Disfrutar de la vida es nuestra misión

Disfrutar de todo lo que nos ofrece la vida debería de ser la principal razón de nuestra existencia.

La vida tiene un comienzo y un final. Final que a todos nos sorprende con su imprevista llegada.

Nuestra existencia es limitada pero esto, se nos olvida.

Vivimos con la sensación de que esto no se acabará nunca y de que tendremos tiempo para todo.

Esta irreal percepción pienso que se debe al miedo a afrontar ese momento final, cuando dejemos de existir… cuando todo se acabe.

Este miedo, que a muchos les pone una venda en los ojos, sin embargo es el que debería de ponernos las pilas para que seamos conscientes de la realidad.

Estamos vivos ahora, en este momento presente y para apreciar lo maravillosa que es la vida, lo primero que tendríamos que percibir es el milagro de que esto sea así.

De apreciar cada momento, de valorar todo lo que tenemos, de agradecer todo lo que hay en nuestra vida, sea lo que sea, pero sobre todo, agradecer el poder ser conscientes de que estar vivos significa simplemente vivir.

De aceptar que la vida no podemos controlarla y que nos puede sorprender en cualquier momento con cualquier cosa y que la actitud ante todo lo que nos presente es lo único que nosotros podemos elegir.

De ser conscientes de que lo único que existe es el presente.

 

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Acepta los regalos que te hace la vida

 

Que la percepción del tiempo no es real.

No existe el pasado ni existe el futuro, vivimos en un continuo presente.

Este instante nunca volverá a repetirse y nunca podremos cambiar lo que ya hemos vivido en él.

Quedarnos encadenados al pasado no cambia nada de lo que en esos instantes presentes sucedió y lo único que nos aporta es sufrimiento además de que nos impide vivir el único instante que es real y que es este, el que vivimos en este mismo momento.

Aferrarnos a situaciones que no nos aportan felicidad por el motivo que sea, nos impide ser coherentes con lo que sentimos y nos hace sufrir, aunque nuestra mente justifique continuamente el que no actuemos y continuemos poniendo parches que nos hagan seguir viviendo en la ilusión de que es mejor no pasar por esa situación que nos causa miedo y que más adelante las cosas cambiarán para mejor.

El único impedimento para ser felices somos nosotros mismos. Son nuestros pensamientos sobre cómo son las cosas, sobre cómo han sido y cómo deberían de ser.

Somos los únicos responsables de nuestra vida. No podemos cargar con esa responsabilidad a nadie.

Sería injusto para otra persona el que lo hiciéramos y demostraríamos muy poco amor hacia ella de hacerlo así además de muy poco amor por nosotros mismos.

La vida es simple si la observamos desde la perspectiva de que lo único que tenemos que hacer es aceptarla como viene, disfrutarla y cuando algo nos cause sufrimiento alejarlo de nosotros sin sentirnos culpables por amarnos y cuidar de nosotros mismos.

 

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¿Sabías que la mayor causa de nuestro sufrimiento somos nosotros mismos?

El control y las expectativas

 


Aléjate de todo lo que te haga sufrir

 

Pienso que todo el mundo se merece no solo una segunda oportunidad sino todas las que sean necesarias para su evolución.

Al fin y al cabo no hay mayor sufrimiento, desde mi punto de vista, que el no ser consciente de que uno es el creador de su propia vida y estar echando la culpa de todo lo que a uno le sucede a otras personas o a las situaciones vividas.

Las personas que no se responsabilizan de las decisiones que toman o los actos que realizan, sufren las consecuencias de ellos como todos los demás pero, al no reconocer su responsabilidad, también se pierden la posibilidad de poder cambiarlos y por lo tanto evolucionar y ser conscientes de que cada uno es el que tiene que proporcionarse todo lo que necesite y no esperar a que se lo den.

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Un nuevo comienzo es posible

 

Pero el que todos tengamos el derecho a todas las oportunidades que necesitemos para lograrlo, no significa que los otros tengan que estar sufriendo por nuestra propia inmadurez o falta de consciencia por lo que estamos haciéndonos a nosotros mismos y a los demás.

Es necesario apartar de nuestra vida a las personas que nos hacen sentir mal o sufrir.

