivimos desde el amor.
Por supuesto que nadie cambia de la noche a la mañana y mucho menos en esto que durante tantos años nuestro ego nos lleva intentando engañar para evitar que demos ese salto al vacío.
Ese gran salto que nos pide plena confianza en que todo lo que aparezca en nuestra vida es lo que necesitamos en ese momento en el que aparece para que nos conozcamos, nos aceptemos, nos amemos y seamos felices y contribuyamos en la felicidad de los demás.
Si has llegado a leer este artículo o a ver el vídeo, estás en el camino de descubrir todo lo que te estoy diciendo.
Enhorabuena y adelante.
Conseguirás todo lo que tú te propongas.
¿Y tú que piensas?
Déjame tu comentario. Me interesa conocer tu opinión.
Cuando nuestra inseguridad nos hace depender de lo que opinan los demás, sentimos la necesidad de agradar a todo el mundo y para ello tenemos que sacrificamos a nosotros mismos.
En el intento de que los otros nos aprueben, tendemos a actuar de la forma que creemos que los demás consideran más adecuada.
Esto se hace muy evidente en las relaciones de pareja.
Cuando estamos conociendo a otra persona, intentamos hacer todo esto y además ocultar todo aquello de nosotros que no nos gusta mostrar.
Para lograr eso tenemos que estar continuamente actuando.
Esto es algo agotador y además parece como si nunca consiguiéramos sentirnos bien y pudiéramos relajarnos.
Estas situaciones nos producen ansiedad y a lo único que nos llevan es a sufrir de una manera absurda.
Lo que reflejamos en la otra persona es alguien que en realidad no somos y precisamente en eso basará su decisión de si le agradamos o no.
Nos sacrificamos en el intento de agradar y que nos acepten y sin darnos cuenta sufrimos, por si llega lo que tanto tememos que suceda… que el otro nos deje y que nos cause un enorme dolor.
Tenemos que aceptar que nunca lograremos complacer a otra persona por el simple hecho de que nunca podremos saber lo que piensa y siente.
Si nos paramos a pensar en ello reconoceríamos que la única oportunidad de que la otra persona pueda querer estar con nosotros es mostrándonos como realmente somos.
Tendríamos que reconocer también todo lo que nos estamos perdiendo al estarnos reprimiendo constantemente.
Cuando te haces consciente de todo esto, de pronto comprendes que si hubieras dicho lo que sentías, si hubieses acariciado como deseabas, si hubieses mirado como querías, si no hubieses tenido miedo a que te hirieran… entonces y solo entonces hubieses sido sincera contigo y con la otra persona y tal vez las cosas hubieran sido diferentes.
En ese momento tomas conciencia de que lo que viviste no era real porque pensabas que amabas a esa persona y ni siquiera te amabas a ti al no permitirte ser tú.
Y llega la hora de decidir qué quieres hacer. ¿Vivir desde el amor o continuar viviendo desde el miedo?
Vivir desde el amor supone no controlar, dejar que suceda, vivir el momento, sentir, dejarnos llevar, no pensar en lo que pueda suceder, confiar en que lo que tenga que pasar siempre será lo mejor para nosotros, aunque haya cosas que no entendamos.
Cuando has vivido desde el miedo resulta difícil aceptar que se pueda vivir desde el amor pero, ¿acaso hasta ahora has sido feliz?
Tal vez pienses que lo eres porque has logrado una cierta “seguridad” y al no ser consciente de lo que has sacrificado de ti pienses que has conseguido “no sufrir”.
Si estos motivos no te son suficientes has de saber que viviendo desde el miedo nunca lograrás sentirte pleno y satisfecho con tu vida.
Puedes llenarla con trabajo, actividades, relaciones insulsas o cualquier otra cosa material.
Estas cosas solo conseguirán distraerte ocasionalmente pero tú seguirás sintiendo un vacío que nunca conseguirás llenar.
¿Tu qué piensas?
Dime tu opinión en un comentario. Me interesa.
