¿Quién no se ha ilusionado cuando ha conocido a alguien nuevo y le gusta? ¿O cuándo ha empezado en un trabajo nuevo? ¿O cuándo está preparando un viaje?
Cuando nos sucede algo nuevo por nuestra mente empiezan a pasar todo tipo de pensamientos. Entre otros nos preguntamos ¿qué pasará con esa situación y cómo nos afectará a nosotros?
Estas preguntas que nos hacemos son normales. Ante un cambio se nos van a presentar situaciones nuevas y nos intriga que nos va a suceder a partir de ese momento.
Pero hay otros pensamientos con los que tenemos que tener cuidado.
Conocer a alguien nuevo que nos gusta nos ilusiona, pero en ocasiones, ponemos cosas en el otro que no tiene.
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El apego y los cambios
Elucubramos sobre como creemos que es esa persona y empezamos a tener expectativas de como esperamos que sea esa persona y nuestra futura relación.
En muchas ocasiones esos pensamientos están demasiado idealizados con las ideas que tenemos sobre como son las cosas, en este caso sobre lo que es el amor y una relación de pareja.
Esta idealización, en la mayoría de los casos, está basada en una visión inmadura del amor.
En cualquier caso las expectativas siempre nos llevan a la frustración.
Cuanta más alta sea la expectativa más sufrimiento nos causará.
Cuando no tienes expectativas sobre lo que va a suceder te abres a la posibilidad de que lo que sea que suceda te sorprenda.
Sin embargo el tener expectativas, a mi modo de ver, tiene más que ver con querer controlar, con querer que las cosas salgan como nosotros queremos.
Y cuanto más nos empeñamos en que algo suceda como nosotros queremos, más probabilidades tendremos de sufrir.
Tenemos miedo a dejar que la vida nos sorprenda y la única manera de ser felices y dejar de sufrir es confiar en que todo lo que se nos presente será lo adecuado para nosotros en ese momento, aunque a nosotros nos parezca todo lo contrario.
Soltar el control, al contrario de lo que pensamos, nos brinda la posibilidad de disfrutar de la vida y por lo tanto de estar vivos.
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