Nuestra propia evolución  nos lleva a aprender que para cuidar de nosotros mismos tenemos que poner límites a las personas que no sepan respetarnos, valorarnos y nos hagan sentir mal.

Para amar a otras personas tenemos que amarnos a nosotros mismos primero.

Alejarnos de la personas que nos hacen sufrir es la única manera de hacernos sentir bien a nosotros mismos y de ayudar a que el otro tome conciencia de que, al igual que hacemos nosotros, es su propia responsabilidad el ser feliz.

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Este vídeo es el primero de una serie que te ensañará como dejar de sufrir

 


Ningún encuentro es casual

 

Al conocer a alguien nuevo siempre se abre una puerta en la que se pueden dar múltiples posibilidades.

En algunos casos la relación será muy placentera, en otros podría llegar a ser todo lo contrario y en la mayoría de los casos fluctuará entre estos dos polos opuestos.

En algunas ocasiones esa persona llegará a tener un lugar especial en nuestra vida y en otras no llegará a tener una relación significativa en ella, pero aunque su paso por nuestro camino sea breve siempre nos aportará algo que necesitábamos en ese momento aunque en ocasiones, apenas seamos conscientes de en que nos ha influido porque nuestra relación haya sido efímera.

Todas las personas que se cruzan en nuestro camino nos producen emociones que varían en intensidad en función de como sea la importancia que le demos a esas personas en nuestras vidas.

Un empujón de alguien desconocido nos producirá una emoción mucho más leve que una discusión con nuestra pareja por ejemplo, pero en cualquier caso siempre nos producirá una emoción.

Es evidente que lo que nos aporten uno y otro, puede que sea lo mismo pero la intensidad con la que nos lo van a mostrar será muy diferente y por ende nuestra percepción de las lecciones que nos vengan a enseñar también será muy distinta.

Ser capaces de desapegarnos de las emociones que nos producen las personas y las situaciones por las que pasamos nos brinda la posibilidad de tener una visión más amplia de lo que está sucediendo en realidad y de lo que nos vienen a aportar.

Cuando hablo de desapego no quiero decir que no debamos emocionarnos y sentir sino todo lo contrario.

Me refiero a que el hacernos conscientes de nuestras emociones y preguntarnos el por qué nos sentimos así ante lo que nos está sucediendo con esa persona o con esa situación nos lleva a conocernos en profundidad, a aceptarnos como lo que somos, seres humanos y almas en evolución, a poder transformar todo aquello que no nos gusta de nosotros mismos y de las situaciones que vivimos, a perdonarnos y en definitiva a amarnos y a poder amar a los demás.

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¿Sabías que nuestras parejas son nuestros mejores maestros?

 

LA LEY DE ATRACCIÓN Y EL AMOR

 

 

 


Deja de sentirte culpable

 

En ocasiones, nos sentimos culpables por haber hecho alguna cosa que haya podido causarle algún malestar o dolor a alguien.

Este sentimiento puede que lo hayamos hecho consciente o que ni tan siquiera sepamos que sentimos una gran culpabilidad.

Todo esto tiene que ver con la percepción que tenemos con la creencia que nos pusieron desde niños de que hay cosas que podemos hacer y otras que no.

Éramos reconocidos y amados si hacíamos las cosas bien y éramos buenos.

Sin embargo teníamos que sentirnos culpables y ser castigados si las hacíamos mal y éramos malos.

Nos hicieron creer que existe el bien y el mal y que deberíamos tomar partido solamente por un lado.

En realidad el bien y el mal no existen.

Vivimos en un mundo donde la dualidad se percibe con la sensación de que hay que elegir o posicionarse en una situación o en otra.

Creemos que el vaso de agua esta medio vacío o medio lleno, cuando la realidad es que simplemente es un vaso con agua.

Conocemos a alguien y nos cae mejor o peor en función de si es afín a nosotros o no, cuando la realidad es que es una persona.

Creemos que es mejor ser rico que pobre creyendo que la riqueza da felicidad, cuando la realidad es que la felicidad no tiene nada que ver con las cosas materiales.

Al hacer esto, sin darnos cuenta, decidimos que una cosa es mejor que la otra y por ende eso significa que la otra es peor.

Esto nos lleva a pensar que existe lo bueno y lo malo, el bien y el mal.