En estos días he vivido un cambio en una relación con una amiga a la que quiero mucho.
Escuchamos últimamente hablar del apego y lo relacionamos casi siempre con las relaciones de pareja.
Pero tenemos apego no solamente a las relaciones de pareja, sino a otro tipo de relaciones como las de amistad o familiares y también a cosas materiales y a situaciones.
Realmente tenemos apego a muchas cosas pero o bien no caemos en la cuenta hasta que las perdemos o pensamos que es normal que lo tengamos.
¿Quién no está apegado a la persona que ama o a su mejor amigo? ¿Quién no está apegado al trabajo que le proporciona seguridad y dinero aunque no le guste? ¿O quién no está apegado a su casa o a su coche?
Ninguno de nosotros queremos perder ninguna de las cosas que poseemos o que creemos que son nuestras o a las que nos hemos acostumbrado a que estén siempre ahí para cuando nosotros las necesitemos.
Esto que nos sucede es normal.
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El único problema que podemos tener es olvidarnos de que en esta vida nada es eterno y que llegará un momento en que muchas de las personas, las situaciones y las cosas que están en nuestras vidas van a dejar de estar en ella, por muy diversas circunstancias.
Si pensamos que las cosas no tienen por que cambiar y que siempre van a estar, ese pensamiento será el motivo de nuestro sufrimiento, pues la vida es un continuo cambio y nada, absolutamente nada, se queda igual que cuando empezó.
Hay sufrimiento cuando unos padres no aceptan que sus hijos son mayores e independientes y pretenden alargar la misma relación que han tenido desde que nacieron sus hijos.
También lo hay cuando una persona no acepta que la persona que antes le amaba decida marcharse e intenta por cualquier medio que no se vaya y que la relación continúe siendo igual que antes.
Hay sufrimiento cuando los hijos no aceptan la vejez de sus padres y su dependencia.
Cuando no aceptamos la muerte de un ser querido.
Cuando no admitimos que los amigos pasan por nuestra vida y puede que se marchen más adelante o que sigan cerca pero que ya no estén con la misma intensidad que antes.
Cuando no aceptamos los cambios de nuestro cuerpo.
Cuando no aceptamos un cambio en el trabajo o un despido.
Hay sufrimiento cuando no aceptamos cualquier cambio, sea el que sea que se nos presente.
En mi caso, mi mejor amiga me recordó algo que yo sabía pero que, cuando llega el momento, emocionalmente cuesta aceptar.
Me recordó que voy a tener que vivir muchos cambios en mi vida.
Que unos me agradarán y otros no.
Que no voy a poder hacer nada para poder evitarlos y vendrán aunque yo no quiera.
Pero que lo que si puedo hacer es decidir cual será mi actitud antes esos cambios.
Puedo decidir no aceptarlos e intentar aferrarme a que todo siga como a mi me gusta y entonces sufriré y yo misma seré la causa de mi sufrimiento.
O puedo elegir aceptarlos con el pensamiento de que aunque no me gusten, vienen a aportarme algo necesario para que yo evolucione y crezca.
Como he vivido las dos situaciones, me quedo con la segunda opción.
Por experiencia se que los cambios esconden grandes oportunidades para mi, aunque para poder verlas tengo que afrontarlos, aceptarlos y ver que es lo que me vienen a enseñar sobre mi misma.
Le agradezco a mi amiga lo que me ha recordado y la oportunidad que me ha dado de conocerme aún más a mi misma y de aceptarme y amarme más.
También le agradezco que me haya dado la oportunidad de respetarla y aceptar que es libre para decidir lo que quiere para su vida y de comprobar que el sentimiento de cariño que tengo por ella no ha cambiado en nada al que tenía antes de que nuestra relación cambiase.
Todas las personas que aparecen en nuestras vidas lo hacen con varios motivos pero el principal es enseñarnos algo sobre nosotros mismos.
Todos somos maestros y alumnos unos de otros.
Los mejores maestros son aquellos por los que tenemos los sentimientos más fuertes.
