Cuando descubres que algo no es como pensabas que era sufres un gran desengaño.
Solo cuando te distancias emocionalmente de lo sucedido te das cuenta de que en realidad habían muchos pequeños detalles pasados por alto que te estaban enviando señales de que algo no estaba funcionando bien.
Es difícil reconocer esos mensajes cuando estamos ilusionados con alguna persona o con alguna situación que nos agrada.
Los obviamos directamente o los disculpamos con la esperanza de que no sean realmente lo que intuimos en lo más profundo de nuestro ser.
Pero cuando no hacemos caso a nuestra intuición, estamos cerrando la puerta a permitir expresarse a nuestro corazón.
Le damos toda nuestra prioridad a nuestra mente y ésta lo único que quiere es darnos la seguridad de que todo anda bien y nos autoengaña con bastante facilidad.
Te invito a que veas este post
Como sufrimos para no sentir que sufrimos
Centrarnos en lo que pensamos y acallar lo que sentimos nos lleva directamente al sufrimiento.
No somos coherentes cuando sentimos que algo va mal, pensamos que no es para tanto y actuamos como si no existiese esta incoherencia.
El querer disfrutar de algo que nos proporciona placer es normal pero deberíamos plantearnos si lo que nos llega va a hacernos realmente disfrutar o si nos va a llevar a sufrir.
Una relación sana con nosotros mismos nos lleva directamente a tener relaciones sanas con los demás.
Cuidar de nosotros mismos es nuestra responsabilidad y solo nos cuidaremos cuando alejemos de nosotros situaciones y personas que nos aporten inseguridad y malestar (aunque además nos aporten placer) y nos rodeemos de personas que nos aporten seguridad y busquen nuestro bienestar además del suyo propio.
¿Tu que opinas?
Déjame un comentario. Me interesa conocer tu opinión.