 

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Valoramos a las personas, las cosas o las circunstancias en función de esa interpretación subjetiva que hacemos y que no es real.

No todos tenemos el mismo nivel de conciencia y entre todos nos ayudamos y colaboramos para que cada uno individualmente evolucione.

La oscuridad es la falta de luz. No es ni buena ni mala. Tampoco pasamos de la una a la otra abruptamente.

Lo mismo sucede con la conciencia.

Desde el amanecer hasta la puesta de sol pasamos por distintas fases y las cosas adquieren diversos matices dependiendo de la cantidad de luz que reciban.

La interpretación de lo que estemos mirando variará en función de la cantidad de luz/oscuridad (conciencia) con que podamos mirar lo que estemos observando y de los matices que seamos capaces de ver.

La luz y la oscuridad son los polos opuestos de la misma cosa. No existiría la una sin la otra.

Esta es la única realidad.

Con el bien y el mal sucede exactamente lo mismo.

Nadie actúa siempre bien y nadie actúa siempre mal.

Nunca nos portaremos exactamente de la misma forma con las mismas personas.

Habrá también personas con las que nos comportemos bien y personas a las que haremos daño.

En algunas ocasiones, tanto con las primeras como con las segundas, seremos conscientes de lo que hacemos y en otras ocasiones ni tan siquiera nos enteraremos pues haremos el «bien» o el «mal» sin tan siquiera darnos cuenta.

En todas las ocasiones tanto lo uno como lo otro influirá en las otras personas.

En algunas de manera importante y en otras influirá muy levemente.

Pero en todas, en absolutamente todas, estaremos aportando nuestro granito de arena para la evolución de los demás al igual que los demás lo hacen para la nuestra.

De esta manera es como entre todos estamos conectados.

Ni malos ni buenos. Somos las dos cosas.

Solo tenemos que hacerlo consciente, aceptarlo, aprender de ello, perdonarnos y amarnos con todo lo que somos.

 

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¿Le das mucha importancia a lo que piensen los demás?

Escucha a tu corazón

 

¿Sabías que buscamos el amor en el sitio equivocado?

 

 

 

 

 

 

 


¿Sientes toda la abundancia que hay en tu vida?

 

Poner nuestra atención en lo que nos gustaría conseguir, está bien pues nos motiva para ser mejores personas y así también poder expandir toda esa energía positiva entre las personas que nos rodean.

Sin embargo cuando centramos nuestra atención en lo que nos falta, corremos el peligro de no ver por completo toda la realidad que nos rodea y, que en vez de ser conscientes de la abundancia que hay en nuestras vidas, vivamos con una sensación de escasez que nos hace percibir una vida triste y llena de penalidades.

Pensar que seríamos felices si tuviésemos solucionada la parte económica, además de no ser cierto, nos lleva a percibir la vida como si solo fuésemos algo físico.

La felicidad no tiene que ver con nada material.

Una vez cubiertas nuestras necesidades básicas para poder subsistir no necesitamos nada más para ser felices y disfrutar de estar vivos.

Todas las otras cosas materiales que nos llevan a dedicar gran parte de nuestra energía y de nuestra vida en poder conseguirlas, no son necesarias y en la mayoría de las ocasiones el querer hacerlas nuestras nos hace vivir «esclavizados» en esta sociedad en la que desde muchos frentes nos pretenden hacer ver que felicidad es sinónimo de tener más cosas y cuantas más y más caras mejor.

Esta rueda en la que todos estamos metidos y de la que nos resulta difícil salir, nos hace estar prestando nuestra atención en todo lo que tenemos que hacer para conseguir en un futuro lo que nos falta y nos «hará felices cuando lo tengamos» y paradójicamente nos impide al mismo tiempo que dispongamos de tiempo para poder disfrutar de la vida, pues lo tenemos que emplear en trabajar para poder conseguir el dinero necesario para conseguirlas.

Al mismo tiempo centrar nuestra atención en lo que nos falta, como dije al principio nos hace sentir que vivimos en la escasez y no percibir la realidad tal y como es.

Hoy, como cualquier otro día, me siento agradecida por todo lo que tengo y lo que puedo compartir.

Y tú, ¿piensas lo mismo?

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¿Sabías que para amar hay que ser generosos?

