Es triste ver como personas a las que tienes cariño se aferran a su razón a pesar de que cada día se encuentran más y más solos.
Sufren el dolor de no entender nada de lo que les sucede pues creen que todos nos ponemos en su contra cuando ellos piensan que son los únicos que tienen razón.
Cada uno de nosotros tenemos nuestros propios procesos de crecimiento y tenemos que superarlos por nosotros mismos.
No podemos hacer nada para cambiar sus pensamientos cuando tenemos alguien en estas situaciones cerca.
Nadie cambia su forma de pensar a no ser que se haga consciente de que son sus propios pensamientos los que le hacen sufrir con las interpretaciones que hace de lo que le sucede.
Y uno no se hace consciente a través de otra persona.
Uno se hace consciente de si mismo cuando se da por vencido y se rinde a aceptar que no puede conseguir que el mundo funcione como el quiere que lo haga.
Que no puede conseguir que las personas piensen como el piensa y sientan como el siente y por lo tanto actúen como él actúa.
Tiene que rendirse a dejar de querer tener razón y de convencer a los demás.
Tiene que vencer a su propio ego y admitir que solo no puede con tanta carga.
Tiene que bajar la guardia y buscar un sentido a todo lo que le está sucediendo.
Tiene que sacrificarse así mismo (sus ideas, sus creencias, etc.) para morir en cierta forma, metafóricamente hablando, para renacer de nuevo y volver a mirar y a replantearse todo de nuevo.
Nosotros no podemos intervenir en ese proceso ni podemos hacer nada para acelerarlo o evitarlo.
Ese proceso nace de lo más profundo de cada ser.
De nuestra propia necesidad de sentirnos en paz con nosotros mismos y con la vida.
Cuando alguien al que apreciamos se encuentra en esta situación lo único que podemos hacer es aceptar que está en su propio camino de crecimiento y ponerle límites para que no nos hiera.
Al poner límites con amor aceptamos a la otra persona, nos amamos a nosotros mismos y enseñamos a amar a los demás.
Tenemos que ser conscientes de que el sobreproteger a alguien o el seguirle la corriente no le evita el dolor y al hacerlo ponemos impedimentos para que acepte la realidad.
Al hacer esto además alargamos su sufrimiento y si tenemos un contacto muy directo también el nuestro.
¿Tu que piensas?
Déjame tu comentario. Me interesa conocer tu opinión.
¿Eres de los que piensas que en esta vida has venido a sufrir?
Maravillosa reflexión, duele pero hay que soltar, a personas que con sus actos te hieren y aun siendo tus propios hijos, dejarlos destruirse, porque como di e aquí cada quien tiene su proceso de sufrimiento o algún cambio positivo y ni no buscan ese cambio, es mejor no querer acelerar ese cambio, porque uno sale destruida en el intento
Nos hace un flaco favor el que nos sobreprotege creyendo que lo hace desde el amor cuando realmente lo está haciendo desde el miedo. El miedo a su propio sufrimiento. El miedo a aceptar que no podemos controlar absolutamente nada. El miedo a soltar como tu bien dices y a confiar en el otro y en su propio proceso. Eso lo único que hace es entorpecer la rendición de nuestro ego para aceptar lo que realmente somos y alarga nuestro sufrimiento y el sufrimiento de las personas que tenemos a nuestro alrededor. Las personas que verdaderamente nos aman nos pondrán límites porque amándose a si mismos nos estarán enseñando a amarnos a nosotros mismos y a los demás.