También serán los que nos enseñen las cosas más importantes pues nos impactará más cuando lo hagan y removerán cosas que hemos estado durante muchos años de muy diversas formas evitando ver pues nos causan sufrimiento.
A cambio serán las personas que más tiempo estarán en nuestro corazón y por lo tanto de alguna manera en nuestras vidas a pesar de a algunas, por diferentes motivos, ya no las veamos.
Es conveniente que sepamos que no debemos apegarnos a nada ni a nadie porque estarán en nuestras vidas mientras tengan que estar.
Y que el que no lo estén no tenemos que personalizarlo, porque tiene que ver con ellos mismos y con que ya se ha acabado su misión para con nosotros y deben proseguir su camino al igual que nosotros el nuestro.
El no aceptar lo que nos brinda la vida nos hace sufrir.
Aceptar lo que la vida nos trae tiene que ver también con que cuando lo que nos brinda es el que alguien o algo se aleja de nosotros, debemos dejarlo ir.
¿Y tú como afrontas los cambios?
Déjame tu comentario. Me interesa tu opinión.
Estando sentada en una terraza en pleno centro de Madrid, escuche esta conversación. En la mesa de al lado estaba una pareja. El hombre fue a pagar al camarero y éste le dijo:
Poco después el camarero apareció con las vueltas y la pareja le debió de preguntar por una herida que tenía en el brazo. La llevaba tapada con un apósito. Yo solo escuché su contestación.
Lo que le dijeron a continuación no lo pude escuchar pero después de despedirse mientras se alejaba le escuché.
Esto me hizo pensar que la mujer del camarero cuando cerró la puerta y vio que no llevaba las llaves probablemente no le recriminó que él no las llevase.
Yo, confieso que tiempo atrás si lo hubiese hecho. Le hubiese recriminado el que nunca llevase las llaves y además hubiera pensado que tenía razón al hacerlo.
Hoy sé que en realidad lo que estaría haciendo sería recriminarme a mí misma por haber olvidado coger las llaves sabiendo que él no las llevaría.
En otras palabras, me estaría culpando por no ser perfecta.
Sé que absolutamente todo lo que saliese por mi boca al recriminarle me lo estaría diciendo a mí misma y no me daría cuenta de lo mal que me trataría al no permitirme equivocarme.
Saber que el otro siempre es un reflejo de nosotros es primordial para conocerse uno mismo.
Conocer que las situaciones que vivimos también nos reflejan cosas que tenemos que resolver también lo es.
Nada, absolutamente nada es ajeno a nosotros. Todo tiene que ver con nosotros mismos. Ignorar esto nos hace sufrir.
El ser conscientes de ello nos hace ver la vida de una manera totalmente distinta pues nos da la posibilidad de intervenir en muchas de las cosas que consideramos que proceden de otros o del exterior y que podemos incluso llegar a percibir como un ataque hacia nosotros.
Siempre hacemos las cosas por nosotros mismos. Cuando en ocasiones alguien nos dice que lo que hemos hecho le ha causado un daño nos sorprendemos porque en ningún momento hemos actuado de esa manera por mala fe o con la intención de perjudicar a nadie. Simplemente hacemos lo que creemos que debemos hacer en función de lo que nosotros pensamos y sentimos.
El tener una baja autoestima nos hace pensar que el otro es un enemigo hasta que nos demuestre lo contrario. Esto nos hace estar permanentemente en guardia para protegernos y nos genera ansiedad, pues nos hace percibir la vida como una continua lucha contra todo y contra todos.
Esto es una razón suficiente para que dediquemos atención a conocernos a nosotros mismos para saber porque actuamos como lo hacemos.
Pero por si no es suficiente ahí va otra poderosa razón: Además de causarnos sufrimiento a nosotros mismos les causamos sufrimiento a los demás y entre los demás no olvidemos, que se encuentran las personas que más amamos.