NO PODEMOS AMAR SIN SER GENEROSOS

 

 


Todo nos habla de nosotros mismos

 

 

Todas las cosas que nos van sucediendo, todas las personas que se cruzan en nuestro camino, todo lo que nosotros consideramos «bueno» y todo lo que catalogamos de «malo»… todo, absolutamente todo nos habla de nosotros.

De si nos amamos o no.

De si estamos a gusto con nosotros mismos.

De si somos coherentes con lo que pensamos, sentimos y hacemos.

La vida siempre nos pone delante, a través de todas estas cosas, algo que nos está produciendo malestar y que nos lleva a sufrir.

Algo que nosotros creemos que está afuera y que culpabilizamos como la causa de ese dolor que sentimos.

Mientras no seamos capaces de preguntarnos que es lo que esa situación o esa persona nos esta enseñando sobre nosotros mismos y sigamos echando la culpa de todo lo que nos sucede a algo o alguien externo, no aprenderemos lo que la vida nos está intentando enseñar y continuaremos sufriendo.

 

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¿Sabías que ninguna de las personas que está en tu vida lo están por casualidad?

NADIE ESTÁ EN TU VIDA POR CASUALIDAD

 


Poner límites es amar

 

Disfrutar de lo que hacemos es esencial para estar bien con nosotros mismos y ser felices.

Por eso hay que procurar que lo que realicemos sea de nuestro agrado, pues es difícil el poder hacerlo con algo que nos disgusta.

Pero lo peor, es negarnos a aceptar que eso que hacemos en realidad no queremos hacerlo, pero lo continuamos realizando, sin decir lo que realmente sentimos, a pesar de que nos desagrada.

Pensamos que si dijésemos que no o pusiéramos unos límites claros de hasta donde estamos dispuestos a dar o a hacer y hasta donde no, podría molestar a alguien cuya opinión sobre nosotros nos importa demasiado.

Resulta curioso nos cueste poner límites por temor a que no nos amen cuando en realidad poniéndolos es cuando nos amamos y nos aman los demás.

Para ser felices necesitamos amarnos y no podemos hacerlo cuando somos incoherentes.

No nos respetamos cuando hacemos cosas que en realidad no queremos hacer y no nos permitimos, en ocasiones ni tan siquiera pensarlo y mucho menos decirlo y poner límites.

Amarnos es hacer lo que sentimos y pensamos que es mejor para nosotros.

El querer ayudar a otra persona porque le amemos no significa que esa ayuda sea a costa de nosotros mismos, de negarnos nuestros sentimientos.

En ocasiones incluso las personas a las que ayudamos ni siquiera valoran lo que estamos haciendo y nos sentimos incluso manipulados por estas personas que para nosotros son muy importantes pues tenemos unos sentimientos muy fuertes hacia ellos.

El hacer esto a la larga nos lleva a tener resentimiento hacia nosotros mismos y hacia la persona que nosotros percibimos que debemos apoyar o ayudar por que no tenemos más remedio que hacerlo.

En otras ocasiones soportamos situaciones en trabajos o con familiares o amigos que nos denigran y no somos capaces de poner freno o de salir de estas situaciones tan desagradables pues pensamos que podemos perder el trabajo o tener problemas con nuestra pareja o con otros familiares.

Negarnos a nosotros mismos es un coste demasiado alto que pagamos cuando no nos atrevemos a poner unos límites claros con las personas que nos importan o con las que pensamos que nos pueden causar algún mal.

Pero si nos paramos a pensarlo detenidamente el poner límites es en realidad amarnos a nosotros mismos y enseñar a amar a los demás.

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¿Crees que has conocido o sentido el verdadero amor?

https://descubreelsentidodetuvida.com/2016/09/19/amate-y-podras-amar/

¿Quieres saber lo que es realmente el amor?


¿Te atreves a sentir o reprimes lo que sientes?

 

 

Siempre he pensado que hay que ser cautos a la hora de abrir el corazón a alguien que no conoces, pero he comprobado que hay personas que son incapaces de abrirlo a pesar de tener una relación más profunda que un simple conocimiento.

En el amor, como en todo, nunca tendremos la seguridad de que alguien que nos ilusione vaya a estar ahí toda la vida, pero yo creo que el blindar mi corazón para protegerme de sentir un hipotético dolor en el futuro, es sufrir en el prensente inutilmente pues no me mostraría como realmente soy y estaría reprimiéndome continuamente.

