Que duros momentos se pasan cuando llega una ruptura. Los sentimientos afloran llenando las horas de soledad.
Dudas de si lo habrás hecho bien, si pudiste hacer algo más o mejor, de si todo fue una farsa, si hubo verdadero amor… mil y una preguntas pasan por tu cabeza una tras otra sin parar.
Es duro aceptar que alguien ya no nos ama, que no quiere seguir a nuestro lado por más tiempo. Que en sus planes ya no entramos y que más tarde o más temprano alguien ocupará nuestro lugar a su lado.
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A veces podemos llegar a pensar en que la culpa de todo es nuestra, que somos nosotros los que hemos fallado y en algunos casos podemos llegar a pensar que no valemos nada y que por eso la otra persona nos abandona.
No nos damos cuenta de que los sentimientos que tiene la otra persona no dependen de los que tengamos nosotros y que nuestro valor no depende de lo que la otra persona piense.
Del mismo modo que nosotros podemos sentirnos mal y no precisamente por algo que nos haga nuestra pareja a la otra persona le sucede lo mismo.
Tiene más que ver con nosotros mismos.
Con lo que pensamos sobre nosotros, sobre nuestras vivencias, el sentido que creemos que tiene nuestra vida, si nos sentimos a gusto con nosotros mismos y con lo que estamos haciendo… en definitiva si somos felices.
La felicidad no nos la puede proporcionar nadie ni nada de fuera.
La felicidad está dentro de cada uno.
Está en valorar lo que se tiene.
En agradecer las cosas que están en nuestra vida y confiar en que las que vendrán también serán motivo de crecimiento y alegría.
En que siempre vamos a saber resolver cualquier situación que se nos ponga por delante.
En sentir que nos amamos a nosotros mismos y a los demás y también sentirnos amados por ser quienes somos con todos nuestros defectos y nuestras virtudes.
En saber relacionarnos con personas que nos aporten crecimiento en nuestra vida y en saber poner límites a las personas que nos proporcionan negatividad y frustraciones.
El amor no es posesión.
El amor es desear estar con esa persona que es especial, desde nuestra libertad para elegir estar con ella.
Pero si sentimos que necesitamos poseer a la otra persona esto se convertirá en una cárcel para ella.
¿Acaso a nosotros nos gustaría que alguien nos obligase, de cualquier manera, a estar con él?
Si verdaderamente amamos a alguien querremos que sea feliz aunque esto en ocasiones consista en no estar con nosotros.
Dejar ir a quien amamos sin que se sienta mal por dejarnos es el mayor acto de amor que podemos hacer por la persona que amamos.
También es el mayor acto de amor que podemos hacer por nosotros mismos.
El dejar ir a quien ya no desea estar a nuestro lado nos da la oportunidad de conocernos mejor, de aprender lo que esa experiencia nos ha venido a enseñar sobre nosotros mismos, de valorarnos, de amarnos y cuidarnos y de prepararnos para la siguiente etapa que nos tocará vivir y que de nuevo nos volverá a aportar las enseñanzas que necesitemos para seguir creciendo.
¿Qué opinas tú?
Déjame un comentario.
Me interesa conocer tu opinión.
¿Sabías que poner límites es amarte y enseñar a amar a otra persona?
¿Sabías qué muchas relaciones de pareja están basadas en la dependencia emocional y no en el amor?
Hola asi es hay que aprender a soltar aunque duela hay que hacerlo para ganar paz mental y espiritual
Lo que nos causa dolor es no aceptar la realidad y empeñarnos en que las cosas sucedan como nosotros queremos que sean. Cuanto antes aceptemos que en realidad lo que está sucediendo no es más que una experiencia de vida que más adelante nos mostrará un importante crecimiento personal y espiritual antes podremos agradecer y soltar.
Todo lo que escribes me parece muy sabio, y me ayuda a reflexionar en estos momentos de mi vida que ya conoces. Gracias.
Es en momentos así como los que tu estás viviendo y en general en todos los que nos causan sufrimiento tras los que se esconden grandes oportunidades de crecimiento para nosotros. Ya lo podrás comprobar cielo. Un abrazo