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Descubrir cosas de nosotros que no nos gustan y que precisamente por eso nos esforzamos en esconder para que nadie vea, puede llevarnos en algunos casos bastantes años.
Y digo descubrir porque en realidad, suelen ser cosas que nosotros ignoramos conscientemente que sean nuestras y que nos causarían dolor aceptar.
Puede que parezca absurdo lo que voy a decir, pero una de las cosas que más nos cuesta reconocer, es lo que somos capaces de sufrir para no sentir que sufrimos.
Parece algo incongruente a simple vista pero no es así.
Todo empieza cuando somos niños, cuando por diversas razones sentimos que sufrimos un dolor emocional, y ese dolor sobrepasa lo que nuestra razón puede entender con los conocimientos que se tienen a tan corta edad, tendemos a reprimir esa emoción y a base de repetir esto durante toda nuestra vida, nos convertimos en unos maestros en negarnos a nosotros mismos nuestras emociones.
Lo hacemos tan bien, que hasta llegamos a ignorar que lo estamos haciendo.
Este es el motivo de que tengamos que descubrir algo que nosotros mismos creamos de forma tan automática que nos permite desconocer que lo estamos haciendo.
De esta manera conseguimos una manera segura de no sufrir cuando creemos que alguien intenta hacernos daño.
Por ejemplo, si un amigo hace un comentario sobre sobre algo que no nos gusta, utilizamos nuestro escudo reprimiendo la emoción que nos causaría el dolor de reconocer esa misma emoción.
Es decir si nos causa enojo lo reprimimos y hacemos como si no nos importara el comentario. Para ello recurriremos a distintas técnicas: haremos como si no lo hubiéramos oído, cambiaremos de conversación, gastaremos una broma que nos haga salir de esa situación incómoda, etc.
Tan efectivo es el sistema que nos permitimos utilizarlo como escudo protector, no solamente ante una situación en la que creemos que podemos sufrir, sino de manera general ante cualquier contexto que nos pueda poner en riesgo de que alguien o algo nos cause un posible sufrimiento.
Por ejemplo, si pensamos que el amor nos causa sufrimiento nos cerraremos a sentir esa emoción para evitar ponernos en peligro ante cualquier persona que conozcamos que nos pueda llegar a causar ese sentimiento.
Como en el caso anterior, al no hacerlo conscientemente, pondremos cualquier excusa para lograrlo y esa excusa será completamente racional: no es la persona adecuada, estoy muy bien solo, ahora no es el momento, tengo mucho trabajo y no tengo tiempo, etc.
Realmente son excusas que nos proporcionarán la coartada perfecta para lograr lo que verdaderamente nos importa: no ponernos en una situación que nos pueda causar dolor emocional.
Y así pasamos años y años, sin darnos cuenta de que lo que estamos haciendo para no sufrir, nos causa más sufrimiento que si nos relajáramos y dejásemos fluir las cosas de forma natural.
Estar protegiéndonos constantemente es el resultado de percibir la vida como peligrosa y ver a los demás como posibles enemigos.
El estar constantemente en guardia nos hace sufrir aunque no lo sepamos, porque nos priva del placer de ver la vida como realmente es: maravillosa.
Nos hace volvernos insensibles y no poder apreciar los diferentes colores y matices que tiene el cuadro que vamos pintando con nuestra propia vida.
Nos hace no darnos cuenta y que no agradezcamos todas las personas y cosas que tenemos y que centremos nuestra atención en las que nos faltan.
En otras palabras, nos negamos a nosotros mismos disfrutar del privilegio de estar vivos y de conocer lo que es amar y ser amados.
Y tu, ¿qué piensas?
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Si lo que pensamos sobre lo que nos está sucediendo es producto de las interpretaciones que hacemos de las situaciones que vivimos, hemos de reconocer que la percepción que tenemos sobre en qué consiste la vida es producto de algo inconsistente y totalmente subjetivo.