 

 

El reprimir lo que sentimos es querer ignorar una parte de nosotros mismos y es también, no aceptarnos como realmente somos.

Cuando hacemos esto no nos amamos ni podemos por lo tanto amar.

No podremos aceptar tampoco a los demás ni entenderemos que nos manifiesten lo que sienten.

El reprimir nuestros sentimientos nos lleva directamente al sufrimiento y a la enfermedad.

Pero es que además a la otra persona le estaríamos mostrando a alguien que no somos, con las consecuencias que eso conllevaría y que además paradójicamente le llevarían a no conocernos realmente y a que probablemente esa falsa persona no le gustase y esa fuera la causa por la que no quisiera seguir con la relación y nos dejase.

Es increíble lo que llegamos a sufrir en el presente por evitarnos un posible sufrimiento en el futuro.

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¿Sabías que muchas de las creencias que nos han inculcado son la causa de nuestro sufrimiento?

 

Deshazte de las creencias que te limitan

 

 

 


Deja que la vida te sorprenda

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Las mejores cosas que nos suceden suelen ser las que no preparamos, las que son inesperadas.

Son las anécdotas que siempre contamos esbozando una gran sonrisa al recordarlas.

Nos esforzamos en querer controlar todo y en ese intento de controlar lo que es incontrolable gastamos gran parte de nuestra energía.

La vida no se puede controlar.

Es totalmente impredecible lo que va a suceder y el querer asegurarnos cualquier cosa que deseemos que nos pase lo único que nos llevará será al sufrimiento.

La vida es maravillosa cuando no se le tiene miedo.

 

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La vida está esperando a que decidas ser feliz

 

Cuando se afronta desde la ilusión de qué será lo que va a suceder en cada momento.

Desde la sorpresa que nos depara una nueva situación que se nos presenta o una nueva persona que aparece en  nuestra vida y la curiosidad de saber que es lo que nos va a aportar de nuevo.

Cuando nos relajamos y dejamos a la vida sorprendernos siempre nos muestra esto: que lo mejor está siempre por llegar, que no nos aferremos a lo que conocemos o a lo que pensamos que tenemos.

Dejarnos sorprender por la vida es lo único que tenemos que hacer para sentirnos parte de este maravilloso entramado en el que estamos participando y en el que el único objetivo es ser felices y hacer felices a los demás.

 

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¿Quieres conocer el secreto para ser feliz?

EL SECRETO PARA SER FELIZ

¿Te atreves a ser tu mismo?


Los cambios nos presionan para que seamos coherentes

 

 

Cuando llega algo inesperado puede causarnos un gran impacto y en ocasiones hasta un bloqueo emocional.

Sobre todo cuando lo que nos llega es algo que creemos que no podemos afrontar.

Si conseguimos desapegarnos de las emociones que nos hace sentir esa nueva situación que se presenta en nuestra vida, seríamos capaces de ver que son situaciones que deberíamos haber resuelto nosotros y que por el motivo que sea, hemos ido postergando el tomar una decisión y enfrentarlas.

En la mayoría de los casos esa emoción será miedo, aunque nosotros interpretemos que la causa de no haber actuado será de alguien o algo externo a nosotros.

Cuando llegan los grandes cambios a nuestra vida, nos sacuden y no nos dejan oportunidad para que sigamos evitando el tomar decisiones.

El universo hace realidad lo que nosotros en el fondo queremos y no nos permite que continuemos haciendo lo que hasta ese momento estábamos haciendo que era no hacer nada para acabar con una incoherencia que nos estaba haciendo sufrir aunque ésto último no lo quisierámos hacer consciente.

Los grandes cambios nos obligan a ser coherentes con nosotros mismos, a que sintamos, pensemos y actuemos en coherencia y, a pesar de que los recibimos con gran sorpresa y dolor en algunas ocasiones, a la larga podremos comprobar que son grandes oportunidades que nos han abierto las puertas para que tomemos las decisiones que nuestro ego no nos permitía tomar por  pensamientos que nos paralizaban y que nos impedían ser nosotros mismos.

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¿Sabías que el apego es la causa de nuestra resistencia a los cambios?

EL APEGO Y LOS CAMBIOS