Por ese mismo motivo deberíamos de entender que el sentido de la vida no tiene el mismo significado para ninguno de nosotros, porque las interpretaciones que crean nuestros pensamientos están basadas en nuestras experiencias y nadie, absolutamente nadie tiene exactamente las mismas.
La combinación de las distintas experiencias e interpretaciones de las personas que nos anteceden en este mundo, serán muy influyentes y nos proporcionarán las que tendremos nosotros más adelante cuando, tras la niñez, nuestro ego haga que nos sintamos como seres independientes y separados de los demás.
Este es el motivo por el que cada uno de nosotros es un ser único y especial.
Podremos tener experiencias parecidas pero nunca idénticas y por lo tanto cada uno tendremos nuestra propia percepción de la realidad.
Si profundizamos aún más nos daremos cuenta de que la realidad no existe como nosotros la entendemos.
Cada uno de nosotros considera que la realidad es la que nosotros percibimos y esa sensación nos hace sentir que estamos en posesión de la verdad.
Que la forma en que nosotros vemos la vida es la única manera de verla y esos pensamientos son los que nos hacen sufrir al no entender la manera de reaccionar de los demás.
Estos pensamientos son las interpretaciones que hace nuestro ego para proporcionarnos la seguridad que él cree que necesitamos para sobrevivir.
En las sociedades más avanzadas, el ego cree que debe de protegernos de esta manera.
No sucede lo mismo en las tribus que actualmente aún mantienen una forma de vida mucho más parecida a la que teníamos todos al principio de nuestra existencia.
En estas sociedades el ego mantiene su verdadera función: protegernos de posibles riesgos que puedan hacernos arriesgar o perder la vida.
En las sociedades más avanzadas, el ego considera como posibles enemigos a todas las otras personas. Cualquiera que piense de distinta manera a nosotros es potencialmente nuestro enemigo.
Eso nos hace sentirnos cercanos de quienes tienen pensamientos parecidos a nosotros y totalmente separados de quienes tienen pensamientos diferentes.
Nos aferramos a la idea de que la única realidad que existe es la que percibimos nosotros y nos rodeamos de personas que nos hacen reforzar este pensamiento para sentirnos seguros de tener razón.
El único problema es que, como vimos al principio, ninguno de nosotros tiene exactamente las mismas experiencias ni por lo tanto los mismos pensamientos, ni la misma percepción de la realidad y existen muchas diferencias y matices en la percepción de las distintas realidades que cada uno de nosotros percibimos.
De ahí que constantemente tengamos desengaños al sentir que alguien que considerábamos afín a nosotros de pronto nos muestre su disconformidad con alguno de nuestros pensamientos y nuestro ego nos haga percibirlo como un posible enemigo.
Cuando esto sucede nuestra seguridad se tambalea y nos percibimos como seres aislados, incomprendidos y vulnerables.
Esta es la causa de nuestro sufrimiento.
Cuando aceptemos que nuestras interpretaciones sobre las cosas que nos suceden son la causa de los pensamientos que nos hacen sufrir, será el momento en el que reconozcamos que la manera de ver nuestra vida tiene que estar basada en el amor y no en el miedo como nos hace creer nuestro ego.
Pero para vivir desde el amor hay que seguir nuestra intuición y no tanto a nuestra razón y admitir que debemos de dejar de prestar atención a nuestro ego y seguir las guías de la confianza y la inocencia, y no el escepticismo y las experiencias del pasado.
No estamos solos. Somos parte de algo mucho más grande que nosotros, y todos tenemos una función.
Descubrir lo que realmente somos forma parte de ello y para descubrirnos debemos ser conscientes de que la realidad que percibimos cada uno de nosotros no es real.
Para conseguirlo debemos poner en cuarentena nuestras percepciones y en lugar de cerrarnos y oponer resistencia a lo que el universo quiere mostrarnos con la situación que nos presente, preguntarnos qué es lo que tenemos que aprender de ella.
Y tú, ¿qué piensas? ¿Eras consciente de todo esto?
Hazme algún comentario con lo que opines. Me interesa saber tu opinión.